Patagon Journal

Liberando al Taimen Gigante

En la esquina norte de Mongolia, la pesca con mosca sustenable llega para conocer de cerca a un raro y ancestral depredador.

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EN MEDIO DE LA NATURALEZA DE MONGOLIA es fácil pensar en que podríamos estar también en una arquetípic­a región patagónica. Es temprano en la mañana y el río corre tranquilam­ente por las altas tierras mongoliana­s bajo un cielo que asemeja un arca de color azul profundo. En estas gélidas aguas, y bajo nuestro bote, merodea un depredador que nunca se verá en el rio Futalefú en Chile. Es un monstruo de río lo suficiente­mente poderoso para sacudir los nervios de hasta el más experiment­ado pescador con mosca.

Estamos aquí por el taimen, el pez de agua dulce más grande del mundo. Este increíble espécimen puede crecer hasta más de dos metros de largo (alrededor de seis pies) y vivir más de 50 años. A ratos canibalesc­o, los Hucho taímen, su nombre científico, son los reyes acuáticos de sus dominios en el río, devorando no sólo otros peces si no también pequeños mamíferos, murciélago­s y ratas almizclera­s, o casi cualquier cosa de tamaño manejable que caiga al agua. Con poderosas y dentadas mandíbulas, los ataques del taimen hacia su horrorizad­a presa son brutales. Es un pez único, capaz de desafiar la comparació­n con otros miembros de la familia de los salmónidos.

Desde que leí por primera vez sobre este increíble pez cuando niño, había querido capturar uno. Ahora, mi amigo Klaus y yo nos encontramo­s en medio de este atractivo sueño de niñez mientras nos deslizamos hacia los territorio­s de pesca del legendario taimen con nuestros guías del Mongolia River Outfitters. Atrapar un taimen adulto no sería tarea sencilla. Sus bocas huesudas y fuertes están llenas de dientes que hacen que la entrada de anzuelos sea difícil. Poseen la estresante habilidad para destrozar líderes en rocas o en árboles hundidos. Es más común tener sólo un contacto breve con un taimen que, de hecho, capturar uno.

Esta tampoco es una expedición ordinaria de pesca con mosca. Estamos entrando en el primer santuario de taimenes del mundo. Establecid­o hace cinco años, es un vasto espacio extendiénd­ose por más de 200 kilómetros (300 millas). Mongolia River Outfitters limita la temporada de pesca a sólo dos meses y el número de pescadores en cada ribera a menos de 25 por año. Hasta el nombre del río en que estamos es mantenido en secreto del público. Acá estrictame­nte es atrapar y soltar anzuelos simples sin lengüeta. Sólo se permite pesca con mosca. En suma, una serie de buenas noticias para un

season to about two months, and limits the number of anglers on each stretch of the river to less than 25 per year. The name of the river we are on is even withheld from the public. Here it is strictly catch- and- release, single barbless hooks, and fly fishing only. That’s all good for lucky fishermen like me -- it just means more fish in the water. It’s also necessary.

Despite its intimidati­ng stature and its status as the top predator in Mongolia’s rivers, scientists recently listed the taimen as a vulnerable species on the World Conservati­on Union’s Red List of Threatened Species. There are only a few rivers left in Mongolia, or the world, with thriving taimen population­s. Much like the brown trout, it requires clean, oxygenated water as well as free river passage. Pollution and human structures such as dams pose a severe threat to their survival, as does over-fishing and illegal netting. The species is in dire need of protection in a country where for years developmen­tal progress has trumped nature concerns.

So far, conservati­on initiative­s involving a partnershi­p between fly fishing outfitters, government agencies and environmen­tal groups like WWF have succeeded in creating a model for sustainabl­e fly fishing. Mongolia River Outfitters in particular has taken a lead through the River Wolf Partnershi­p, which helps combat poaching by involving six local communitie­s in the protection of the river through diverse actions including public education and equipping local rangers. Locals have bought in to conserving the taimen, in part because the fate of this species depends upon it, but also for their economy. Sustainabl­e fishing tourism is good business over the long-term for hotels, restaurant­s and more, and especially for Ulaan Baatar, the Mongolian capital where all visiting fishermen must first arrive.

In our final two days on the river, the weather deteriorat­es. We battle the Mongolian winter just to keep our fingers warm, gear free of ice, and entice the taimen out of their cold weather torpor. Despite dutiful casting, we see little action from the elusive fish. Less than an hour before the last bend in the river, I resign myself to appreciate what I did accomplish. Although I did not catch the hoped-for big trophy I caught an amazing 40 taimen in six days of fishing. The guide service, camp dynamics, and the scenery made this a phenomenal trip.

Then, it happens. From below a towering cliff, a ghostly white flash shoots spasmodica­lly through the water. The shock propagates through my line as the fly evaporates. I set the hook instinctiv­ely, but the weight is massive and unexpected. The taimen thrashes violently, then charges downstream.

The next 15 minutes are an outright dogfight. Any attempt to gain on this fish is met with seeming contempt. I cannot budge this monster. Twice it seems wedged under boulders or rocks, but both times the guide places the boat cross current for maximum side pressure and force the fish back out into the open.

Painstakin­gly, the taimen is coaxed to the surface, where it suddenly and ferociousl­y engages in doomsday-like pulls and jerks. My heart nearly bursts when twice the line slackens, but the slack is simply from the convulsive movements of the fish close to the boat. Once we’re in the shallows and can see the ominous shadow hover over the gravel downstream, Klaus stealthily enters the water with a net.

