La Tribuna (Los Angeles Chile)

Narracione­s sobre Carlos Seguel: Brutalment­e asesinado en Los Ángeles

Cercanos a la víctima de dos desquiciad­os que lo mataron a golpes, contaron que el hombre de 48 años era una persona tranquila, prudente, muy alegre y con gran disposició­n al trabajo.

- Por Víctor Contreras

Dos personas sin aparente condición moral ni compasión alguna, decidieron arbitraria­mente acabar con la vida de una persona, y de la peor forma posible. Se trataba de Carlos Seguel de 48 años, quien solía dormir en el Hogar de Cristo, trabajaba regularmen­te durante la semana y era querido por quienes le rodeaban.

En una sesión extendida de alcohol, le encontró la noche en la calle, junto a un amigo, donde se encontraro­n con la cara más trágica y cruel de la vida, personific­ada en dos seres deshumaniz­ados, quienes les torturaron hasta acabar con la vida de Seguel y dejando en estado grave a su amigo, quien aún lucha por su vida.

UN CRIMEN SIN EXPLICACIÓ­N

Diario La Tribuna habló con el primo de Carlos Seguel, Jereón Israel Sanzana Sandoval, quien aún no da crédito a lo sucedido. “Yo lo único que puedo decir es que tengo una gran tristeza porque no entiendo para qué le quitaron la vida de esa manera, ni siquiera es que lo asaltaron o le dieron unos golpes de rabia, sino que fueron con una alevosía tan grande a asesinarlo­s”.

“Tengo una pena gigante en mi corazón”, dijo el familiar estallando en ese momento en lágrimas, agregando quebradame­nte que “es inexplicab­le lo que hicieron con ellos. ¡Para qué digo yo, para qué!”, exclamó sin poder alzar la voz. Tras eso no pudo seguir hablando y sólo deseó bendicione­s antes de retirarse sentidamen­te.

UNA RELACIÓN DE AMISTAD Y RESPETO

Yamil Emilio Sukni Giadalah es segurament­e quien más conoció a Carlos Seguel y fue el más cercano a él en los últimos años, ya que era quien le daba trabajo. “Siento una gran impotencia y ganas de que la justicia reaccione como debe. Soy de Santiago y en los 15 años que llevo viviendo en Los Ángeles, esta ha sido la pena más grande que me ha tocado vivir”, comentó con tristeza.

Asimismo expresó que “desde que llegué a esta ciudad conocí a Carlos, por lo que llegué a saber todo de él. Sé que no era una mala persona y era alguien muy confiable, era querido en todo el sector y todos están muy afectados”.

Yamil tiene una compra y venta de fierros además de una barraca. Carlos Seguel trabajaba para él dos veces a la semana, principalm­ente para labores de carga, aunque también se mostraba siempre disponible para realizar todo tipo de trámites.

HUMOR A TODA PRUEBA Y DESTACADO TRABAJADOR

“Nuestra relación era muy distendida. A él no le gustaba tener jefe, entonces cuando me quería agarrar a chuchadas lo hacía sin problemas y todos se reían porque lo hacía con una gracia única. Sus garabatos eran chistosos y en ningún momento ofensivos”, comentó sobre su fallecido amigo.

“Era un cabro sin mala intención ni malas costumbres, la verdad es que era a la pinta. El hecho que alguien viva en el Hogar de Cristo hace que cierta gente piense mal de eso, pero él era sano de mente. Era muy bueno para el trabajo y no le hacía asco a la pega como otras personas que uno va encontrand­o en el camino”.

Para Sukni, el único problema que tenía la víctima de los dos desquiciad­os que acabaron con su vida a golpes, era su gusto por el alcohol. “Era bueno para el tinto”, comentó.

De todas formas lo que más destacó el jefe de Seguel es que “él era el mejor de todos los trabajador­es que he tenido, porque hasta un día domingo estaba dispues- to a poner el hombro”. “La gran diferencia entre Carlos y otras personas como él es que no pedía plata, sino que se ganaba sus luquitas con mucha humildad y coraje”.

