La Tribuna (Los Angeles Chile)
Calidad en educación
Uno de los conceptos que tiene múltiples interpretaciones, según sea a qué o a quién se aplique, es el de calidad, y en educación resulta ser mucho más complejo definirla que hacerlo con un objeto o un producto concreto, y aun siendo el término más citado en educación, no es posible atraparlo en una definición que sea compartida, más cuando se elude su aclaración en las políticas y reformas en educación, que le asignan un sentido más político e instrumental y menos formativo.
Se piensa, erróneamente, que basta con el acceso sin selección, la eliminación del lucro y la gratuidad universal para garantizar la calidad de la educación y, aunque parezca contradictorio, las buenas notas, cuando son sólo el producto de la memorización y la repetición de conocimientos, no son representativas de calidad, la que, para serlo, requiere mucho más que eso: personas con capacidad de crítica y autocrítica, creativos, responsables, conscientes del rol que les compete en y con la sociedad, solidarios, tolerantes y respetuosos de la diversidad de pensamiento, es decir, tener una actitud educada.
Por eso, para hablar de calidad educativa, hay que precisar calidad para qué y cómo reconocerla, y ese para qué y cómo tienen relación con los fines y objetivos que se le asignan a la educación en un momento histórico determinado, objetivos que incorporan las demandas de los distintos sistemas que conviven en una sociedad, según la influencia que tengan.
Así, el sistema cultural le encarga que traspase a las nuevas generaciones las formas de vida y costumbres existentes; a su vez, el sistema político le pide la mantención y propagación de determinados valores que tienen que ver con una forma de gobierno y la relación de la educación con la democracia y los derechos humanos; a su turno, el sistema económico le pide la formación para el mundo productivo, y el sistema social le demanda la preparación del ciudadano para su participación activa en la sociedad, así como un comportamiento moral necesario para una vida social sana y constructiva. Si la educación no responde esas demandas, no es de calidad.
En educación, la calidad es más totalizante que los simples resultados cuantitativos obtenidos a través de pruebas de conocimientos; es un proceso que requiere de la mediación pedagógica y el permanente desafío del profesor a sus alumnos para aprender y desarrollarse socialmente, así como la creación de un ambiente de aprendizaje apropiado en una acción respaldada por la familia, la comunidad y las autoridades, que deben consensuar el tipo de ciudadano que requiere una sociedad que es dinámica y evoluciona para ser mejor. Es decir, existe calidad en educación cuando esta cumple con la formación integral de los individuos y los fines que la sociedad le ha asignado.
“Para hablar de calidad educativa, hay que precisar calidad para qué y cómo reconocerla, y ese para qué y cómo tienen relación con los fines y objetivos”.