La Tribuna (Los Angeles Chile)
Educar con el ejemplo a los niños y niñas
El respeto es un valor fundamental en la educación de los niños y niñas. Educarlos para ello, puede ser un gran tema para algunos padres en vacaciones porque se dan cuenta que no los están siguiendo en instrucciones como ir a dormir más temprano, alimentarse correctamente, aportar en las tareas domésticas, tener buenos modales, entre otras temáticas. Es que los hijos siempre nos van a plantear situaciones difíciles que nos sacan de nuestra tranquilidad, de nuestra zona de confort. Lo primero que hay que ver es si esas actitudes son algo puntual o está ocurriendo con frecuencia. La buena noticia es que todo tiene solución.
Puede que esté pensando que eso suena muy bonito en teoría, pero difícil en la práctica. Debemos entender a los niños porque están en pleno desarrollo y no son “adultos chicos” como algunos creen. Por ello, no es bueno que cuando responden mal, o se equivocan, usted los castigue continuamente porque repercutirá en una baja autoestima y estará estableciendo una imagen negativa de él. Sí cree que es necesario castigarlos mejor llámelo consecuencias para mejorar un mal comportamiento. Por ejemplo, en un arrebato de ira, cuando su hijo/a le pide que se vaya o le desee algún mal, lo primero es mantener la calma y usted contenerse. No es nada en contra suyo. No lo tome como un ataque personal. No responda del mismo modo o entre en conflicto con ellos. Ante una mala contestación hay que averiguar qué hay detrás de la misma. Un niño menor de 5 años no es consciente de la gravedad de las acusaciones, simplemente, desea expresar su estado emocional de ansiedad y frustración, la ofuscación que siente dentro de sí mismo, y transmitir su oposición. Pero al mismo tiempo, después de pasado un momento de la rabieta, hay que hacerle entender con seriedad que, sus palabras, más allá del enfado, duelen y causan tristeza. Cuando le pregunte por qué está molesto y serio, es cuando hay que explicarle con calma que eso que dijo le ha dolido y que ahora ha de esperar a que se pase para que pueda hablar con él/ella. Tal reacción hará pensar al niño y funcionará mejor que el simple “¡ahora te dejo sin jugar y estás castigado!”.
Y si está muy negativo, con cariño póngale retos. Es una actitud habitual entre los cuatro y seis años que no quiera ordenar sus juguetes, acompañarlo a salir de casa y, si es reiterativa en situaciones concretas, por ejemplo, salir al campo, conviene averiguar si no esconde algún mal recuerdo o miedo a los insectos. El objetivo es responderle en positivo, qué el será el encargado de elegir tres cosas de la lista de supermercado para salir a ver a sus abuelitos o tíos.
Ante todo, no se agobie, los niños y niñas no están en contra de sus padres, ni de los adultos. Como aseguran diversos psicólogos, las rabietas son algo evolutivo y sano para mostrar sus necesidades y preferencias. Así que, sea paciente y aplique el autocontrol. Si no puede, busque ayuda e incluso solicite apoyo a las educadoras de párvulos y técnicos en educación parvularia y a psicólogos especializados. Tenemos que saber que cada niño es diferente. Por eso, es importante conocer a sus hijos y saber qué les gusta y motiva para que cuando hagan algo incorrectamente podamos aplicar la “consecuencia” adecuada en base a eso.
Los niños y niñas a lo largo de su crecimiento van desarrollando su personalidad y es transcendental que aprendan a establecer con respeto su propio criterio. Debemos enseñarles que se puede dar la propia opinión, que se debe escuchar y siempre de buen modo. Y recuerde que en el caso de los valores, los niños interiorizan lo que ven en los demás. Es fundamental instruir con el ejemplo. No permita falta de respeto y comience por inculcarle el por favor y gracias, es una manera de comenzar a comportarse con respeto e interactuar con su familia y comunidad.
En un arrebato de ira, cuando su hijo/a le pide que se vaya o le desee algún mal, lo primero es mantener la calma y usted contenerse.