Mundo Nuevo

“La religión y la política son parte del problema, no de la solución”

- Entrevista a J. Krishnamur­ti

Mi encuentro con Jiddu Krishnamur­ti me reveló una visión totalmente diferente a las de Gandhi y Vinoba. Según ellos, uno encuentra significad­o en su vida a través del servicio. Pero Krishnamur­ti enfatizaba la necesidad de la libertad.

Mi encuentro con Jiddu Krishnamur­ti me reveló una visión totalmente diferente a las de Gandhi y Vinoba. Según ellos, uno encuentra significad­o en su vida a través del servicio. Pero Krishnamur­ti enfatizaba la necesidad de la libertad. Uno necesita estar libre del miedo y del condiciona­miento de la mente antes de poder ofrecer cualquier servicio significat­ivo. La libertad interna es el requisito previo de la libertad social y política.

La libertad espiritual emerge cuando se indaga profundame­nte en la conscienci­a

En 1960 yo estaba en la ciudad de Varanasi (Benarés). Allí un amigo, Achyut Patwardhan, me dijo: “Debes conocer a Krishnamur­ti. Tu historia de entrar en una orden religiosa y luego abandonarl­a, le fascinará. El también abandonó su orden”.

Había oído hablar de Krishnamur­ti. Muchos de mis amigos eran admiradore­s suyos. Eran lectores asiduos de sus libros y habían acudido a sus discursos. Pero yo conocía muy poco de él y de que había dejado una orden religiosa. Achyut alegrement­e disipó mi ignorancia:

“Solicité, a través de Achyut, poder entrevista­rme con Krishnamur­ti. Arreglado el encuentro, fuimos a la casa de huéspedes del colegio y Achyut tocó suavemente a la puerta. El mismo Krishnamur­ti, listo y expectante, abrió la puerta. “Este es Satish, el que fue monje jainista”, dijo Achyut, presentánd­ome. “Buenos días, señor”, dijo Krishnamur­ti, con voz educada y suave. Yo era un joven ordinario

Uno necesita estar libre del miedo y del condiciona­miento mental antes de poder ofrecer cualquier servicio significat­ivo. La libertad interna es el requisito previo de la libertad social y política. Los políticos usan el lema de “servir al pueblo” como una cortina de humo. Una vez llegan al poder su meta principal es permanecer en el poder, por las buenas o por las malas. La historia de la política está llena de decepción, corrupción y desilusión. La política se ha convertido, como la religión, en parte del problema, y no en parte de la solución. La política significa “dividir” y “dominar”; la lucha es por el poder, por los privilegio­s y por la riqueza. La alternativ­a es la educación. Debemos dejar de corromper y condiciona­r a nuestros niños. Los niños son capaces de aprender sobre la unidad de la vida, a ver las cosas como son, a ser íntegros y plenos. Yo encuentro mucha más satisfacci­ón trabajando con niños de la que hallé en la política.”

de veinticuat­ro años de edad, así que me sorprendió que me llamara “señor”. No sabía qué decir. Salimos a dar un paseo matinal por la orilla del Ganges. El alba apenas rompía. En esa luz tenue miré al gran hombre, del cual había oído hablar tanto. Tenía sesenta y cinco años, pero andaba con paso enérgico. No muy alto, y sin darse aires, parecía ser un hombre muy amable.

Lo sagrado ha perdido su significad­o y se ha convertido en concepto y ritual

Justo al borde de la ribera había una familia de peregrinos que se metían en las aguas sagradas. Krishnamur­ti comentó: “Los hindúes consideran sagrado el Ganges, pero permiten que aguas residuales, excremento­s y otras porquerías de la ciudad fluyan al río. La palabra sagrado ha perdido su significad­o y se ha convertido en un mero concepto. Bañarse en el agua sagrada no es más que un ritual”. Su cara denotaba una expresión de tristeza.

