Maltratos a más de 500 niños en coro alemán 67
El grupo católico fue liderado durante 30 años por el hermano del papa Benedicto XVI
Al menos 547 niños del famoso coro católico alemán de Ratisbona fueron víctimas de malos tratos, incluyendo violaciones, cometidos entre
1945 e inicios de la década de
1990, según un informe de la investigación publicado ayer.
Unos 500 niños del coro Regensburger Domspatzen (los gorriones de la catedral de Ratisbona) sufrieron maltrato físico y 67 de ellos, agresiones sexuales, incluyendo violaciones, indicó Ulrich Weber, el abogado al que la iglesia encargó arrojar luz sobre este caso, que estalló en 2010.
Los casos son ampliamen- te superiores a las publicadas en enero de 2016, cuando un informe intermedio habló de 231 víctimas. En febrero de 2015, las autoridades católicas locales solo habían reconocido 72.
Los hechos se refieren a delitos y crímenes que van de la privación de alimentación a la violación, pasando por golpes y agresiones sexuales.
La mayoría de los casos prescribieron, por lo que los 49 presuntos autores de violencia identificados en el informe no serían juzgados. No obstante, cada una de las víctimas debería recibir hasta 20.000 euros de indemnización (unos 14 millones de pesos chilenos).
Las víctimas describieron su paso por este coro milenario y mundialmente conocido como “una prisión, de los niños sufrieron agresiones sexuales, incluídas violaciones, según el informe un infierno y un campo de concentración”, “el peor momento de su vida, marcado por el miedo, la violencia y la angustia”, declaró Weber. institución.
Según Weber, el hermano del Papa emérito estaba al corriente y habría “mirado a otra lado”, ya que reinaba una “cultura del silencio” en el seno del coro, donde parecía primar la protección de la institución, según el abogado.
Las etapas más álgidas fueron las décadas de los ‘60 y 70, mientras que a partir de 1992 empezaron a abordarse las primeras denuncias de víctimas.
El representante del colectivo de víctimas, Peter Schmitt, elogió el trabajo de Weber, por considerar que ha contribuido enormemente a sacar a la luz esos casos, aunque advirtió que sigue habiendo una “cifra oscura” de víctimas anónimas que no se han atrevido aún a relatar la experiencia vivida.