EL BALANCE DE LA OLA FEMINISTA
Terminada la última toma en la Upla, los logros del movimiento ya se comienzan a observar en las universidades
Entre aplausos, firmas y cánticos terminó la última toma feminista universitaria. Luego de 107 días de actividades paralizadas, la Universidad de Playa Ancha retomará las clases tras lograr “el 100% del petitorio”, según confirmaron desde la Federación de Estudiantes de la Upla.
“Comunicamos con el corazón lleno y las convicciones intactas que hoy logramos ganar la lucha que sostuvimos durante 107 días”, aseguraron las voceras de la ocupación más extensa de la ola feminista.
Las movilizaciones a nivel nacional comenzaron el 17 de abril en el sur del país, específicamente en la Universidad Austral. En dicha casa de estudios, el caso de un profesor de ciencias que acosó a una funcionaria, cuya sanción fue sólo un cambio de unidad, provocó la primera toma. Luego vino el “efecto dominó” en planteles de educación superior de norte a sur.
Los 134 días de movilizaciones dejaron una sensación positiva entre las voceras de las asambleas de mujeres. Sin embargo, las dirigentas recalcan que siguen en la pelea por hacer de las universidades lugares libres de acoso y más igualitarios.
Javiera Amaya, vocera de la toma de la Universidad Diego Portales, celebra que lograron “cambiar una conducta dentro del espacio universitario, ya que ahora hay una forma distinta de aceptar las críticas. Logramos generar una confianza para poder conversar sobre las actitudes machistas”. aseguró.
En los casi cuatro meses, el movimiento muestra triunfos tangibles, como la desvinculación de profesores denunciados por acoso. El caso más emblemático fue el del académico Carlos Carmona, quien renunció a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile: dimitió a partir de la denuncia de acoso sexual presentada por una alumna.
En las universidades de Santiago, Austral, de Concepción y Andrés Bello, también se desvinculó a académicos por acusaciones del mismo tipo. Además, el movimiento logró que las autoridades se pusieran a trabajar en la actualización de protocolos antiacoso.
En tanto, apenas tres días de toma de la Casa Central de la Universidad Católica bastaron para conseguir una serie de medidas en pos de la integración y la igualdad. Uno de los más aplaudidos fue el reconocimiento del nombre social de los estudiantes trans de la comunidad, quienes denunciaron discriminación en actividades tan simples como hacer el ingreso a la biblioteca del establecimiento. Otra de las reivindicaciones logradas incluyen la aceptación del lenguaje inclusivo en trabajos académicos y la revisión de la bibliografía para potenciar a mujeres intelectuales.