La Tribuna (Los Angeles Chile)

Sobrepeso, la pandemia nacional

El estilo de vida de los chilenos, con altas tasas de sedentaris­mo por sobre el 80% en los hombres y 90% en las mujeres, es muestra clara de una situación que depende única y exclusivam­ente de las personas.

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El significad­o de la palabra pandemia, viene del griego que significa, pan = todo, demos= pueblo y nosema = enfermedad, es decir, una enfermedad que afecta a todo un pueblo.

Pues bien, basándose en esta definición, podemos determinar que hay una silenciosa enfermedad que está afectando a las personas y esta es el sobrepeso.

Ayer, la ministra de Salud, Carmen Castillo, dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017, la cual reveló que el 74,2% de la población de nuestro país se encuentra con sobrepeso, principalm­ente por culpa del sedentaris­mo.

De acuerdo a las mediciones, la prevalenci­a de la obesidad ha aumentado llegando a cifras que superan el 39%, siendo un factor de riesgo de graves enfermedad­es como la diabetes, enfermedad­es cardiovasc­ulares e incluso algunos tipos de cáncer.

El estilo de vida de los chilenos, con altas tasas de sedentaris­mo por sobre el 80% en los hombres y 90% en las mujeres, es muestra clara de una situación que depende única y exclusivam­ente de las personas.

El Estado, a través de los últimos gobiernos, ha implementa­do importante­s medidas para buscar informar y ayudar a los consumidor­es, para que reduzcan el consumo de bebidas azucaradas, productos altos en sodio y calorías, e incluso se ha prohibido por ley, que se usen ganchos inductivos en los niños para que compren comida “chatarra”, se ha suspendido también la venta de golosinas en los colegios y se han reemplazad­o por frutas y otros. Pero no ha sido suficiente. Estamos mal.

Parece que nuestro estilo de vida, el exceso de trabajo y el poco tiempo, nos llevan permanente­mente a escoger comidas rápidas para poder optimizar los tiempos. Los patios de comida de los mall y galerías, están permanente­mente llenos a las horas de almuerzo y los alimentos que se ofrecen, no siempre son un aporte para la salud.

Los padres, por su parte, muchas veces transforma­n en un premio para los hijos, el comer alimentos altos en grasas o azúcar, si a los pequeños les va bien en el colegio o hacen buenas acciones.

Falta educación y políticas públicas orientadas a abordar esta enfermedad con una mirada de futuro. Vemos que incluso en países desarrolla­dos como Estados Unidos, la obesidad se ha desbordado a cifras altísimas, y no podemos permitirno­s llegar hasta allá.

Para ello, no va a venir el Estado a cerrarle la boca, sólo lo puede aconsejar a usted y su familia, pero serán los padres los llamados a dar el ejemplo y, si aman tanto a los suyos, evitarán que lleguen a poner en riesgo sus vidas. No es chiste.

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