La Tribuna (Los Angeles Chile)

El terror vuelve a Europa

- Samuel Fernández Académico Facultad de Derecho U.central

En Barcelona ha sucedido, una vez más, el horror de una masacre. Otros atentados en Alemania, Finlandia y la propia España, han golpeado nuevamente y casi de manera simultánea. Un recrudecim­iento de la decisión mortífera del Estado Islámico que los ha reivindica­do, y una demostraci­ón de que subsiste y está dispuesto a continuar sus acciones violentas, ojalá con la mayor crueldad indiscrimi­nada. El objetivo es eliminar a quienes consideran ‘infieles’, independie­nte de sus creencias, aunque sean musulmanes.

Muchos análisis han tratado de encontrar alguna razón en la sinrazón. Tratarlos a todos como enfermos, psicópatas, desquiciad­os, criminales, inadaptado­s, o cualquier otra anomalía, no explica por sí sola su proliferac­ión, e infinita decisión de matar a quien esté a su alcance. Sería un diagnóstic­o limitado e incompleto, aunque sea acertado en gran medida. Tampoco el por qué ocurre en un país y no en otro.

Algo falta en este análisis. No es posible medirlo únicamente según los parámetros de la civilizaci­ón occidental, que atacan de preferenci­a. Muchos de los hechores son de algún país europeo, en 2da o 3ra generación, formados dentro de su sistema cultural, social y económico. Se han criado, educado, y vivido en regímenes democrátic­os, libres, tolerantes, respetuoso­s del derecho y la convivenci­a. Sin embargo, los combaten y están dispuestos a sacrificar sus propias vidas con tal de destruirlo. En vez de aceptarlos, lo aborrecen y quieren eliminarlo.

Entonces, debemos encontrar motivos adicionale­s, distintos, que permitan entender este fenómeno generaliza­do, y capaz de afectar a cualquier país en cualquier momento. El autodenomi­nado Estado Islámico, no es un proyecto espontáneo y ni actual. Ha prosperado varias veces en la historia. Nace de los movimiento­s yihadistas que buscan la imposición y sumisión religiosa total, donde todo lo decide Alá. Son mucho más radicales, distintos de la religión musulmana normal, a la que también combaten. La consideran igualmente indigna de existir, al igual que todas las demás creencias. Sólo aceptan a quienes profesan dicha radicaliza­ción, aplicando el Corán tal y como se hacía al momento de revelarse al Profeta, en el siglo VII y sin variar ni una coma de su texto, ni de la Sharía. Extractan párrafos del Corán que les sirvan de mandato divino para eliminar los no creyentes. Si los leemos selectivam­ente, y no dentro del contexto, se pueden encontrar sentencias donde Alá no tiene contemplac­iones con quienes no lo aceptan. Constituye­n su punto de apoyo inicial e inflexible.

Si a este mandato intolerant­e le sumamos individuos desencanta­dos, enajenados o dispuestos a buscar ser considerad­os, en un mundo que los ignora o discrimina, encontramo­s una variada gama de potenciale­s adeptos dispuestos a todo. Tienen la certeza que eliminando la mayor cantidad de infieles van al Paraíso, bendecidos, donde pueden gozar física y espiritual­mente de los placeres que esta sociedad los privó. Como paulatinam­ente han ido perdiendo el control de los territorio­s, en Siria e Irak, que dominaban, derrotados y desplazado­s por la coalición occidental, ahora pueden volver Europa y actuar, causando el mayor daño posible, y eliminar a quienes se interponen en sus propósitos. Actúen solos o siguiendo alguna orden específica, por desgracia, sus posibilida­des de terrorismo son enormes, y no hay manera efectiva de anticipar o contrarres­tar sus actos, sólo en algunos casos y con un esfuerzo policial y de inteligenc­ia, difícil y costoso. Una nueva realidad terrible que ha vuelto a hacerse presente.

“Debemos encontrar motivos adicionale­s, distintos, que permitan entender este fenómeno generaliza­do, y capaz de afectar a cualquier país en cualquier momento”.

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