“TOUR” POR EL RECORRIDO DEL TRANSANTIAGO CON LA MÁS ALTA EVASIÓN
El servicio F06 del Transantiago, que recorre unos 20 km de calles entre La Cisterna y Puente Alto, muestra 61,6% de no pago, ubicándose por sobre los otros 59 recorridos que fueron evaluados de forma aleatoria durante el primer trimestre de 2017 por las
“Si te haces el ‘choro’ te expones a que te peguen, y si no paras te rompen la micro” Juan Carlos Jiménez, chofer del recorrido F06
“¡Permiso tío! ¡ Permiso maestro! ¡ permiso! ¡ permiso! ¡permiso!...” La banda sonora se reproduce a cada momento en el interior del bus F06 del Transantiago. El recorrido posee un 61,6% de evasión, el más alto del sistema según datos obtenidos vía transparencia. Publimetro decidió subir a este servicio durante las 3 horas que tarda en ir y volver desde la Estación Intermodal de La Cisterna hasta los pies del Cerro La Ballena, en Puente Alto.
“La micro del pueblo”, como la denominan sus propios choferes, recorre de poniente a oriente el sector sur de Santiago. Son cerca de 20 kilómetros, en su mayoría entre calles angostas y casas bajas de El Bosque, La Pintana y Puente Alto. El recorrido se desentiende de los troncales y las grandes avenidas e ingresa al corazón de poblaciones forjadas a partir de los años 80.
A las 16:25, mientras el bus espera por iniciar su recorrido, un fiscalizador controla el ingreso y el pago. Se suben 10 personas. Algunas quedan con $0 en sus tarjetas, otras utilizan el viaje de emergencia, pero nadie elude el validador. “Acá todos pagan, es afuera donde nadie lo hace”, advierte el inspector de STP, empresa operadora del servicio.
Con pocos minutos a bordo ya se puede entender el conflicto. En cada paradero quienes no pagan son la amplia mayoría y lo hacen bajo la desinteresada mirada del conductor, quien se justifica en el temor a ser agredido. “Si te haces el ‘choro’ (sic) te expones a que te peguen, y si no paras te rompen la micro”, señala Juan Carlos Jiménez, encargado de llevar el bus a su destino.
No obstante, el conductor dice estar acostumbrado y asegura que sus jefes también lo están, razón por la que no lo regañan pese al alto porcentaje de no pago. Para él, hasta las autoridades se desentienden al saber “cómo son las cosas”.
“Llevo seis meses haciendo este recorrido, sólo una vez se subieron inspectores y no bajaron a nadie”, explicó.
Los “chanchos” como califican los conductores a los evasores en la jerga “transantiaguina”, son en su mayoría jóvenes. Mientras los adultos mayores pagan, pese a lo escabullida que se encuentre la Bip! en sus bolsillos y carteras, son los sub-40 quienes demuestran su “expertise” en el salto del torniquete. Quien puede saltar lo hace. Otros validan una vez y sujetan el torniquete para que ingresen gratis sus familiares o amigos. Quien no logra acceder y no considera que pagar sea opción tampoco pierde la cabeza: simplemente se queda junto al chofer en la parte delantera.
“El pasaje es muy caro para el mal servicio que entregan. Tienen mala frecuencia y los choferes a veces no paran”, explicó a Publimetro Lorena Valenzuela, usuaria del servicio, quien pese a validar defiende a quienes no pagan.
En algunas oportunidades el bus no se detiene donde corresponde o cierra sus puertas antes de que suban todos. Según el conductor, esto lo hacen al identificar a los potenciales evasores. “Cierro antes que suban”, señala el chofer, pese a que en esta decisión sale damnificada más de alguna persona que queda abajo tarjeta en mano.
Los conductores también refieren algunas de sus artimañas para vaciar la máquina cuando está colmada completamente por evasores. “Juego con el sistema hidráulico y los frenos para hacer parecer que el bus tiene problemas. Luego me detengo y le digo a la gente que quedamos en panne. Una vez que se bajan arranco de nuevo”, revela un operador del recorrido que, por coincidencia, se sube como pasajero mientras abordamos el vehículo. Pese al diagnóstico en terreno, desde el Ministerio de Transportes advirtieron que durante los últimos meses han crecido en 5% las validaciones en este recorrido. La razón, explican las autoridades, sería el aumento de torniquetes, los que llegan al 50% de la flota. Sin embargo, los choferes creen que aún es insuficiente: “Hay gente que va a dos cuadras a comprar el pan en micro. Esto se transformó en una costumbre”, sostiene Jiménez.