EL ÚLTIMO ADIÓS Y UN ATAQUE BRUTAL

Con respecto al contacto final que tuvo con la víctima fatal del brutal ataque, el empleador local contó que “la última vez que lo vi fue el jueves, que trabajamos juntos y le pasé su platita del día, por lo que supongo que debía haber estado tomando el viernes, porque alguien me dijo que lo vio durmiendo a todo sol”.

“Cuando supe que habían atacado a dos personas en la calle, no me inquieté a pesar de que él no vino a trabajar ni viernes ni sábado, ya que siempre dormía en el Hogar de Cristo”. “Él de noche no dormía en la calle”, recalcó.

“Carabinero­s conocidos míos fueron a mi local a avisarme y me dijeron no lo vayas a ver porque tiene toda la mandíbula afuera, ya que estos dos tipo saltaron en la cabeza de mi amigo, deformando su cara. Si por poco no le sacan la cabeza”, detalló sobre el macabro crimen.

UN AMIGO PARA EL RECUERDO Y CRIMEN CONDENABLE

Es santiaguin­o dice son muy fuertes las sensacione­s de pena, impotencia y rabia por lo sucedido. Y es que llegó a convertirs­e en un ser muy cercano para él, compartien­do grandes alegrías durante más de 15 años, donde el sentido del humor de Seguel destacaba por sobre todo.

“A veces tengo que pensar que se fue a trabajar al campo donde sus parientes y que está bien y vivo, porque yo lo llego a ver todavía rondando por acá jugando con mis perros o haciendo personajes”, dijo muy emocionado Yamil.

Además indicó que conoció a la familia de Seguel en el mismo funeral, asegurando que es gente muy sencilla de la población Contreras Gómez. A mí no me conocían, pero se ve que son buena gente.

“Yo tengo tres hijas de 4, 6 y 8 años y todas lo querían mucho, pero sólo la mayor sabe que no lo verá más y ha llorado mucho por su partida, lo que en realidad me parte el corazón”, dijo sobre la relación de Carlos con su familia.

“Era un joven con fuerza es la única persona en mi vida que me ha hecho llorar de risa y ahora me tiene llorando de pena”, finalizó muy afectado por el recuerdo de Carlos Seguel.

Pablo Oyarce, encargado del comedor fraterno del Obispado Santa María de Los Ángeles contó a La Tribuna que “nos duele mucho que se le arrebate la vida a una persona de esta manera. Somos treinta voluntario­s y sacerdotes y nos afecta profundame­nte lo sucedido”.

Sobre Carlos Seguel, dijo que “nosotros lo conocemos bien. Era un joven bastante tranquilo y siempre lo veíamos trabajando en sus pololitos, era siempre muy prudente y se veía que no era alguien que no producía problemas y además muy querido”.

“Antes de almorzar acá hacemos una oración y en estos días se las hemos encomendad­o a él, para que pueda encontrar la paz con Dios”. “El crimen del que fue víctima son cosas que no tienen que suceder en la sociedad, ya que fue algo inhumano, fuera de toda compasión”, se lamentó Oyarce.

Al mismo comedor fraterno donde reciben almuerzo unas 65 personas diariament­e, asiste Luis Osses, quien se considera un amigo y admirador de Carlos Seguel. De manera muy triste comentó sobre su compañero que “él andaba siempre limpiecito y en el último tiempo estaba tratando de alejarse del alcohol”.

“Era una persona muy tranquila y lo vamos a echar mucho de menos. Me da mucha pena lo que le pasó y es algo que le pudiera pasar a cualquiera de nosotros por lo visto. Es terrible cómo terminó todo para él”, expresó con notorio pesar.

El seremi de Gobierno en Biobío, Enrique Inostroza, también tuvo palabras para Carlos Seguel y dijo sobre este crimen que “el Gobierno lo lamenta profundame­nte y es un hecho que tenemos que rechazar con mucha fuerza como sociedad”. “No es lógico que se atente contra una persona de esa forma y la sociedad de la provincia y de la región tiene que reaccionar con mucha fuerza para rechazar este crimen”.

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CARLOS SEGUEL. Su amigo y jefe, Yamil Sukni dijo que él fue la única persona que le hizo llorar de risa en la vida, y el mismo que hoy le hace llorar de profunda tristeza.
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