While tired out, Klaus’s silhouette against the sky causes the fish to summon its last reserves of energy and it surges into deeper water again. Now, more determined than nervous, I bring this fish around. Klaus sneaks up on the old river giant and it glides into his net’s cobweb embrace.

Jubilant and cheering, I leap from the boat! Lifted from the water, this huge 125 cm taimen has a dark glow, uncountabl­e black dots and big, soulful eyes. As I hold this ancient creature, I understand the nature of my dream to catch him. Seconds later, released into the icy water, the fish rebellious­ly slaps its tail on the surface of the water before whirling away into the depths to reclaim its domain.

pescador suertudo como yo, por la significan­cia de tener más peces en el agua.

Todas estas medidas son absolutame­nte necesarias. A pesar de su estatura intimidant­e y estatus de depredador supremo en los ríos de Mongolia, los científico­s recienteme­nte clasificar­on al taimen como una especie vulnerable en la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza. Sólo quedan algunos ríos en Mongolia, o el mundo, con una población próspera de taimenes. Muy parecida a la trucha marrón, requiere aguas limpias y oxigenadas como también un paso expedito por el río. La polución y estructura­s humanas –represas por ejemplo- asoman como amenazas severas para su superviven­cia. Afectados por la pesca excesiva y las redes ilegales, la especie está en la imperiosa necesidad de protección en un país donde por muchos años el desarrollo ha triunfado por sobre la preocupaci­ón de la naturaleza.

Hasta ahora las iniciativa­s conservaci­onistas, que incluyen una cuidadosa hermandad entre los proveedore­s de pesca con mosca, agencias gubernamen­tales y grupos medioambie­ntales como WWF, han triunfado en crear lo que puede ser un buen modelo para una pesca con mosca sustentabl­e. Particular­mente en Mongolia River Outfitters han tomado la iniciativa a través del River Wolf Partnershi­p, la cual ayuda a combatir la caza furtiva al involucrar a seis comunidade­s locales en la protección del río a través de diversas medidas, entre ellas la educación pública y el equipamien­to de los guardaparq­ues de la zona.

Los locales se han reconverti­do hacia la conservaci­ón del taímen, en parte porque el destino de esta especie depende de ello, pero también por su economía. El turismo que atrae la pesca sustentabl­e es un buen negocio a largo plazo para los hoteles, restaurant­es, entre otros beneficiar­ios. Especialme­nte para Ulaan Baatar, la capital mongola donde todos los pescadores visitantes deben llegar en primera instancia.

En nuestros últimos dos días, el clima se deteriora. Combatimos el invierno mongol sólo para mantener nuestros dedos aclimatado­s, permanecer libres del hielo reinante y atraer al taimen a salir de su letargo de clima frío. A pesar de organizar adecuadame­nte nuestra labor, vemos poca acción. Estamos a algo menos de una hora antes de la última curva del río, y ya me resigno a apreciar lo que sí logré. A pesar de que no atrapar a una gran presa capturé unos sorprenden­tes 40 taimenes en seis días de pesca. El servicio de guía, lugares de acampado y el escenario de la naturaleza generaron un viaje fenomenal.

Y de pronto, ocurre. Desde abajo de un acantilado imponente, un fantasmal y blanco flash se dispara espasmódic­amente a través del agua. El shock se propaga a través de mi línea mientras la mosca se evapora. Preparo el anzuelo instintiva­mente, pero el peso es masivo e inesperado. El taimen azota violentame­nte y luego emprende marcha río abajo.

Los siguientes 15 minutos son derechamen­te una pelea de perros. Cualquier intento por tomarle ventaja a este pez es devuelto con aparente desprecio. No puedo hacer ceder a este monstruo. Dos veces parece encajado bajo peñascos o piedras, pero en ambas el guía sitúa el bote cruzado a la corriente para generar mayor presión lateral y forzar al pez hacia afuera.

Laboriosam­ente el taimen es atraído hacia la superficie, donde de manera repentina y ferozmente realiza tirones y espasmos apocalípti­cos. Mi corazón casi explota cuando la línea afloja en un par de ocasiones, pero son simplement­e los movimiento­s convulsivo­s del pez cercano al bote. Una vez que estamos en aguas poco profundas y que podemos ver la sombra amenazador­a cernirse sobre el fondo del río, Klaus, silenciosa­mente, entra al agua con una red.

Aunque agotado, la silueta de Klaus contra el cielo provoca que el pez reuna sus últimas reservas de energía y se sumerja en aguas profundas nuevamente. Ahora, más determinad­o que nervioso,

“Here it is strictly catchand-release… That’s all good for lucky fishermen like me -- it just means more fish in the water." “Aquí es estrictame­nte atrapar y soltar... buenas noticias para un pescador afortunado como yo; esto significa que hay más peces en el agua.”

le doy la vuelta al pez. Klaus sorprende al viejo gigante del río y este se desliza hacia el abrazo telarañezc­o de su red.

¡Jubiloso y gritando, salto del bote! Levantado del agua este tremendo taimen de 125 centímetro­s tiene un brillo oscuro, incontable­s puntos negros y grandes y conmovedor­es ojos. Mientras sostengo esta criatura ancestral, entiendo la naturaleza de mi sueño de capturarlo. Segundos después, ya liberado en el agua helada, el pez rebeldemen­te azota su cola en la superficie del agua antes de nadar lejos hacia las profundida­des para volver a reclamar sus dominios.

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El autor con un taimen gigante. Algunos científico­s dicen que el actual salmón y la trucha evoluciona­ron de la antigua especie del taimen.
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Some scientists say modern day salmon and trout evolved from the
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The author holding a giant taimen. Some scientists say modern day salmon and trout evolved from the ancient taimen species.
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