La Tribuna (Los Angeles Chile)
Profecía autocumplida y efecto Pigmalión
La escena que se describe ocurre en distintas actividades de la vida humana. Hace décadas, el director de una escuela al recibir a la nueva profesora que se hacía cargo del cuarto año básico la previene que los alumnos del curso eran indisciplinados y malos para el estudio (en realidad dijo: “flojos”), que muchos eran repitientes por lo que no se podía esperar mucho de ellos, y que tratara de hacer lo que pudiera. Con esa advertencia y asumiendo la información como cierta la novel maestra condujo su tarea con esas expectativas y los resultados de aprendizaje, así como las actitudes escolares fueron las que se le habían descrito. La profecía se había cumplido y no había nada que hacer.
En educación, como en otras áreas, la predicción que se hace de las conductas y resultados esperados, en uno u otro sentido, una vez pronunciada se transforma en sí misma como la causa de que se haga realidad. La forma como se perciben y se interpretan los mensajes que se reciben -a veces de parte de quienes en más se debe confiar: padres y profesores- llevan a un comportamiento que los hace reales. De ahí que creer en las posibilidades que tienen todos los alumnos y transmitirles un mensaje positivo, motivador por parte de los padres y profesores es un factor que produce la diferencia al influir en los buenos resultados académicos y el mejor comportamiento.
A su vez, en el llamado efecto Pigmalión, aquél donde las expectativas y previsiones de los profesores ( y de los padres, ya que no se debe olvidar que la primera forma de aprender es imitando lo que ofrece el entorno familiar) se nos enseña que, siempre y de
“La predicción que se hace de las conductas y resultados esperados, en uno u otro sentido, una vez pronunciada se transforma en sí misma como la causa de que se haga realidad”.
alguna manera, existe una forma para que los alumnos alcancen los rendimientos y conductas esperadas, lo que provoca un efecto positivo y un aumento de la autoestima en el sujeto lo que resulta determinante en su aprendizaje escolar y social, hecho que nunca debe ser obviado por quienes tienen la misión de educar en su más amplia expresión, ofreciendo oportunidades a cada cual de acuerdo a sus naturales y posibles potencialidades. Siendo el efecto Pigmalión uno de los factores motivacionales más importantes, no sólo dentro del aula, sino que en todas las actividades escolares, siempre se debe tener presente.
La profecía - hoy por hoy, casi la certeza- que se hace de nuestro sistema educativo es que por condición económica y social sólo quienes estudian en determinados colegios por tener los recursos para hacerlo, tendrán éxito y quienes lo hacen en la educación pública están, salvo escasas excepciones, destinados a la medianía o al fracaso. Profecía que se cumple por la visión política, ideológica y económica que prima en la sociedad que ha ido construyendo una educación que predestina a los olvidados de la fortuna a no tener las motivaciones educativas que le deparen un mejor futuro.