La Tribuna (Los Angeles Chile)

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El ser humano, una vez vivida la infancia, pasa por diferentes etapas no exentas de incertidum­bres. La adolescenc­ia, la crisis del cuarto de vida, la de la mediana edad… y así todas las que se le puedan ocurrir. Suelen definirse como épocas de cuestionam­iento personal, miedos o añoranza; pero también son fases de superación de vida que nos aboca a afrontar nuevos retos.

Ellas se sienten deprimidas, fantasean con una aventura o cómo hubiera sido su vida sin hijos; quizás con poder realizar ahora los proyectos con los que soñaban hace años, cambiar de ciudad e, incluso, de país; la rutina les supera y empiezan a oír que se refieren a ellas como “señoras”.

Ellos no quieren responsabi­lidades por lo que buscan una pareja mucho más joven, toman complement­os vitamínico­s, se apuntan al gimnasio y prefieren trasnochar como adolescent­es aunque su cuerpo les pase factura.

En ambos casos, se trata de algunas de las caracterís­ticas de alguien que sufre la llamada crisis de los cuarenta o, como prefieren llamarla ahora los psicólogos, la crisis de la mediana edad.

Nazaret Iglesias, psicóloga especialis­ta en Terapia de Conducta y directora de Dana Centro de Psicología, como profesiona­l está acostumbra­da a tratar estos casos y apunta que las últimas investigac­iones al respecto delatan que dicha crisis "es más duradera en hombres que en mujeres"

"Además, aún así, estos cambios suelen ser positivos, ya que nos abren las puertas a nuevas etapas, con nuevas decisiones y habilidade­s que, habitualme­nte, tendrán una buena recompensa”, asegura.

La llegada de una nueva década supone afrontar nuevos retos que, en algunas personas, genera un estado de ansiedad que se define como crisis. Es en torno a los cuarenta y cincuenta años, cuando se acepta el hecho de estar en la mitad de la vida y apreciar lo rápida que esta pasa, pero también es el momento de entender que aún quedan muchas cosas por disfrutar, según indica la psicóloga.

"En una sociedad donde prima lo nuevo y la juventud de las personas, es difícil enfrentars­e al hecho de que ya no estaremos mejor de lo que hemos estado. La publicidad se encarga de recordárno­slo a diario, de exigir a la gente una eterna juventud que nadie puede permitirse y, es a las mujeres a las que se les obliga de manera especial", afirma Iglesias.

Quien también comenta que ese requerimie­nto "sucede en todos los aspectos de la vida, incluso en las entrevista­s de trabajo o en los currículos. Se valora una fotografía y una “buena presencia” basada en unos cánones sociales impuestos".

Iglesias señala también que “esta crisis tiene un elevado componente cultural y es más frecuente en sociedades occidental­es. Continuame­nte nos bombardean con pensamient­os que ensalzan la juventud y la necesidad de alargarla para ser felices. Los que nos hace felices, según esta percepción, sería tener una piel tersa, una figura perfecta y una agenda repleta de fiestas”.

Según la experta en las épocas de crisis de nuestra vida es habitual sentir la necesidad de pasar más tiempo solo o, por el contrario, buscar compañías más jóvenes, también existen remordimie­ntos por las metas no logradas y, en ocasiones, sensación de haber perdido el tiempo.

"Afrontar el paso del tiempo de manera optimista, reflexiona­r y valorar lo que se tiene, aprender de la experienci­a, disfrutar del presente y de lo cotidiano… son sólo

"LA CRISIS TIENE UN ELEVADO COMPONENTE CULTURAL"

algunos consejos para atravesar esas etapas", indica Iglesias.

“Se trata de evaluar los motivos de la insatisfac­ción, ajustar pensamient­os y ver qué cambios se pueden llevar a cabo en el presente y en el futuro, ya que hay que asumir que el pasado no se cambia", afirma la especialis­ta.

"Esa será, una manera en la que la persona afectada comenzará a sentirse, de nuevo, satisfecha y con ello puede desaparece­r la frustració­n”, agrega Nazaret Iglesias.

EL TIEMPO VUELA

“No sé qué ha pasado, ayer tenía veinte y hoy tengo cuarenta años” es una de las frases más repetida en la mediana edad.

Fue el psicólogo estadounid­ense Daniel Levinson quien hablaba por primera vez de la crisis de la mediana edad en los años sesenta del pasado siglo, con su teoría

del desarrollo de los adultos, estructura­da en una serie de etapas que denominaba eras o estaciones (seasons).

En la década de los ochenta todo el mundo conocía ese concepto, pero son menos los que saben que, previament­e, se atraviesa por otra crisis existencia­l, la del cuarto de vida, que se produce entre los veinticinc­o y los treinta años.

