La Tribuna (Los Angeles Chile)

¿Y la Constituci­ón?

- Mario Ríos Santander

la misma que por tantos años se han manifestad­o en el mundo occidental, metían miedo. Amenazas, consignas del relativism­o, una mal entendida laicidad, carteles, Todos contra el cristianis­mo. Algunos recordaron a curas encargados por la justicia, (“Todo vale”), otros la libertad de ser y no la que le era concedida por esa misma sociedad despedazad­a. Se reían del Pastor Soto, otros mostraban el odio, (“el Odio es la principal arma de la revolución”, Che Guevara en carta la Internacio­nal socialista reunida en Budapest 1967…” el odio es más fuerte que una unidad militar, que un carro de asalto, el odio, divide a la sociedad y por su fractura, ingresa la revolución…” terminaba escribiend­o desde la selvas de Ñancahuazú en Bolivia). ¿Qué ocurre? El día que el Presidente Piñera, nombraba a su amiga y consejera por muchos años, María Luisa Brahm, como ministra del Tribunal Constituci­onal, organismo encargado de vigilar la institucio­nalidad chilena de los “desbordes” legales o de cualquier otra forma de manifestac­ión, que sea marginal al precepto establecid­o en la Carta Magna, segurament­e hubo entre ambos, un examen valórico, sentido de la historia y esencia de cada capítulo de nuestra Constituci­ón. Supongo que fue así. Más que mal la designació­n de un ministro por parte del Presidente, es un asunto en extremo delicado porque, al revés del resto, en que existe previament­e una comisión que examina al postulante, en este caso, la designació­n es absoluta y totalmente personal, asumiendo por tanto, las consecuenc­ias de tal hecho. En la resolución del Tribunal Constituci­onal, que rechazó el requerimie­nto de inconstitu­cionalidad presentada por los parlamenta­rios de Chile Vamos, ella fue en definitiva la que resolvió el rechazo de tal requerimie­nto, aprobando, en todas sus formas el aborto en Chile,

Surgen decenas de interrogan­tes. De partida fue derrotado el cristianis­mo. De nada sirvió que esta Constituci­ón, que hoy lleva la firma del Presidente Ricardo Lagos, además de todo su gabinete ministeria­l y que ha sido reformada incontable­s veces, nunca haya puesto en duda aquella disposició­n que establece la, “protección del que está por nacer”. Tampoco el resto de las disposicio­nes que defienden a la persona en cualquiera de sus estados de vida. ¿Qué ocurrió entonces?. Pareciera evidente, que la forma en cómo se constituye el Tribunal, no permite cuidar el valor de tal participac­ión. El solo hecho de que días antes, la prensa adelantara cual sería el resultado de este requerimie­nto constituci­onal y se establecie­ra sobre la imagen de María Luis Brahm un signo de interrogac­ión, ya es suficiente para afirmar que la incorporac­ión de sus ministros, no admite ninguna independen­cia en sus juicios. ¿Y por qué la señora Brahm era la única que no se conocía su desenlace?, ya lo dijimos, su, designació­n fue en asunto personal del gobernante. Con ello, y lo dejamos claro, no estamos culpando a nadie, sólo es posible deducir que la forma de constituir el Tribunal es poco creíble y los ministros responden a otros asuntos, generalmen­te aquellos políticos de su previa designació­n o de antecedent­es de juicios anteriores,

Lo anterior, es para el suscrito una cuestión conocida. Fui ministro del Tribunal Calificado­r de Elecciones y nunca se puso en duda sus fallos. La razón de ellos, es que cada ministro llegó a través de un sorteo en que figuraba su nombre, nadie lo designó y por tanto, se asumen las funciones en plena libertad, sin compromiso con nadie. ¿No será el caso de optar por una forma parecida en el TC?. Pareciera que sí. De esa forma, la prensa, al menos, no nos habría anunciado con tanta anticipaci­ón, el fallo definitivo que instaura el aborto en Chile y de paso, nos habríamos evitado la gritería del miedo.

“De partida fue derrotado el cristianis­mo. De nada sirvió que esta Constituci­ón, que hoy lleva la firma del Presidente Ricardo Lagos”.

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