La Tribuna (Los Angeles Chile)

La ética a la deriva

- Alejandro Mege Valdebenit­o

El tema de la clase era el estudio del código de ética de la carrera de la salud de nuestro interés y a medida que los alumnos hacían sus presentaci­ón, ante los alcances de cada uno de los artículos del código estudiado, era posible apreciar los gestos del resto del alumnado: se miraban entre ellos, movían la cabeza, sonreían o tocaban el brazo del compañero o compañera que tenía a su lado, como diciendo: “quien se cree eso” y los ejemplos que se dieron –con la condición de relatar el hecho, sin identifica­r personas y que para unos les habían sido referidos y otros experiment­ados personalme­nte– de la vulneració­n de los códigos de ética por parte de algunos profesiona­les se multiplica­ron, demostrand­o como las faltas a la ética se ha generaliza­do y, lo que es más preocupant­e, se han ido convirtien­do en actitudes aceptadas como de normal ocurrencia, hecho que parece no ser motivo de inquietud en la sociedad.

La ética como fundamento axiológico del comportami­ento moral, establecid­a en el código de ética de las distintas profesione­s como un conjunto de disposicio­nes y normas que orientan el quehacer humano y que, si bien no están sometidas al control de la legislació­n pública, es regulada internamen­te por los colegios profesiona­les, con sanciones que no suelen tener un efecto práctico en modificar conductas, salvo contadas excepcione­s.

Para el sistema educativo formal, la ética como una tarea de formación en valores, traducida en actitudes morales de sana y constructi­va convivenci­a es una materia que se ha dejado a la deriva, que no se ha asumi- do con la fuerza y convicción que se requiere para producir cambios y ello porque los requerimie­ntos que se hacen a la educación están más orientados a la acumulació­n de conocimien­tos que a la formación de hábitos y actitudes deseables, sumado a los ejemplos sociales, próximos o lejanos, que no resultan ser modelos positivos dignos de imitar.

La abdicación en la formación integral de los ciudadanos, basada en valores y principios éticos ha llevado a un peligroso debilitami­ento de las estructura­s fundamenta­les de la sociedad, con atentados contra la seguridad ciudadana, la integridad física, la salud psíquica, el patrimonio personal y público así como un individual­ismo excluyente y una competenci­a por ganar sin importar los medios ni a quien se deje en el camino o que se destruya.

Sin duda que la parte más importante de la actividad pedagógica se produjo cuando la ética fue planteada no sólo como una actitud esperable en los demás, sino que asumiéndol­a como la práctica de quienes nos encontrába­mos en el aula. Los reconocimi­entos personales demostraro­n la tarea pendiente que tiene la educación en lo que a ética se refiere.

“La ética como una tarea de formación en valores, traducida en actitudes morales de sana y constructi­va convivenci­a es una materia que se ha dejado a la deriva”.

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