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Los culpables de las “islas de calor urbano” en Santiago

La densidad de las edificacio­nes hace que en ciertas áreas de la Región Metropolit­ana, como Cerro Navia y Santiago Centro, los termómetro­s marquen un promedio hasta de 4º C más que en el resto de la capital. Centro de estudios da cuenta de los factores qu

- GABRIEL ARCE GRANIZO www.publimetro.cl/cl/economia

El calor en Santiago golpea fuerte a sus habitantes: en la década del 80, los termómetro­s en la capital nunca sobrepasar­on los 35º en verano. En cambio, desde

2010 a la fecha ya ocurrió unas 17 veces. Ni hablar de las olas de calor, que en cuarenta años aumentaron más del doble, pasando de

12 a más de 30. Por desgracia, el clima no es el único factor que rostiza a las personas. Eso lo saben los arquitecto­s y urbanistas del país, que alertan sobre cómo la densidad de las construcci­ones en la ciudad, poco a poco, aportan su grano de arena para cocinar a sus habitantes a fuego lento y echar por tierra el confort climático de sus habitantes.

Según constató el Centro Interdisci­plinario para la Productivi­dad y Construcci­ón Sustentabl­e (Cipycs), ya es un hecho que el boom inmobiliar­io en la capital mermó la calidad de vida zonas de Santiago. Y eso tiene un nombre: islas de calor urbano.

El equipo coordinado por varias universida­des, llegó a la conclusión de que el fuerte desarrollo inmobiliar­io entre el año 2010 y

2016, ha generado un alza en las temperatur­as de distintas comunas, especialme­nte aquellas con menor presencia de áreas verdes.

De esta manera, se evidencia el caso particular de la comuna de Santiago Centro, cuyas temperatur­as han aumentado por sobre otros sectores de la capital, especialme­nte porque el desarrollo inmobiliar­io supera hasta en un 50% el de otras comunas.

Y el daño no es menor, ya que las islas de calor urbano elevan en promedio

4º la temperatur­a normal, según estudio el Cipycs. A la licuadora entran varios factores. Uno de los princi- pales sospechoso­s es el uso del hormigón y asfalto, materiales que concentran el calor durante el día.

“Normalment­e, las islas de calor urbano se encuentran en el centro de las ciudades y nuestra capital no es la excepción.

El centro de Santiago concentra gran cantidad de construcci­ones que usan estos materiales. Y hay otras zonas, como áreas de La Florida,, debido a la gran cantidad de nuevas edificacio­nes, en desmedro de las áreas verdes”, explica el investigad­or del centro, Manuel Carpio.

Estudiando la amplitud térmica de invierno y verano entre 2014 y 2018, descubrier­on que la temperatur­a en la zona norponient­e de la capital escaló hasta 5,5º. El mejor ejemplo es Cerro Navia, lugar donde pasó de una oscilación de 23,5º entre invierno y verano hace 4 años, hasta los 28º en 2018. ¿El culpable? una “tipología urbana caracteriz­ada por la alta densidad constructi­va, que combina áreas continuas de viviendas con escasos espacios entre cada estructura”. En el otro lado de la vereda está Vitacura, comuna donde la temperatur­a apenas oscila 17º. ¿Por qué? “Construcci­ones con edificios en altura que cuentan con áreas verdes a su alrededor y buenos espacios entre estructura­s para que circule el aire”, explica el informe.

Más causas

Uwe Rohwedder, arquitecto y académico de la U. Central, explica que hay más factores que explican estos “microclima­s” dentro de las ciudades. Entre ellos, la altura de los edificios, su disposició­n, el color de las estructura­s, la presencia de vegetación y humedad, y cuan impermeabl­e es el suelo.

“El hormigón armado general absorbe mucho calor y lo va soltando cuando la temperatur­a desciende”, explica el experto. Por lo mismo, las fachadas de los edificios juegan un rol importante en el calor que sufren los capitalino­s por las noches.

En cambio, dice Rohwedder, temperatur­as de hasta 38º a las 3 de la tarde, mientras en otras zonas el termómetro marca 33º en otras zonas, habla de la ventilació­n y la humedad. “Al estar tan juntos los edificios ( como Cerro Navia), el aire no circula. A eso se suma que la falta de vegetación no permite que la ventilació­n corra y que la humedad en el ambiente incremente”, explica el arquitecto.

¿Ya no hay más que hacer? “En 2012, Buenos Aires aprobó la Ley de Techos Verdes, que permitió a los due- ños de edificacio­nes reducir los costos en impuestos de alumbrado, limpieza y barrido, si instalaban techos verdes. Esta medida logró disminuir aproximada­mente 3°C en ciertas zonas de la ciudad”, explica Carpio.

Otra medida para las comunas más afectadas, y que en general concentran pocas áreas verdes, es “emplear otros materiales en los edificios, como colores claros que reflejen el calor y asfalto y hormigón especiales que no concentren calor”, afirma Carpio.

“Tenemos pocas regulacion­es. Los urbanistas se están topando con nuevos elementos y saben que hay que tender a los equilibrio­s, con elementos naturales dentro de la ciudad, como fachadas verdes”, dice Rohwedder, agregando que la materia pendiente es pensar las ciudades en pos del confort climático de las personas.

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