La Tribuna (Los Angeles Chile)
Estimulemos en los niños el amor y cuidado de la naturaleza
El invierno tocará su fin este 2017, y la primavera llegará a nosotros en dos semanas, devolviendo poco a poco a la naturaleza su esplendor, una ocasión fantástica para volver a salir al aire libre y reencontrarnos con el medio ambiente junto a los niños y niñas. Esta época del año es una de las mejores para disfrutar del campo, un parque, una plaza, precisamente por esa condición de moderado equilibrio que su temperatura representa.
Recuerdo una experiencia del Jardín Infantil “21 de Mayo”, ubicado en el sector Paillihue de Los Ángeles, cuando un grupo de párvulos sale al exterior en busca de tierra de hoja para el llenado y posterior sembrado de arbolitos, manipulando materiales de jardinería como: pala, rastrillo, balde, regadera, entre otros. Los adultos mediadores velaban por la seguridad y apoyaban el trabajo cuando algún niño/a lo solicitaba. Al realizar las experiencias de sembrado y plantado, todos colaboraban alegres en la actividad al aire libre.
Por eso, el real esfuerzo del gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, de avanzar en la construcción de más jardines infantiles públicos, gratuitos y de calidad, dando espacio a la cercanía con la naturaleza, porque es una experiencia que acompaña a las personas por siempre. Los procesos como el sembrar o ver florecer una planta gratifican y reconfortan y en cierto modo, hacen florecer también.
Así, por ejemplo, en el crecimiento de una planta, los niños se hacen parte del proceso, lo siguen y hasta le toman cariño, porque ven como desde la semilla que han plantado germina un tallo al que luego le salen hojas y quizás hasta una flor. Cada hojita le va dando sentido de pertenencia y les provoca una satisfacción especial.
Una niña o niño que planta una lechuga en el huerto, ve mucho más que una verdura plantada en el suelo. Para él o ella se trata de un verdadero descubrimiento que
“Una niña o niño que planta una lechuga en el huerto, ve mucho más que una verdura plantada en el suelo. Para él o ella se trata de un verdadero descubrimiento”.
va haciendo desde que la siembra, riega y la acompaña en su proceso de crecimiento. Con esta actividad el niño no sólo ha enterrado una semilla en el suelo, ha establecido un lazo con su jardín y su territorio.
La potencia del aprendizaje por descubrimiento radica en el contacto directo que niños y niñas tienen con el entorno. A través de la experiencia de sus sentidos vitales se favorecen las redes internas que beneficiarán la maduración biológica, despertando las ganas de aprender y de explorar, facilitando el desarrollo motriz y activando su imaginación a través del juego. Relacionarse con la naturaleza, el árbol, el río, los animales, son aspectos connaturales al ser humano y en la medida que se faciliten y amplíen estos vínculos al medio en el cual crecemos, más posibilidades existen que sus beneficios se extiendan en los años que siguen.
Durante los primeros años, hay que animar a los niños y acompañarlos en su anhelo de descubrir y conocer la naturaleza, con la ayuda de juegos sencillos, de conocimientos básicos, de tareas cotidianas como plantar una planta y cuidar de ella. Al igual que debemos fomentar la conciencia ecológica y el respeto por los insectos y arácnidos, es una real forma de conseguir que el día de mañana predomine el cuidado hacia nuestro planeta y por consiguiente una mayor preocupación por conservar y preservar lo que nos rodea a todos. Los procesos asociados a la naturaleza son fuente especial de apego que sitúan a los párvulos como protagonistas de una historia evolutiva.