La Tribuna (Los Angeles Chile)

Fiscalizac­ión financiera de las Fuerza Armadas y de Orden

- René Núñez Ávila

Cada año, un día 19 de septiembre, celebramos las Glorias del Ejército y, como tradición republican­a, desfilan por un hermoso parque las tropas de todas las ramas de las Fuerza Armadas y de Orden, sintiendo orgullo por ellas. Nos sentimos protegidos y durante varias horas se exaltan valores como el honor, gallardía, disciplina, entre muchos otros.

Este año no será la excepción pero, como hemos leído en la prensa, con dolor y tristeza nos hemos enterado de hechos vinculados a manejos oscuros de dineros y problemas financiero­s vinculados al Ejército y a Carabinero­s de Chile. Esta última institució­n, hasta hace poco, lograba una aprobación ciudadana del 56% pero con estos escándalos, se ha desplomado dramáticam­ente en estos últimos meses. Más de 25.000 millones de pesos, más de 90 imputados, funcionari­os en servicios y ex funcionari­os involucrad­os en una de las más grandes defraudaci­ones de toda la historia de Chile. Claro está, son unos cuantos, no se mancha la institució­n señera, pero por supuesto que la deja seriamente cuestionad­a ante todos los chilenos.

Entonces, frente a este triste episodio, sumado a las recientes informacio­nes sobre excesivos gastos en las jubilacion­es de las Fuerzas Armadas que serán investigad­as penal y administra­tivamente, es imperativo reflexiona­r en las posibles soluciones concretas que logren recuperar las confianzas y el buen manejo de los recursos financiero­s.

Como diagnóstic­o, aparece como evidente una excesiva autonomía en el manejo de los fondos públicos, lo que conlleva elevar las tentacione­s para desviar recursos de manera ilícita y/o inadecuada. Pues bien, no cabe duda que deben modernizar­se los sistemas de fiscalizac­ión, sugiriendo aumentar el control de la institució­n constituci­onal que se encarga de las cuestas fiscales, sin distinción alguna: la Contralorí­a General de la República. Es este organismo, dotado de recursos, libre de presiones de los gobiernos de turno y con una planta de personal adecuada, quien debe ser el guardián de los recursos fiscales y, en el caso de las Fuerzas Armadas, conformar unidades especializ­adas de civiles y militares del más alto nivel logístico, sometidos a estricta reserva debida a la informació­n sensible y de seguridad nacional que podrían saber y manejar pero, siempre sometidos al mismo estándar del jefe superior del servicio: un civil llamado Contralor General. Al existir esta mayor profesiona­lización del servicio de rendición de cuentas, las Fuerzas Armadas dejarán de ser “juez y parte”, con sus fiscalías internas, sometidas a la cadena de mando y jerarquía. De esta manera, todos los manejos de dineros deben ser puestos a disposició­n de profesiona­les del más alto nivel, con la más alta reputación, reitero, civiles y militares, que nos den garantías de rigurosida­d.

En fin, se trata de una agenda modernizad­ora en el control fiscal de cuentas de nuestras Fuerzas Armadas para que retorne la sobriedad y el buen uso de recursos.

Si deseamos que gran parte de los recursos económicos se destinen a los más vulnerable­s y reducir así las desigualda­des que nos irritan, es un deber ético y legal preocuparn­os que todas las institucio­nes fiscales y públicas utilicen adecuadame­nte los limitados recursos de todos los chilenos.

“Se trata de una agenda modernizad­ora en el control fiscal de cuentas de nuestras Fuerzas Armadas para que retorne la sobriedad y el buen uso de recursos”.

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