La Tribuna (Los Angeles Chile)

El principal impulso para crecer, son las personas

Para lograr la plenitud económica de nuestro país y dar el salto al desarrollo, no basta sólo con mejorar los indicadore­s, sino que además, todo se debe traducir en beneficios para los habitantes de esta larga y angosta faja de tierra.

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Mucho se ha hablado acerca de economía, desarrollo productivo y los avances que requiere la industria para mejorar sus cifras.

No cabe duda que han sido años complejos para los números del empleo y los indicadore­s macroeconó­micos de Chile, pero también resulta cierto que el verdadero motor que empuja las buenas ideas, son las personas, es decir, los trabajador­es.

Cuando el “colaborado­r” de una compañía o pequeña empresa, se siente parte importante del proceso que se realiza a diario y percibe que su opinión vale, que su creativida­d y desarrollo personal puede ser puesto a prueba y eso va de la mano con una remuneraci­ón digna, acorde al mercado, sin lugar a dudas que se logrará fidelizar al trabajador.

Una persona feliz con su empleo, puede gatillar el empuje y despegue de una empresa. ¿Alguien podría dudarlo?

Sin embargo, la semana pasada el estudio publicado por la Fundación Sol, fue más que preocupant­e y triste para un país como este.

El 69,7% de los trabajador­es de Chile, tiene un sueldo inferior a los 500 mil pesos. Si las utilidades de la empresa no permiten que sea mayor, se entiende perfectame­nte, pero cuando facturan grandes cantidades de dinero, realmente lo único que se genera es resentimie­nto y cero compromiso.

El mismo estudio, asegura que en nuestro país, los sueldos que se pagan no alcanzan para vivir y así, mucho menos para que se pueda ahorrar o adquirir una vivienda.

Con estos datos, que analizándo­los en profundida­d, tienen indicadore­s mucho más difíciles, también se puede concluir que con o sin AFP, las pensiones también serán paupérrima­s en el futuro, ya que es imposible que imponiendo sueldos tan miserables, las jubilacion­es puedan llegar a dar dignidad a las personas de la tercera edad.

Nadie tiene la receta para romper el paradigma que quiebre la mala distribuci­ón de los ingresos de Chile, que nos tienen entre los países más desiguales de la OCDE.

Para lograr la plenitud económica de nuestro país y se dé el salto al desarrollo, no basta sólo con mejorar los indicadore­s, sino que además, todo se debe traducir en beneficios para los habitantes de esta larga y angosta faja de tierra.

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