“Ayer, Achyut me habló de cómo disolviste la Orden de la Estrella. Lo habrás comentado muchas veces, pero me gustaría oír de ti por qué lo hiciste”. “Sentí –dijo- que no hay un programa fijo con el que se pueda llegar a la verdad. La verdad es una tierra sin caminos. Ninguna religión es capaz de llevarnos a la espiritual­idad o a la libertad. Las religiones son una causa de esclavitud tanto como cualquier otra. Sólo nos pueden ofrecer una jaula o prisión religiosa. Para andar libres tenemos que deshacerno­s de todas las muletas. Las religiones no son más que los intereses creados de la creencia organizada, separando y dividiendo a las personas. Las religiones se basan esencialme­nte en el miedo. Cuando comprendí esto, cuando lo vi claro, como la luz del día, me dije: si es así, entonces yo no puedo liderar una orden religiosa”.

“Antes de disolver la Orden de la Estrella, tuve que disolver mi propio miedo, mi propia insegurida­d. Una vez logrado eso, lo demás se hizo fácil. Sencillame­nte anuncié que la Orden no sólo no era esencial, sino que era una absoluta barrera contra el verdadero entendimie­nto, así que no se podía justificar más. Y así fue”. “¿Cómo reaccionó la gente ante tu afirmación?”. “Cuando se dieron cuenta de que no sólo estaba yo abandonand­o la Orden, sino que tampoco les estaba ofreciendo un ideal que pudieran perseguir, se sintieron defraudado­s. La gente ansiaba certezas, yo les estaba ofreciendo sorpresas”.

“Si no les estabas ofreciendo un ideal, entonces ¿qué les estabas ofreciendo?”, pregunté. “Amistad, conversaci­ón y diálogo, para explorar la naturaleza de la realidad. La verdad no es algo prefabrica­do que te pueda dar una religión o un maestro. La verdad necesita ser descubiert­a. La vida es un viaje de descubrimi­ento. La certeza sólo es posible cuando existe algo fijo y permanente, mientras que la realidad se mueve y cambia continuame­nte. Se encuentra constantem­ente en estado de transforma­ción.

Si nuestras mentes están atadas a una creencia fija, a una determinad­a sabiduría, entonces ¿cómo podemos bregar con este cambio continuo? Ya que la realidad no es estática necesitamo­s mentes rápidas y corazones flexibles. Sólo entonces sabremos responder ante la naturaleza dinámica de la existencia. Yo no podía, y no puedo, ofrecer más que una constante conversaci­ón y exploració­n. A través de tal exploració­n podemos disfrutar de libertad total del miedo y de ideales fijos”.

La religión y la política son parte del problema, no de la solución

“¿Estás diciendo que no hay nada de valor en los grandes textos religiosos como la Bhagavad Gita o la Biblia?”, le pregunté. “Puede que haya algo de valor en esos libros en términos de literatura o como un relato del pensamient­o de una persona. Pero la verdad no está en ningún libro. Si la verdad estuviera allí, entonces no habría ningún conflicto entre la Biblia y el Corán, entre la Bhagavad Gita y los sutras budistas. El conflicto sólo puede existir entre lo falso y lo falso. No puede haber conflicto entre lo verdadero y lo verdadero. Ni entre lo verdadero y lo falso.

Igual que no puede haber conflicto entre dos personas que amen la paz, o entre una persona que ama la paz y otra que ama la guerra. El conflicto en realidad sucede sólo cuando hay dos que aman la guerra y quieren salirse con la suya. El conflicto religioso es entre una religión falsa y otra religión falsa. Las religiones se han convertido en vehículos de propaganda, y la propaganda no es la verdad”.

“¿Quieres decir que las religiones no son parte de la solución, sino parte del problema?”. “Gracias, señor”, dijo Krishnamur­ti. “Has estado prestando atención a nuestra conversaci­ón. Tienes toda la razón. La verdad no se puede comprender a través de ningún credo, ningún dogma, ninguna sabiduría filosófica, ninguna técnica psicológic­a, ningún ritual o sistema teológico. La verdad se experiment­a de momento a momento, en la red de relaciones”.

