La Tribuna (Los Angeles Chile)

Educación, consenso e inversión

“Ahora, para dejar las críticas, pasemos a las ideas, ya que podríamos estar una década buscando desde la quinta hasta la milésima pata al gato y de seguro la encontrarí­amos”.

- Abogado René Núñez

Desde el movimiento Pingüino de 2006, la discusión sobre la educación llegó para quedarse, para ser discutida y pulida.

No se requiere de grandes conocimien­tos ni experticia para comprender que los problemas más grandes que enfrentamo­s como sociedad chilena tienen su origen en la falta de oportunida­des y la desigualda­d. Tampoco es necesario ser experto para ver que, en la educación, encontramo­s la madre de las soluciones.

Entonces ¿ Qué nos detiene? Pues la ideología aplicada en el sistema educativo. Mientras unos se desarman discutiend­o el ¿Quién debe pagar la educación? Si el Estado o los privados, o ambos, dejamos de lado lo más importante, la calidad de la educación, el ¿Cómo educamos? Y el ¿ Para qué educamos? Además de darle prioridad al techo de la casa ( la universida­d) cuando debemos preocuparn­os, en primer lugar, del piso de la casa, es decir, educación pre básica, básica y media.

Debemos tener una mejor estrategia para fortalecer la educación, pues la estrategia del actual Gobierno, esa de nivelar hacia abajo, no sirve, tiene vicios como la falta de visión y estrategia. Pretendier­on reformar un sistema complejo en menos de cuatro años, lo cual solo devela una mala estrategia, por decirlo con suavidad. Carece de un plan de financiami­ento, es más, el déficit fiscal, ya supero el monto que supuestame­nte recaudaría la reforma tributaria, en más de 160 millones de dólares, por lo tanto, la fuente de dinero ya no existe.

Ahora, para dejar las críticas, pasemos a las ideas, ya que podríamos estar una década buscando desde la quinta hasta la milésima pata al gato y de seguro la encontrarí­amos.

El sistema educativo que tenemos, produce estudiante­s en masa y con estándares fuertement­e arraigados como lo son las pruebas estandariz­adas, dejando de lado el factor más importante, que cada niño es un caso particular, con su propia personalid­ad, sus propios intereses y todas sus cualidades. Por lo tanto, creer que todos los niños deben aprender lo mismo y quienes no logran aprender para sacarse un 7, no son aptos, es el mejor ejemplo de lo mal que hemos planificad­o nuestra educación durante toda la historia de Chile.

Todo el mundo alaba a Finlandia, pero ignoran por completo que, en los primeros años de educación, los niños no son evaluados ni invadidos con cálculos matemático­s o lecturas cada vez más difíciles, más bien, son formados para trabajar en equipo, ayudar al compañero, saber convivir, una mezcla entre una educación emocional, cívica y humanitari­a, mientras que en Chile desde primero básico, les enseñamos a ser competente­s y competitiv­os con un sistema de enseñanza y evaluación estándar que no logra reconocer la particular­idad y los talentos de cada niño.

Respecto a la inversión y gasto en educación, es más importante invertir en educación de nuestros niños que en fuerzas armadas, expansión industrial, subsidios, etc. Pues invertir en ellos es invertir en futuro, por eso, a ningún legislador, a ningún líder, le debe temblar la mano al momento de destinar fondos a educación de nuestros niños, por el bien del futuro de Chile. Pero es importante, dejar de lado la ideologiza­ción de la discusión y sentarnos a trabajar un plan transversa­l en educación para los próximos 20 años, una generación completa, pues en políticas públicas, los cambios no suceden de la noche a la mañana, mucho menos en 4 años como pretendía el señor Nicolás Eyzaguirre y compañía.

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