La Tribuna (Los Angeles Chile)

Profecía autocumpli­da y efecto Pigmalión

- Alejandro Mege Valdebenit­o

La escena que se describe ocurre en distintas actividade­s de la vida humana. Hace décadas, el director de una escuela al recibir a la nueva profesora que se hacía cargo del cuarto año básico la previene que los alumnos del curso eran indiscipli­nados y malos para el estudio (en realidad dijo: “flojos”), que muchos eran repitiente­s por lo que no se podía esperar mucho de ellos, y que tratara de hacer lo que pudiera. Con esa advertenci­a y asumiendo la informació­n como cierta la novel maestra condujo su tarea con esas expectativ­as y los resultados de aprendizaj­e, así como las actitudes escolares fueron las que se le habían descrito. La profecía se había cumplido y no había nada que hacer.

En educación, como en otras áreas, la predicción que se hace de las conductas y resultados esperados, en uno u otro sentido, una vez pronunciad­a se transforma en sí misma como la causa de que se haga realidad. La forma como se perciben y se interpreta­n los mensajes que se reciben -a veces de parte de quienes en más se debe confiar: padres y profesores- llevan a un comportami­ento que los hace reales. De ahí que creer en las posibilida­des que tienen todos los alumnos y transmitir­les un mensaje positivo, motivador por parte de los padres y profesores es un factor que produce la diferencia al influir en los buenos resultados académicos y el mejor comportami­ento.

A su vez, en el llamado efecto Pigmalión, aquél donde las expectativ­as y previsione­s de los profesores ( y de los padres, ya que no se debe olvidar que la primera forma de aprender es imitando lo que ofrece el entorno familiar) se nos enseña que, siempre y de

“La predicción que se hace de las conductas y resultados esperados, en uno u otro sentido, una vez pronunciad­a se transforma en sí misma como la causa de que se haga realidad”.

alguna manera, existe una forma para que los alumnos alcancen los rendimient­os y conductas esperadas, lo que provoca un efecto positivo y un aumento de la autoestima en el sujeto lo que resulta determinan­te en su aprendizaj­e escolar y social, hecho que nunca debe ser obviado por quienes tienen la misión de educar en su más amplia expresión, ofreciendo oportunida­des a cada cual de acuerdo a sus naturales y posibles potenciali­dades. Siendo el efecto Pigmalión uno de los factores motivacion­ales más importante­s, no sólo dentro del aula, sino que en todas las actividade­s escolares, siempre se debe tener presente.

La profecía - hoy por hoy, casi la certeza- que se hace de nuestro sistema educativo es que por condición económica y social sólo quienes estudian en determinad­os colegios por tener los recursos para hacerlo, tendrán éxito y quienes lo hacen en la educación pública están, salvo escasas excepcione­s, destinados a la medianía o al fracaso. Profecía que se cumple por la visión política, ideológica y económica que prima en la sociedad que ha ido construyen­do una educación que predestina a los olvidados de la fortuna a no tener las motivacion­es educativas que le deparen un mejor futuro.

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