Colegio gitano: de una carpa a las clases tradicionales
Al centro del campamento gitano del Puente Zorrillo en La Serena, se encuentra el primer Colegio Gitano del país, que lleva cerca de cuatro años funcionando con la intención de acercar la enseñanza a los niños pertenecientes a esta cultura.
En 2013, el colegio nació tras la petición de una madre de dos niños que quería que sus hijos aprendieran a leer y escribir, por lo que le dijo al pastor adventista, David Victoriano que recibiera a los niños en el colegio de su religión. Luego de esta conversación, el directivo religioso quiso hacer una invitación extensiva a todos los niños del campamento para que pudieran unirse a la enseñanza.
“Surgió como una iniciativa de los mismos gitanos, y nosotros quisimos ser un aporte para que más niños tengan la oportunidad de estudiar. Con el tiempo el colegio ha servido como un impulso para adaptarse al sistema escolar tradicional y, en muchos casos, son los primeros gitanos de sus familias en recibir escolarización”, cuenta el pastor.
En una primera instancia el colegio se habilitó en una carpa (“chara”, en idioma romané), y tras algunos meses, el municipio de La Serena donó una mediagua para que los alumnos pudieran tener una sala de clases en un ambiente más estable, la que funciona hasta hoy.
Actualmente hay cerca de 20 niños entre los 6 y 14 años matriculados, pero el número de asistentes baja de forma imprevista. “Hay días en que estamos todos, y otros en que las clases se hacen con dos. Son muy variables, como todo con los gitanos”, relata Luz Irene Bustos, profesora del colegio.
El inédito proyecto escolar busca que los niños puedan asistir de forma periódica a clases, lo que en muchos casos no sucede en el sistema tradicional, porque se sienten discriminados por su estilo de vida o simplemente no se pueden adaptar.
“El sistema tradicional no se ajusta a ellos por el estilo de vida que llevan. Ellos son migrantes, por lo que la ventaja de este sistema de estudio es que es flexible, además que la escuela está dentro del mismo campamento”, explica el actual coordinador del proyecto del colegio, pastor Bemis Benavente.
“La escuela los va insertando en el sistema y después muchos quedan con las ganas de poder ir a una escuela tradicional. Esto sirve para introducirlos en el sistema educacional”, cuenta el alcalde de La Serena, Robert Jacob.
“Las clases son muy variables, como todo con los gitanos” Luz Irene Bustos, profesora del colegio