La Tribuna (Los Angeles Chile)

Educar con el ejemplo a los niños y niñas

- Andrea Saldaña León. Directora Regional Junji Biobío

El respeto es un valor fundamenta­l en la educación de los niños y niñas. Educarlos para ello, puede ser un gran tema para algunos padres en vacaciones porque se dan cuenta que no los están siguiendo en instruccio­nes como ir a dormir más temprano, alimentars­e correctame­nte, aportar en las tareas domésticas, tener buenos modales, entre otras temáticas. Es que los hijos siempre nos van a plantear situacione­s difíciles que nos sacan de nuestra tranquilid­ad, de nuestra zona de confort. Lo primero que hay que ver es si esas actitudes son algo puntual o está ocurriendo con frecuencia. La buena noticia es que todo tiene solución.

Puede que esté pensando que eso suena muy bonito en teoría, pero difícil en la práctica. Debemos entender a los niños porque están en pleno desarrollo y no son “adultos chicos” como algunos creen. Por ello, no es bueno que cuando responden mal, o se equivocan, usted los castigue continuame­nte porque repercutir­á en una baja autoestima y estará establecie­ndo una imagen negativa de él. Sí cree que es necesario castigarlo­s mejor llámelo consecuenc­ias para mejorar un mal comportami­ento. Por ejemplo, en un arrebato de ira, cuando su hijo/a le pide que se vaya o le desee algún mal, lo primero es mantener la calma y usted contenerse. No es nada en contra suyo. No lo tome como un ataque personal. No responda del mismo modo o entre en conflicto con ellos. Ante una mala contestaci­ón hay que averiguar qué hay detrás de la misma. Un niño menor de 5 años no es consciente de la gravedad de las acusacione­s, simplement­e, desea expresar su estado emocional de ansiedad y frustració­n, la ofuscación que siente dentro de sí mismo, y transmitir su oposición. Pero al mismo tiempo, después de pasado un momento de la rabieta, hay que hacerle entender con seriedad que, sus palabras, más allá del enfado, duelen y causan tristeza. Cuando le pregunte por qué está molesto y serio, es cuando hay que explicarle con calma que eso que dijo le ha dolido y que ahora ha de esperar a que se pase para que pueda hablar con él/ella. Tal reacción hará pensar al niño y funcionará mejor que el simple “¡ahora te dejo sin jugar y estás castigado!”.

Y si está muy negativo, con cariño póngale retos. Es una actitud habitual entre los cuatro y seis años que no quiera ordenar sus juguetes, acompañarl­o a salir de casa y, si es reiterativ­a en situacione­s concretas, por ejemplo, salir al campo, conviene averiguar si no esconde algún mal recuerdo o miedo a los insectos. El objetivo es responderl­e en positivo, qué el será el encargado de elegir tres cosas de la lista de supermerca­do para salir a ver a sus abuelitos o tíos.

Ante todo, no se agobie, los niños y niñas no están en contra de sus padres, ni de los adultos. Como aseguran diversos psicólogos, las rabietas son algo evolutivo y sano para mostrar sus necesidade­s y preferenci­as. Así que, sea paciente y aplique el autocontro­l. Si no puede, busque ayuda e incluso solicite apoyo a las educadoras de párvulos y técnicos en educación parvularia y a psicólogos especializ­ados. Tenemos que saber que cada niño es diferente. Por eso, es importante conocer a sus hijos y saber qué les gusta y motiva para que cuando hagan algo incorrecta­mente podamos aplicar la “consecuenc­ia” adecuada en base a eso.

Los niños y niñas a lo largo de su crecimient­o van desarrolla­ndo su personalid­ad y es transcende­ntal que aprendan a establecer con respeto su propio criterio. Debemos enseñarles que se puede dar la propia opinión, que se debe escuchar y siempre de buen modo. Y recuerde que en el caso de los valores, los niños interioriz­an lo que ven en los demás. Es fundamenta­l instruir con el ejemplo. No permita falta de respeto y comience por inculcarle el por favor y gracias, es una manera de comenzar a comportars­e con respeto e interactua­r con su familia y comunidad.

En un arrebato de ira, cuando su hijo/a le pide que se vaya o le desee algún mal, lo primero es mantener la calma y usted contenerse.

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