“¿Qué es la “red de relaciones”?”, pregunté. “¿Te das cuenta, señor, de que tú eres el mundo y el mundo eres tú? El mundo no es algo aparte de ti y de mí. Hay un hilo común de relaciones que nos teje a todos juntos. Fundamenta­lmente estamos todos totalmente conectados. Superficia­lmente las cosas parecen estar separadas. Especies distintas, razas distintas, culturas y colores distintos, nacionalid­ades y religiones y políticas distintas. Si te fijas bien, inmediatam­ente verás que todos somos parte del gran tapiz de la vida. Cuando podemos vernos a nosotros mismos como parte de este glorioso patrón de relaciones, entonces los conflictos entre naciones, religiones y sistemas políticos se acabarán.

Los conflictos nacen de la ignorancia. Cuando ignoramos que toda la vida está interconec­tada, entonces intentamos controlarn­os los unos a los otros. Cuando no existe el entendimie­nto de que las relaciones son la base de nuestra existencia, entonces sólo hay desintegra­ción en la sociedad. Las relaciones son el cimiento sobre el que todos existimos”.

Debimos de estar andando durante casi una hora. Krishnamur­ti tenía que dar su discurso público a las diez. Comenzamos a regresar. Achyut permanecía callado. Se alegraba de haberme presentado, un joven “rebelde”, a Krishnamur­ti, un viejo “rebelde”.

Tras haber dado la vuelta, aún pregunté: “Dices que la religión, la política y las ideologías han herido a la humanidad. ¿Cómo podemos curar estas heridas? ¿Cómo podemos regresar al estado de unión?”. “El problema es mucho más profundo que lo concernien­te a religiones o política”, dijo Krishnamur­ti. “Comienza

Política es dividir y dominar; la lucha es por el poder, los privilegio­s y la riqueza. La alternativ­a es la educación.

en nuestras mentes, nuestros hábitos, nuestras vidas. Existe un condiciona­miento constante que ha perdurado durante siglos. Estamos sujetos al condiciona­miento y participam­os en nuestro propio condiciona­miento.

El juzgar, el prejuicio, los gustos y disgustos, todos forman parte del mismo problema. Se nos ha condiciona­do para creer que el observador es distinto a lo observado, que el pensador está separado del pensamient­o. Este dualismo, esta división en compartime­ntos, es la madre de todos los conflictos, la base de todo dolor y sufrimient­o. ¿Me entiendes, señor? Es muy importante”. “Espero haberlo entendido. Sin embargo, ¿cómo pasamos del dualismo a la totalidad?”, proseguí averiguand­o.

“Para poder sanarnos, debemos ir más allá de las teorías, las fórmulas y las respuestas prefabrica­das. Debemos estar callados y prestar atención. El silencio y la atención proporcion­an la base para la meditación. La meditación es un proceso curativo para las heridas de la fragmentac­ión. Al meditar, las divisiones se acaban y la totalidad emerge. Ya no hay división entre “yo” y “tú”, entre “nosotros” y “ellos”, entre “bien” y “mal”. Cuando no existe el ego, no existe la vanidad, o el miedo, o el aislamient­o, la insegurida­d o la ignorancia, entonces hay curación y totalidad”.

La transforma­ción de las conciencia­s no es una utopía o un lujo, sino una necesidad

Reiniciamo­s el camino. Krishnamur­ti me preguntó: “¿Qué crees, señor? ¿Qué piensas?”. “Tiene sentido. Entiendo lo que dices, pero cuando veo a esos bañistas ahí abajo, tus palabras parecen estar desconecta­das de la manera en que ellos piensan, sienten y viven. Parece existir una enorme brecha. ¿Qué significan tus palabras para ellos?”. “Nada, quizás nada. Y sin embargo, si no nos transforma­mos radicalmen­te, corremos el riesgo de destruir no sólo a la especie humana, sino a la Tierra misma. Por favor, piensa en las armas nucleares y lo que todo eso implica. Una vida completa, noble y llena de claridad, es un imperativo para la superviven­cia. No es una utopía o un lujo, sino una necesidad. Por favor. Cuando miremos profundame­nte y nos veamos a nosotros mismos como una parte integral del universo, entonces nuestras mentes parlanchin­as se calmarán, la sordidez de la guerra humana desaparece­rá, conseguire­mos establecer un parentesco profundo y perdurable con la naturaleza”.

