Ni drogas, ni armas, ni órganos: éste es el nuevo comercio ilegal que se mueve en el mercado negro
A pesar de que tenemos decenas de playas y desiertos, usamos el doble de la cantidad de arena producida por cada río del mundo en un año, unos 50 mil millones de toneladas de este elemento anualmente.
Después del aire y el agua, la arena es nuestro recurso natural más utilizado, incluso más que el petróleo. Lo empleamos para hacer comida, vino, pasta de dientes, vidrio, chips de computadora, implantes mamarios, cosméticos, papel, pintura, plásticos, entre otros productos.
No obstante, su principal uso es en la construcción, donde se consume una cuarta parte del recurso natural disponible en nuestro planeta. Los granos angulares y desiguales que posee la arena de las playas son perfectos para las mezclas de cemento, ya que se adhieren de manera más rápida al compuesto. De ahí que el boom inmobiliario devore cantidades ingentes de este elemento.
La escasa regulación en muchos países alienta la presencia de redes mafiosas. A principios de la dé- cada del 2000, el comercio ilegal de arena en Indonesia llegó a una situación tan extrema que el país empezó a perder territorio. Hoy día, unas 25 islas ya han desaparecido, y con ellas, sus playas.
Tan deseable es que en los portales de compra más importantes del mundo están apareciendo vendedores que ofrecen este recurso natural en subasta.
Mientras más icónica, famosa y recóndita sea la playa, más vale su “polvo dorado” en el mercado negro. Algunos pensaron que podría ser “Rocket”, el mapache de Los Guardianes de la Galaxia, mientras otros aseguraban que tal vez la picadura de una araña radiactiva le había dado poderes. Lo cierto es que todos tenían una teoría acerca de cómo había llegado un mapache hasta los pisos más altos de un rascacielos.
El hecho ocurrió la tarde del martes en un edificio en St. Paul, Minnesota, y su “hazaña” cautivó de inmediato a los habitantes de la ciudad que seguían minuto a minuto, preocupados lo que ocurría a través de las redes sociales.
El animal se había detenido en el piso 20 de la Torre UBS y no podían sacarlo de ahí, porque las ventanas de la construcción no podían abrirse, así que sólo había que esperar.
La cercana Radio Pública de Minnesota creó un hashtag #mprraccoon para que los ciudadanos siguieran lo que sucedía con la criatura del bosque.
Finalmente, los funcionarios de Control Animal de la ciudad lograron rescatar el animal tras varias horas, atrayéndolo hacia el techo del edificio con comida.