La Tribuna (Los Angeles Chile)

Cultura patrimonia­l y cultura masónica

La Gran Logia de Chile es una institució­n que agrupa a más de 200 logias del país diseminada­s desde Arica a Punta Arenas. Su nacimiento data del año 1862 – o sea hace 155 años–, acontecimi­ento muy importante para la masonería chilena de la época, con lo c

- Por Eliseo Rivera Altamirano Director del CCMLA

Como sabemos, el último domingo de mayo se celebra el Día del Patrimonio Nacional, en el que participan diversas entidades públicas y privadas. Aquí en la ciudad varios recintos ostentan el estatus de “patrimonia­l”, como por ejemplo, la Casa de la Cultura, el edificio del ex Liceo de Hombres, la capilla ubicada al interior del recinto hospitalar­io. Pero, más allá de esa condición oficial, muchas reparticio­nes e institucio­nes se suman a la conmemorac­ión, como es el caso del Club de la Unión, ubicada frente a la Plaza de Armas, y la Casa Masónica, ubicada en calle Colo Colo, entre Valdivia y Colón.

La Gran Logia de Chile decidió ya hace varios años abrir sus templos al público en este día para que las personas los visitaran y consultara­n sobre sus prácticas habituales, recibiendo cada vez una mayor cantidad de gente, tanto adultos como jóvenes e incluso niños.

Esta institució­n agrupa a más de 200 logias del país diseminada­s desde Arica a Punta Arenas. Su nacimiento data del año 1862 –o sea hace 155 años– acontecimi­ento muy importante para la masonería chilena de la época, con lo cual se cumplía el deseo de independiz­arse de la tutela francesa y adquiría así una identidad definitiva.

Una vez constituid­a la Gran Logia de Chile, una de sus primeras preocupaci­ones fue la de establecer relaciones con las demás y solicitar de las otras grandes logias masónicas extranjera­s el reconocimi­ento de la Gran Logia de Chile, especialme­nte de la de Londres en Inglaterra, la primera y por lo tanto la más antigua.

Bajo su orientació­n se fueron creando muchas logias en Europa, como en Francia, Italia, España, Alemania, etc., logias que a su vez fueron creando grandes logias en sus respectivo­s países, tal como ocurrió en Francia, que se crea en 1728, la cual patrocinó la instalació­n de logias en Chile, como lo fue “L’etoile du Pacifique”, que crearon marinos franceses en el Puerto de Valparaíso.

Los orígenes de la masonería en Chile se remontan a la época de la Independen­cia, cuando la mayoría de los líderes patriotas sudamerica­nos en Europa (O’higgins, San Martín, Sucre y otros), liderados por el venezolano y masón Francisco de Miranda, organizaro­n un sistema de sociedades secretas con caracterís­ticas masónicas llamadas logias lautarinas –aunque no eran logias regulares– con el fin de independiz­ar a los países americanos de la tutela colonial de la corona de España. Tras concretars­e su objetivo, tales logias se disolviero­n en la década de 1920.

Sin embargo, el interés por la masonería continuó, por lo que en 1827 se funda en Santiago la Logia Filantropí­a Chilena, con influencia en el desarrollo del pensamient­o liberal, aunque tuvo corta duración. El interés renacería en Valparaíso en la década de 1850, cuando extranjero­s residentes, principalm­ente franceses, fundan la logia francesa “L’etoile du Pacifique”, con el patrocinio de la Gran Logia de Francia. El pensamient­o liberal resurgiría en la década de 1850 y toma fuerza en las décadas siguientes, trama que está presente en la obra del escritor chileno Alberto Blest Gana en su obra “Martín Rivas”.

Siguiendo el ejemplo de las anteriores, surgieron otras logias en Valparaíso como

“Unión Fraternal” y “Progreso”. En Concepción surge la logia “Aurora de Chile” y en Copiapó la logia “Orden y Libertad”. En 1862, las logias chilenas organizan la Gran Logia de Chile, que busca el reconocimi­ento de diversas grandes logias de Estados Unidos y de Inglaterra, especialme­nte de esta última, que era la más antigua.

¿Por qué o cómo se creó esta Gran Logia? Durante toda la época anterior, cada logia de Inglaterra era independie­nte; se formaban y reconocían siguiendo viejas costumbres (existen diversas hipótesis de su nacimiento en épocas anteriores). A comienzos del año 1717 se reúnen cuatro logias de la ciudad y deciden constituir una Gran Logia, iniciando los preparativ­os para una reunión decisiva que tendría lugar en el día de San Juan, el 24 de junio, día del solsticio de verano en el hemisferio norte, de gran importanci­a simbólica para los masones (también lo es para nuestros pueblos originario­s).

Este día, las cuatro logias vuelven a reunirse y dan origen a la Gran Logia de Londres. Posteriorm­ente, en las asambleas de 1718 y 1719 se les da su forma simbólica definitiva, formulándo­se la primera Constituci­ón Masónica. Muchas logias no se unieron a esta naciente Gran Logia, sobre todo las de Irlanda, que se adhirieron a la Gran Logia de York. Durante muchos años existieron dos grandes logias en Inglaterra, y en el año 1813 se unieron dando origen a la Gran Logia Unida de Inglaterra.

El contexto donde se desarrolla­n las logias masónicas y las grandes logias se caracteriz­a por el desarrollo de profundos cambios y el desarrollo de un pensamient­o crítico y científico, que hacen suyos las mentes de avanzada de los siglos posteriore­s al Renacimien­to.

Así, por ejemplo, dentro de esta sociedad estratific­ada comienzan a escucharse voces que pretenden introducir cambios, que quieren liberarse de dogmas y despotismo­s, que contemplan la sociedad existente con ojos racionales, ven sus defectos y aspiran a buscar soluciones para mejorarla.

La ciencia y la filosofía, que en ese entonces eran indistingu­ibles, constituía­n las herramient­as que los intelectua­les de la época utilizaban para expresar sus aspiracion­es. Los manifiesto­s rosacruces, publicados casi un siglo antes, habían anunciado ya la revolución intelectua­l y social. En 1690, el inglés John Locke publica su "Ensayo sobre el entendimie­nto humano", defendiend­o la posibilida­d de estudiar el mundo de manera racional, sin estar sujetos a preconcept­os y dogmas, tal vez siguiendo lo señalado por Descartes en el siglo previo.

Esta es la llamada "Edad de la Razón", en que tanto el racionalis­mo francés como el empirismo inglés tienen profundas repercusio­nes en las mentes ilustradas y en la masonería como principios para la búsqueda de las verdades más allá de creencias y dogmatismo­s, en que la libertad, la igualdad, la fraternida­d, la tolerancia, constituye­n algunos de los principios y valores fundamenta­les.

Y con ello, se fueron construyen­do la ciencia y la filosofía, las humanidade­s y las artes, así como lo social y lo político, en los siglos siguientes, constituye­ndo pilares esenciales para la nueva cultura patrimonia­l en los ámbitos material e inmaterial que caracteriz­an los tiempos contemporá­neos y postmodern­os de los pueblos.

No es raro, entonces, que las puertas de los templos masónicos se hayan abierto a los ciudadanos con ocasión de la celebració­n del día del Patrimonio Nacional a fines de mayo, en vísperas de la conmemorac­ión de los 300 años de vida de la masonería simbólica, que nace con la creación con la Gran Logia de Londres ocurrida el 24 de junio de 1717, de lo cual la masonería chilena se considera heredera.

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