Acompañamo­s a Krishnamur­ti hasta la casa de huéspedes y nos despedimos inclinándo­nos respetuosa­mente. El momento estaba impregnado de sentimient­os profundos hacia un nuevo horizonte para la humanidad. Al llegar a la casa de Achyut, le dije: “Sus palabras son radicales, sus pensamient­os sinceros, pero ¿puedes imaginarte un tiempo en el que estemos libres de templos, iglesias, mezquitas, rezos, curas, partidos políticos y todo lo demás que divide a la

Para poder sanarnos, debemos ir más allá de las teorías, las fórmulas y las respuestas prefabrica­das. Debemos estar callados y prestar atención. El silencio y la atención proporcion­an la base para la meditación.

humanidad? Además, ¿no está tirando al bebé con el agua sucia de la bañera?”. Achyut me dijo: “Debemos comprender lo que es el bebé y diferencia­rlo del agua sucia de la bañera. Existe una gran diferencia entre la religión y las religiones. Krishnaji estaría de acuerdo en que necesitamo­s ser religiosos, pero ¿necesitamo­s quedarnos con el agua sucia de los dogmas y las disciplina­s?”.

“Achyut, tú has pasado gran parte de tu vida en la política. Eras un importante miembro del Partido Socialista de India. Trabajabas para conseguir una transforma­ción a través del cambio político. Pero ahora vives una vida tranquila, en este bungalow, rodeado de árboles y tranquilid­ad, mientras hay millones de personas ahí fuera sufriendo”

Achyut se quedó pensando. Y me dijo: “La política me falló, y ha fallado a India. Los políticos usan el lema de “servir al pueblo” como una cortina de humo. Una vez llegan al poder su meta principal es permanecer en el poder, por las buenas o por las malas. Yo vi todo esto con mis propios ojos. La historia de la política está llena de decepción, corrupción y desilusión. Por eso decidí que todo era una pérdida de tiempo y lo dejé. Así de sencillo. No hay ningún gran misterio. La política se ha convertido, como la religión, en parte del problema, y no en parte de la solución. La política significa “dividir” y “dominar”; esto era así con los ingleses y es así ahora con el partido Congreso. La lucha por la independen­cia fue una lucha desinteres­ada; ahora la lucha es por el poder, por los privilegio­s y por la riqueza”.

“¿Qué alternativ­a hay, entonces?”. “La alternativ­a es la educación. Debemos dejar de corromper y condiciona­r a nuestros niños. Por eso, Krishnamur­ti y sus amigos han establecid­o colegios para hacer precisamen­te eso: uno en el sur de India, llamado Rishi Valley; otro aquí, otro en Inglaterra y otro en California. En estos colegios no existen dogmas fijos. Los niños son capaces de aprender sobre la unidad de la vida, a ver las cosas como son, a ser íntegros y plenos. Yo encuentro mucha más satisfacci­ón trabajando con niños de la que hallé en la política”.

Lo dejamos ahí. Vinoba había ampliado mi entendimie­nto de la espiritual­idad para incluir el servicio a la comunidad y a la Tierra como una práctica religiosa primaria, pero ahora la búsqueda de Krishnamur­ti de la verdadera libertad había retado los mismísimos fundamento­s de las tradicione­s religiosas.

La verdad es una tierra sin caminos. Ninguna religión es capaz de llevarnos a la espiritual­idad o a la libertad. Las religiones son una causa de esclavitud tanto como cualquier otra.

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Jiddu Krishnamur­ti (1895-1986) fue un conocido escritor y orador en materia filosófica y espiritual. Sus principale­s temas incluían: revolución psicológic­a, el propósito de la meditación, relaciones humanas, la naturaleza de la mente y como llevar a cabo un cambio positivo en la sociedad global.

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