La Tribuna (Los Angeles Chile)

LA MANO DE FIDEL

- Abelardo Campillay

Señor Director: Vienen a mi mente años atrás cuando era un joven idealista y aun lo soy en cuanto a sostener mis ideales, cosa que trato de no claudicar y siempre mantenerme en mi convicción de un mundo mejor para toda la humanidad, años en que la utopía se hacía más cerca de la construcci­ón de un socialismo pleno de convencimi­ento de todo era posible y ahí surgían las ideas que conllevarí­an al triunfo de una lucha por desterrar las desigualda­des y la opresión. Fue allá por el año 71 cuando Fidel Castro visitó nuestro país y aunque siempre abrigué el anhelo de conocer tan imponente figura ( lo pude confirmar después), creo que no habría palabra alguna para describir el instante que esto ocurrió y hago causa esta anécdota que sucedió en el estadio regional de Concepción, actual estadio Ester Roa Rebolledo, donde él pronuncio un efervescen­te discurso, donde un estadio colmado en las bandejas y graderías, sin embargo, me quiero detener en un instante en lo que a mi experienci­a se refiere y el contacto visual que pude haber tenido con tan imponente personaje de la historia. Debo confesar con cierta franqueza, que siempre me fascinó la hazaña de estos barbudos que doblegaron, para esa época el poderío de un régimen avalado por los Estados Unidos (cosa que no es novedad) convirtién­dose así en la primera república socialista aquí en Latinoamér­ica. Bien, el lugar en que Fidel pronunciar­ía su discurso, lo hizo en la bandeja de dicho estadio en cual por cosas del destino, yo también estaba ubicado y lo hacía a ciertos metros. Previo a esto cuando él hizo su entrada, todos quisimos conocer de muy cerca esta figura mundial y tratamos de una forma u otra tener un contacto físico con tan imponente líder y fue así que, por aobd el destino, la mano deFid el se alzó sin conocerme solo siendo uno de miles que vio cómo su extremidad se dirigía hacia quien por mucho tiempo había albergado la utopía de concederse a sí mismo el privilegio de saber que los grandes líderes son reales y son humanos. Hoy el mundo no tiene la visión de los de antaño y el mundo corre de prisa preocupado­s por no detenerse, quizás evitando que alguien llegue primero o quedarse vegetando en su acelerado egoísmo. Por eso que la mano de Fidel aunque no fue un encuentro como se podría uno imaginar me hizo pensar que todos necesitamo­s de una mano para avanzar hasta la victoria final.

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