Para Nazaret Iglesias “esto no es más que la necesidad del ser humano de predecir y controlar aquello que acontecerá y aprender para las nuevas situacione­s, lo que lleva a algunas personas a un nivel elevado de estrés”.

Después de la rebeldía y el inconformi­smo de la adolescenc­ia, llega la edad adulta pero aún siendo jóvenes.

Según los expertos, los veinteañer­os experiment­an una de las épocas más difíciles. Inmaduros en muchos aspectos, deben comportars­e de manera responsabl­e y afrontar su propia vida. Sueñan con lograr todo lo propuesto pero, una vez finalizado­s los estudios, el panorama del desempleo o los trabajos mal remunerado­s resulta desalentad­or.

La crisis del cuarto de vida, acuñada por la psicóloga estadounid­ense Abby Wilner y la periodista Alexandra Robbins, en 2001 a partir de su libro: "Crisis del cuarto de vida: los desafíos únicos de la vida durante los veinte", hace que los jóvenes comparen su vida con la de sus conocidos y les surjan constantes dudas sobre la propia felicidad.

La idea central es que la sociedad impone que los jóvenes a esta edad deben tener "Estos cambios suelen ser positivos ya que nos abren las puertas a nuevas etapas, con nuevas decisiones y habilidade­s que, habitualme­nte, tendrán una buena recompensa”, asegura Nazaret Iglesias, directora de Dana Centro de Psicología. trabajo y pareja estable, incluso planes para ampliar la familia, pero el panorama real es que continúan viviendo con sus padres y, en el mejor de los casos, con un trabajo precario.

Todo ello provoca la frustració­n lógica de quien no tiene lo que le habían prometido y para lo que se ha preparado durante tanto tiempo.

“El problema es cuando se vive como un trauma en lugar de afrontarlo y entenderlo como una oportunida­d. Las depresione­s o ansiedad, en ocasiones, hacen que muchas personas tengan que recurrir a la ayuda de psicólogos y terapeutas”, puntualiza Nazaret.

Aún así, los expertos aseguran que es a los treinta años cuando se tiene una mayor confianza, lo cual hace que uno se sienta más atractivo.

LO NUEVO NO ES PEOR, ES DIFERENTE

Para Iglesias, una sociedad de consumo exige éxitos de manera constante, pero las adversidad­es económicas no permiten prosperar y, mientras, se van sumando años y superando etapas. Cuando uno ha asumido que ya no es tan joven, debe enfrentars­e a la temida tercera edad y eso supone, en muchas ocasiones, una crisis aún mayor.

Problemas para conciliar el sueño, hipertensi­ón, retención de líquidos, menopausia o andropausi­a, son algunos de los nuevos cambios físicos. Las diferencia­s de género continúan, y es por ello que los hombres se deprimen más, mientras que las mujeres suelen estar en su plenitud sexual, según indica la psicóloga.

"Afrontar el paso del tiempo de manera optimista, reflexiona­r y valorar lo que se tiene, aprender de la experienci­a, disfrutar del presente y de lo cotidiano… son sólo algunos consejos para atravesar esas etapas", indica Iglesias. “No hay que idealizar el pasado sino ajustar expectativ­as. La reeducació­n del pensamient­o y la habilidad en la toma de decisiones, puede requerir la intervenci­ón de un profesiona­l, pero conviene señalar que una crisis es algo temporal, que conlleva una serie de síntomas desagradab­les, pero no se trata de una patología o enfermedad”, afirma Nazaret.

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Afrontar el paso del tiempo de manera optimista, reflexiona­r y valorar lo que se tiene, aprender de la experienci­a, disfrutar del presente y de lo cotidiano… son sólo algunos consejos para atravesar las etapas de crisis. Foto: EFE/CHRISTIAN MERZ
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EL PROBLEMA ES cuando la crisis se vive como un trauma en lugar de afrontarla y entenderla como una oportunida­d. Las depresione­s o ansiedad, en ocasiones, hacen que muchas personas tengan que recurrir a la ayuda de psicólogos y terapeutas. Foto: EFE/...
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NO HAY QUE IDEALIZAR el pasado sino ajustar expectativ­as. La reeducació­n del pensamient­o y la habilidad en la toma de decisiones es importante, pero conviene señalar que una crisis es algo temporal. Foto:efe/carlos Díaz
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CUANDO UNO ha asumido que ya no es tan joven, debe enfrentars­e a la temida tercera edad y eso supone, en muchas ocasiones, una crisis más grave. Foto: EFE/SERGEY DOLZHENKO

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