La Tribuna (Los Angeles Chile)
Un puntaje nacional
Si alguien esperaba que los resultados de la reciente PSU rendida por los postulantes a la Educación Superior alcanzaran puntajes con avances más significativos en la calidad del sistema educacional chileno- cada año con pequeños avances y retrocesos que no modifican el tema de fondo- seguramente sufrió una nueva frustración y significó un desencanto para algunas autoridades edilicias que esperaban que el sistema educativo administrado por la municipalidad angelina tuviera, al menos, un puntaje nacional, como si ese logro fuera suficiente para aminorar el impacto que provocan resultados que cierran el paso a la Educación Superior a la mayoría de los estudiantes más vulnerables. Legítima inquietud sin duda, que requiere, más que una crítica periférica, de un análisis más profundo de las variables que generan tales resultados. Obtener uno, dos o tres puntajes nacionales no resuelven el problema de calidad y pertinencia de que adolece el sistema educativo en su conjunto y donde la educación municipal resulta ser la más damnificada, más cuando se critican los resultados y no se evalúan las causas que los producen, causas que son conocidas y que se ponen de manifiesto desde el ingreso a la educación preescolar. ( Aún, cuando y con razón, se afirma que la segregación se inicia desde la cuna, de la mano con la condición social, económica y cultural de la familia).
Más que un puntaje nacional en la cuestionada PSU y de alguno que otro puntaje destacado -según datos oficiales, de los 261.000 alumnos que rindieron la prueba, 29.000 menos de los que se inscribieron para hacerlo, solo 213 de ellos (el 0,82 %) alcanzó más de 800 puntos y 79.948 alumnos (un 30,6 %) lograron menos de 450 puntos- lo que debe importar es el puntaje promedio que alcanzan los alumnos que la rinden y que le permitirían la continuidad de estudios. A la administración municipal de la educación, como al sistema educativo nacional debe importarle el éxito educacional de la mayoría, sino de todos sus alumnos y no uno, ni siquiera de unos cuantos. Ese es el desafío que, aunque no sea fácil, sí es posible.
Como se sabe, la PSU no ha sido diseñada para medir calidad y nunca ha sido ese su objetivo, sino seleccionar alumnos –uno de cada cuatro- que demuestren mayores conocimientos y determinadas destrezas intelectuales para ingresar a la educación superior de las universidades que utilizan el sistema, ingreso que depende de la capacidad material de acogida de cada casa de estudios. De ahí que los puntajes de corte de cada carrera varíen cada año, según la cantidad de alumnos que postulen. Es decir, mientras no se amplíe la cobertura, siempre habrá estudiantes, aún con puntajes destacados, que no tendrán acceso a las carreras que desean.
Que 2018 sea el año en que mejorar el sistema educativo se tome en serio.
Como se sabe, la PSU no ha sido diseñada para medir calidad y nunca ha sido ese su objetivo, sino seleccionar alumnos –uno de cada cuatro- que demuestren mayores conocimientos y determinadas destrezas intelectuales para ingresar a la Educación Superior de las universidades que utilizan el sistema.