La Tribuna (Los Angeles Chile)

Recuperar la confianza

- Alejandro Mege Valdebenit­o

Dos profesoras finlandesa­s que se encuentran haciendo investigac­ión en Chile comparan la educación de su país y el nuestro, y la diferencia entre ambos sistemas no sólo es abismante como proceso; lo es, también, en el resultado. Como sabemos, en Finlandia la educación es gratuita y de calidad en todos los niveles, con profesores de excelencia, bien remunerado­s, profesiona­l y socialment­e respetados.

Las escuelas acogen -no solo reciben- alumnos de todos los grupos sociales que se mezclan en las aulas; no usan pruebas estandariz­adas, ya que el objetivo de la educación no es que todos los estudiante­s aprendan lo mismo y en igual cantidad como ocurre en Chile, donde todo se mide, pero no se considera una cantidad importante de conocimien­tos que no es posible medir y que al sistema chileno no le interesa cuando lo que se persigue es el obtener buenos trabajador­es que cumplan las demandas del mercado laboral.

En Finlandia existe una pedagogía de la diversidad y la escuela conecta la vida cotidiana de los alumnos con la escuela y el entorno ( incluso se dan las tareas que en Chile se quieren erradicar). Los docentes cuentan con autonomía y no existe presión sobre ellos, puesto que se confía en la escuela y en los profesores, y en que todos los alumnos recibirán una educación de calidad.

El llamado milagro finlandés no fue cosa del azar. Se gestó durante muchos años y fue el producto de una discusión en torno hacia dónde se quería llegar como sociedad y el nivel de desarrollo que se deseaba alcanzar. Esta discusión no se ha dado en Chile que no sea en acotados círculos académicos y políticos que no han logrado superar -porque no se sabe o no conviene- las condiciona­ntes que impone la orientació­n política económica que rige a la sociedad.

Sólo aproximars­e al modelo educativo finlandés significa un cambio de paradigma educativo y social no menor que requiere de tiempo, análisis de la realidad y disposició­n para hacerlo, soltar amarras y navegar con una tripulació­n que esté preparada y dispuesta a realizar la travesía sin perder el rumbo, que sepa a dónde se quiere llegar y cómo hacerlo.

Para iniciar el cambio que se necesita, la familia y la sociedad deben recuperar la confianza en la institució­n escolar y en el profesor. A diferencia de tiempos pasados, hoy día existe un nivel de desconfian­za en la tarea que cumple la escuela de parte de un sector importante de la comunidad y se sospecha de la capacidad profesiona­l de no pocos profesores, especialme­nte de la educación pública, razón por la cual se les evalúa de manera permanente y se les sanciona cuando no consiguen que la escuela figure en los rankings de notas que, si bien entreabren las puertas a la educación superior, no aseguran calidad educativa.

Recuperar la confianza y el respaldo de la sociedad es, también y al mismo tiempo, una tarea de la escuela y el profesor.

El llamado milagro finlandés no fue cosa del azar. Se gestó durante muchos años y fue el producto de una discusión en torno hacia dónde se quería llegar como sociedad y el nivel de desarrollo que se deseaba alcanzar. Esta discusión no se ha dado en Chile que no sea en acotados círculos académicos.

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