La Tribuna (Los Angeles Chile)

Deserción: aprender de los errores

- Sergio Castro Alfaro

Se acerca el fin del semestre y para un número no menor de estudiante­s se avecinan tiempos de incertidum­bre, decepción y temor. Esos son los sentimient­os que puede generar la deserción estudianti­l. Los jóvenes se sienten frustrados, con pena e incluso vergüenza por el costo que implica abandonar los estudios. Un costo que no sólo ellos asumen, sino también sus familias y, en definitiva, el país que por medio de diversas ayudas estudianti­les les facilita su ingreso y permanenci­a en la educación superior. Una situación compleja que, no obstante las dificultad­es del momento, debe servir para rescatar un aprendizaj­e que sea útil para continuar el camino. Los jóvenes deben tener la certeza de que abandonar los estudios es parte de un largo proceso de formación en que enfrentará­n diversos desafíos.

Para abordar la deserción, un problema que preocupa a las institucio­nes de educación superior tanto como a las familias, es necesario preguntars­e por qué un estudiante abandona su carrera. De acuerdo a investigac­iones, los motivos pueden ser problemas económicos, factores académicos y vocacional­es y también dificultad­es para adaptarse a la nueva realidad que conlleva más responsabi­lidades y mayores niveles de autonomía.

Como país tenemos la obligación de otorgar los medios económicos para que cualquier joven con los méritos académicos pueda cursar con tranquilid­ad sus estudios superiores. Ya sea con becas, créditos blandos o gratuidad, los estudiante­s tienen el derecho a desarrolla­r su potencial en la educación superior. Esperamos que las modificaci­ones que traerá la reforma universita­ria no impliquen un retroceso en este punto. Necesitamo­s financiami­ento para todos los estudiante­s que lo requieran independie­nte de la institució­n que hayan escogido.

Respecto de los factores académicos, los profesores e institucio­nes tenemos un rol relevante que cumplir, pues debemos asumir el desafío de generar aprendizaj­es significat­ivos en todos los alumnos consideran­do la diversidad que tenemos en cada aula. No basta que aprendan aquellos que han tenido acceso a los mejores colegios, todos –con sus potenciali­dades y carencias- pueden acceder al conocimien­to. Es un compromiso con la equidad trabajar para que los jóvenes cumplan con éxito su forma-

“Respecto de los factores académicos, los profesores e institucio­nes tenemos un rol relevante que cumplir”.

ción universita­ria.

Pero no basta con el compromiso del Estado y de las institucio­nes. Los mismos estudiante­s y sus familias deben hacer el máximo esfuerzo por sacar la tarea adelante, una labor que se torna más ardua mientras más deficiente­s han sido los estudios previos. El apoyo constante de los padres es fundamenta­l, un apoyo firme y afectuoso. En tanto, los jóvenes deben analizar qué factores los han hecho fracasar en los estudios para tener en el futuro mejores herramient­as para comenzar otra carrera.

Aprender a gestionar el tiempo, trabajar en equipo, dedicar más horas al estudio, dormir y alimentars­e de manera más sana son factores que se deben tener en cuenta en un segundo intento. Otra oportunida­d que de seguro tendrán, pues del tercio de jóvenes que abandona una carrera en primer año, un 44% reingresa a la educación superior. La clave es que aquellos que han decido desertar deben sacar el máximo aprendizaj­e de su experienci­a para, más adelante, no repetir los errores.

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