“BALAS POR PELOTAS” EN LAS AFUERAS DEL CDA DE LA “U”
Crónica de una triste jornada en el Centro Deportivo Azul. Los hinchas, varios de ellos niños, pasaron del aliento a sus ídolos al miedo y la desesperación
Uno de los reclamos más grandes que le ha hecho la hinchada de Universidad de Chile a la sociedad anónima Azul Azul es la poca presencia que ha tenido durante sus 11 años de administración del club. Bajo esa consigna, la concesionaria realiza diferentes actividades que buscan acercar a los fanáticos a las dependencias del club en La Cisterna, tales como visitas guiadas, partidos de las divisiones menores o, incluso, entrenamientos del primer equipo de la “U”.
Con el afán de generar un vínculo con sus hinchas abonados, que siempre son personas que están empadronadas e identificadas, Azul Azul eligió a cerca de 40 fanáticos para que vieran la práctica abierta que encabezó Frank Darío Kudelka ayer en el Centro Deportivo Azul, donde el técnico dispuso un partido reducido entre dos equipos, con la intención principal de que los seguidores disfrutaran de las jugadas y los goles de sus ídolos, además de ofrecer la instancia de tenerlos más cerca de lo que están semana a semana en el Estadio Nacional.
Sin embargo, con la actividad ya terminada, tres hinchas pasaron desde la mayor de las alegrías hasta su peor pesadilla, cuando recibieron, fuera del CDA, balazos disparados desde un vehículo ocupado por sujetos no identificados por las autoridades policiales, y que se dio a la fuga luego de castigar a fuego a los fanáticos que se retiraban entre risas, e, incluso, daban cuenta de cómo había estado la instancia a algunos medios de comunicación.
Ante eso, los gritos de desesperación calaron en cada rincón del recinto y no dejaron indiferente a nadie. Dado que Matías Rodríguez e Iván Rozas eran los únicos jugadores del plantel profesional que habían dejado las dependencias, sólo segundos antes del tiroteo, el resto de los futbolistas miraban atónitos cómo los lesionados tenían que ser atendidos en las camillas, donde minutos antes habían hecho trabajo recuperativo.
Con la urgencia y el sus- to que significaba escuchar balas en un centro de entrenamiento profesional, ajenos a esa realidad en el día a día, ninguno de los presentes podía mantener el control total de sus cabales y la situación tomó tintes hollywoodenses cuando los lesionados tuvieron que entrar cojeando y sangrando a las dependencias de la “U”, pidiendo por una ayuda médica inicial que se prestó rápido, pero que no servía para ahogar los gritos de dolor que hacían eco dentro de todo el perímetro azul.
Impotencia e investigación
Con las vacaciones escolares en proceso, varios de los fanáticos llevaron a sus niños para que conocieran de cerca a sus ídolos y por eso la escena no sólo contaba con los gritos de desesperación de los heridos, sino que también se evidenciaba la impotencia de los familiares, que nada podían hacer y que veían cómo los más pequeños no podían sobreponerse al shock emocional que significaba presenciar un acto delictual de esa magnitud, inundando de lágrimas el Centro Deportivo Azul.
Por esto los hinchas se desesperaron y las emprendieron contra los medios de comunicación presentes, quienes, también sorprendidos, recibieron golpes y empujones dentro de un escenario que buscaba encontrar más información, sobre todo con la llegada de Carabineros y la Policía de Investigaciones al recinto.
Aunque la policía poco pudo recabar durante la extensa investigación de varias horas en el CDA, tanto Carabineros como la PDI confían en que las cámaras de seguridad puedan ayudar a encontrar a los responsables de una jornada que esperaba ser sólo de alegrías para la “U” y sus hinchas, pero que terminó con fanáticos postrados en camas del hospital Barros Luco y que jamás olvidarán los minutos más terroríficos vividos por seguir una pasión.
“Estamos hablando de una tierra sin ley, de llegar a la altura de países que conviven con ese tipo de problemas, y nosotros, hasta el momento, estábamos ajenos a eso” David Pizarro