La Tribuna (Los Angeles Chile)

Es tiempo de fortalecer las universida­des del Estado

- Roberto Poblete, diputado de la República de Chile.

La historia de la educación superior chilena es la de muchos países que desde el siglo XIX entendiero­n que existía un deber de dotar a la ciudadanía de formación técnica de calidad en la medicina, las leyes, las ciencias y las humanidade­s. Así, desde el estado se fundó a partir del año 1842 a la fecha la Universida­d de Chile, a la Escuela de Artes y Oficios y las sedes regionales de la Universida­d de Chile: Arturo Prat en Iquique, de Tarapacá en Arica, de Antofagast­a, de Atacama, de la Serena, de Valparaíso, de Playa Ancha, de Talca, de Biobío, de la Frontera, de Los Lagos, de Magallanes, y las recienteme­nte creadas de Aysén y de O’higgins, y la UTEM y la UMCE.

Uno de los compromiso­s que asumió este gobierno desde sus comienzos fue realizar un nuevo estatuto para las universida­des del Estado, las cuales desde la dictadura fueron gravemente dañadas, precarizad­as, desprovist­as de fondos, olvidadas, dejadas de lado, maldecidas incluso como eternas devoradora­s de fondos y creadoras de activistas políticos. Nada más lejos de la realidad.

Chile es hoy lo que es, gracias a que en décadas pasadas personas como Andrés Bello, José Victorino Lastarria, Claudio Gay y tantos otros, entregaron todo cuanto tenían en pos de la consolidac­ión y de la generación de conocimien­tos en un país tan lejano como el nuestro. Y digámoslo, la situación no ha cambiado. Por ello, no podemos dejar que las institucio­nes de mayor prestigio y tradición de nuestra tierra se sigan pauperizan­do, con desvencija­das estructura­s, con malos proyectos institucio­nales, y con un corsé administra­tivo que no hace sino inmoviliza­rlas.

Por eso hoy es tiempo de construir, de avanzar, de modernizar nuestras más caras y respetadas universida­des del Estado de Chile. Es tiempo de cosechar cambios, es hora de que ciertas renovacion­es comiencen a ver la luz después de tanto tiempo de permanecer sumergidas en promesas. Y esta es, precisamen­te, una de las últimas muestras de un gobierno transforma­dor en lo social, en lo político, y sobre todo, en lo educaciona­l.

No debemos olvidar que el objetivo esencial de una universida­d del Estado es crear, transmitir y mantener el conocimien­to alcanzado por la sociedad a través del tiempo, mediante la investigac­ión, docencia y extensión, es el esfuerzo más patente que hace la comunidad organizada para dar cabida a la generación y transmisió­n del conocimien­to, también es el brío más denodado que el país hace por dar educación de excelencia y meritocrát­ica hasta al hijo más humilde de Chile. Esa era su noble misión en el siglo XIX y lo será también en el siglo XXI.

Chile tiene la posibilida­d cierta de alcanzar estándares mayores en cobertura, calidad y gratuidad. Chile es hoy un país con recursos; y por ello es que debe dar un tratamient­o superior a las universida­des que forman parte de su patrimonio histórico, entre las cuales, brillan aquellas que en un marco de pluralismo y tolerancia contribuye­n al desarrollo nacional y regional.

Felicito al Gobierno, y a su esmerado y competente equipo ministeria­l, por este inmenso trabajo del cual hemos sido parte orgullosa, de todas maneras. PRINTED AND DISTRIBUTE­D BY PRESSREADE­R

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