El otro lado de Violeta: una mujer adelantada a sus tiempos
Una de las biografías más completas aborda su vida más allá de sus obras, describiendo su personalidad de mujer fuerte
Mucho se ha escrito de Violeta Parra. La cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista, es considerada una de las principales folcloristas en América y es una de las principales representantes de la música popular chilena.
Violeta, nuestra Violeta, llevó el nombre de nuestro país a las galerías de arte más reconocidas del mundo. ¿Alguna vez nos hemos preguntado lo difícil que fue para ella ser artista, mujer y madre en los comienzos del siglo XX?
Este año se cumplen 100 de su natalicio y, en su nombre, se han realizado una serie de eventos y celebraciones. Pero más allá de su gran obra, Violeta fue una mujer adelantada a su época.
Sobre ella se han escrito varios libros, pero el único que ha sido reconocido por su hijo Ángel Parra como “el mejor libro que yo he leído sobre mi madre”, fue “La vida intranquila: biografía esencial de Violeta Parra”, escrita por Fernando Sáez. Esta biografía publicada en 1999, volvió este año en una nueva edición de Planeta por el centenario.
Mujer adelantada a sus tiempos, pese a haber contraído matrimonio con Luis Cereceda en 1938, ella puso como condición “seguir con lo suyo, continuar cantando con sus hermanos”.
Violeta no fue una esposa “convencional” para la época. Defendió su derecho a seguir trabajando en su arte.
El autor señala que esto provocó las primeras peleas matrimoniales, ya que Luis esperaba “sentir el orgullo del marido en la costumbre arraigada de la mujer en la casa y el hombre en el trabajo”. Esto no dio para más, y terminaron separados. El texto continúa con un relato cercano y amigable, que permite ver e imaginar la vida de Violeta.
Escribiendo constantemente “esa poesía que simplemente le brotaba de la piel” y asistiendo a bares y otros lugares para cantar, ya fuese sola o acompañada, Violeta fue entregando su arte al mundo.
Un gran tema de hoy es “la mujer trabajadora y su rol de madre”. Pues ya en las décadas de los 40 y 50, Violeta volvía a demostrar que para ella, la maternidad no era ningún impedimento y era completamente compatible con su arte. “Los embarazos el parto, la maternidad, resultaban para ella algo natural, propio de la vida corriente y cotidiana. Sin que nada de ello impi- diera ni postergara su trabajo”, se explica en las líneas de su biografía.
“Sus hijos eran parte de ella, en un sentido muy literal. Isabel, Ángel y luego Carmen Luisa la acompañaban en su trabajo, participaban de sus proyectos y apenas caminaban cuando ya tomaban la guitarra, para bailar y cantar”, continúa el relato. Esto sin duda marcaría a sus hijos, quienes siguieron con el amor al arte, transmitiéndolo incluso a los nietos de la artista. Y hoy, se reconoce a la familia Parra en su totalidad, como representantes de un gran legado artístico.
El texto también recuerda el drama que vivió con su cuarta hija, Rosita Clara, que murió con tan sólo dos años de edad. cuando Violeta estaba de viaje en la Unión Soviética.
“Sus hijos eran parte de ella en un sentido muy literal. Todos la acompañaron en su trabajo apenas caminaban”