El odio y la mentira ponen a Brasil al alcance de la ultraderecha: ¿y ahora qué?
Los brasileños, los socios de Brasil y los mercados esperan este lunes señales concretas de lo que significarán las rupturas prometidas por el ultraderechista Jair Bolsonaro
Apuñalado en septiembre de este año, Jair Bolsonaro se ha convertido en el presidente más radical y de extrema derecha de América Latina.
Ex militar, declarado a favor de las dictaduras en lugar de las democracias irresponsables, contrario al enfoque de género y las libertades homosexuales, entre otras características, el discurso de Bolsonaro supo capitalizar la indignación de los brasileños frente a los actos corruptos de los últimos gobernantes.
El evangélico Jair Bolsonaro es la versión brasileña del fenómeno del populismo de derecha global y ha ganado las elecciones con un 55% de preferencias. El escenario de Brasil y de América Latina cambiará sin duda con este viraje a la extrema derecha. El ex capitán del Ejército, del Partido Social Liberal (PSL), anticipó que recortaría de 29 a 15 el número de ministerios y que no armaría una coalición a cambio de puestos.
Desafíos versus propuestas
A partir de enero de 2019, deberá resolver sus contradicciones para cumplir sus promesas electorales: leyes de posesión de armas a la población, erradicar la inseguridad pública, en un país donde 60.000 personas fueron asesinadas en 2017, y la disminución del gasto público.
Deberá lidiar con un Congreso con partidos débiles y dominado por los lobbies y con una sociedad partida después de una campaña electrizada por el rechazo visceral al adversario.
El nuevo presidente tendrá que tomar las riendas de una economía que todavía se tambalea y poner en orden las cuentas de un país que en los últimos años ha visto de nuevo un crecimiento de la pobreza, dejando atrás una década de avance social.
Los datos reflejan la situación de un gigante que avanza con pies de barro en materia económica, en medio de una creciente desigualdad y un aumento del número de pobres, que subió de 17,1 millones en 2014 a 23,3 millones en 2018.
Bolsonaro, guiado por su consejero económico, Paulo Guedes, ha prometido poner en marcha una agenda liberal, con peso en las reformas y privatizaciones.
En materia de seguridad, el brasileño promete relajar las normas de actuación de la policía, en un país donde los agentes ya matan a una media de cinco mil personas al año, lo que promete también disparar las muertes por arma de fuego en un país donde el año pasado ya se alcanzó la cifra récord de 63.880 homicidios.
El programa de Bolsonaro promete “protección jurídica” a los policías en ejercicio de su actividad. “Si uno de nosotros, civil o soldado es atacado (…) y si dispara 20 veces sobre el atacante, debe ser condecorado y no ir a la Justicia”, lanzó el candidato en agosto.
Las ONG de defensa de los derechos humanos ya advirtieron sobre los riesgos de esa política en las intervenciones en las favelas.
Bolsonaro prometió inicialmente que Brasil abandonaría el Acuerdo de París contra el cambio climático, pero en la recta final de la campaña matizó su postura para decir que, si se garantizaba la soberanía brasileña, permanecería en el pacto. Este concepto, los términos amazonía y deforestación no aparecen en el programa del líder del Partido Social Liberal (PSL).
El potente sector agrícola estaba preocupado porque salir del pacto implica perder certificaciones internacionales útiles para la exportación. Tampoco está claro que el anuncio de fusionar los ministerios de Agricultura y Medioambiente, dos ámbitos de intereses enfrentados en la Amazonia, llegue a cuajar. Este movimiento, inscrito en un plan de adelgazar el Ejecutivo, había causado alarma entre los ambientalistas.
Con respecto a la educación: prohibirá la “ideología de género” en las escuelas. Defiende una educación pública “sin adoctrinamiento ni sexualización” a través de lo que llamará Escuela Sin Partido, nombrará como ministro de Educación a un general con el fin de militarizar la enseñanza, ampliará el número de escuelas militares. En cada capital de provincia, un colegio militar. Reducirá el porcentaje de plazas para las cuotas raciales y dar clases prácticas para “ayudar a combatir el marxismo”.