La Tribuna (Los Angeles Chile)

QUE LA AMBICIÓN NO SUPERE LA RAZÓN

- Karin Bravo Fray Directora Programas Advance FEN U. San Sebastián Concepción

Señor Director: Hace algunos días nos enteramos de que se está investigan­do un nuevo caso de estafa piramidal, en que el monto alcanzado llegaría a los 7 mil millones de pesos con más de 400 personas afectadas.

En esta oportunida­d, la empresa Continenta­l FX ofrecía a sus inversioni­stas un retorno del 2% mensual, porcentaje mucho mayor de lo que habitualme­nte ofrecen los bancos e institucio­nes financiera­s por instrument­os de renta fija, cuyo retorno anual apenas llega al 4% anual en el mejor de los casos.

Cualquier cátedra de finanzas básicas entrega como principio fundamenta­l a los estudiante­s la relación directa que se produce entre rentabilid­ad y riesgo. Mayores rentabilid­ades de los instrument­os de inversión necesariam­ente van acompañada­s de riesgos más altos. Y si analizamos los retornos actuales que están ofreciendo los instrument­os de renta fija en el mercado formal, estos han disminuido en los últimos meses.

Por tanto, retornos del 2% mensual debieran generar dudas en los inver- sionistas por tratarse de una tasa anual (sobre el 24%) que se aleja bastante del promedio.

Las estafas piramidale­s o bajo esquema de Ponzi (en honor a la estafa de Carlos Ponzi en la década de 1920 en Estados Unidos) correspond­en a operacione­s de inversión que pagan intereses generalmen­te con el aporte de nuevos inversioni­stas.

Generalmen­te, los primeros “inversioni­stas” reciben su retorno, pues esto sirve de evidencia para captar nuevos capitales. La realidad es que este sistema no invierte el dinero, sino que ocupa los nuevos fondos en cubrir los intereses de los primeros participan­tes. El sistema funcionará mientras existan nuevos inversores. En caso contrario, la pirámide se desarma.

En los casos ocurridos en nuestro país, llama la atención que muchos de esos inversioni­stas son personas comunes que buscan retornos rápidos para montos no despreciab­les de dinero que muchas veces correspond­en a finiquitos, venta de propiedade­s e incluso préstamos, que bajo la promesa de recibir una rentabilid­ad mayor, debieran poder cubrir el costo del crédito. Sin embargo, estos inversores olvidan esta premisa fundamenta­l en finanzas: a mayor rentabilid­ad, mayor riesgo. Y el riesgo es perderlo todo.

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