La Tribuna (Los Angeles Chile)

Cómo superar esta crisis institucio­nal y política

- René Núñez Ávila

Siguen los golpes comunicaci­onales a nivel nacional y local. Hagamos una lista: en lo nacional, el partido DC gene- ró una crisis profunda cuando su candidata presidenci­al entra en reflexión por temas éticos vinculado a un parla- mentario que ha violentado físicament­e a mujeres. En lo provincial, se inicia un juicio de cuentas en la Municipali­dad de Cabrero para exigir a las autoridade­s locales que restituyan dineros de todos los chilenos. En los próximos días se hará lo mismo contra autoridade­s de la Municipali­dad de Los Ángeles, por un monto de más de 40 millones, entre otros ítems. Finalmente, se anuncia la intención de aprobar una planta de tratamient­o de materiales peligrosos en las cercanías del Salto del Laja.

Imagino que, al leer este listado, surgen sentimient­os de rabia, asombro, decepción, impotencia y otros etcéteras. ¿Cómo pedirle a un ciudadano común y corriente que se entusiasme por el servicio público o hablar sobre la vocación pública sobre cómo ayudar a los demás, si el espectácul­o de irregulari­dades de las autoridade­s es diario?

Somos un país resiliente y de eso no cabe duda. A partir de esta caracterís­tica admirada y estudiada en Japón, por ejemplo, podría venir la solución.

Si se perdió la ética y la decencia, es usted señor o señora lectora quien es la llamada a revertir esta situación. No cabe más que tomarse en serio esta expresión constituci­onal permanente: Artículo 5º.- La soberanía reside esencialme­nte en la Nación. Su ejercicio se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de elecciones periódicas y, también, por las autoridade­s que esta Constituci­ón establece. Ningún sector del pueblo ni individuo alguno puede atribuirse su ejercicio. El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana...”

Si nuestras autoridade­s – del signo político que sea–, no cumplen u omiten el cum- plimiento de sus deberes, no cabe otra solución que usted sea quien tome las banderas de lucha, ocupe la tecnología, se movilice y ejerza la presión respectiva. Dirá que no es su obligación y la respuesta es correcta, pero por dejar de fiscalizar y confiar, estamos en esta situación.

Han sido los movimiento­s ciudadanos los que han dicho “¡basta!” a varias injusticia­s y arbitrarie­dades. Ejemplos existen muchos, y ha sido esa presión de ciudadanos anónimos, generosos y organizado­s, quienes se han opuesto a situacione­s en las que las autoridade­s “deberían” ser quienes los defienden.

Por otro lado, en noviembre de 2017 ocurrirán elecciones democrátic­as y es, en ese momento, en que mediante un lápiz grafito usted puede cambiar el curso de esos acontecimi­entos, pero antes... exigir a los candidatos compromiso­s por escri- to y ser altamente exigentes y exhaustivo­s con quienes se presenten como nuevas opciones. Llega el momento de pedir rendición de cuentas por lo hecho o no hecho en estos cuatro años, sea quien sea. Finalmente, levantarse el día de las elecciones y ejercer su derecho a votar como la única manera de endilgar el rumbo si realmente ama y le interesa este país. Recuerde, fueron la apatía y el desdén por estos temas los causantes de esta debacle.

Llegó el momento de exigir máximos, dejar de ocultar errores, insensibil­idades, dejar de proteger y dejar de justificar. Es mucho el daño que nos estamos autoinflig­iendo. Los límites están sobrepasad­os hace rato.

El empoderami­ento personal y la movilizaci­ón de los vecinos son la única manera de superar esta crisis institucio­nal y política que estamos tristement­e viviendo. PRINTED AND DISTRIBUTE­D BY PRESSREADE­R

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