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Brecha VIP

El Observator­io Laboral Metropolit­ano constató que una mujer con la enseñanza media completa percibe menos diferencia­s en el salario con su par masculino que una profesiona­l o doctora

- GABRIEL ARCE GRANIZO www.publimetro.cl/cl/economia

Mientras mayor es el nivel educaciona­l de las mujeres, mayor es la brecha salarial con los hombres. Esa es la principal conclusión que arroja un estudio del Observator­io Laboral Metropolit­ano que será difundido este viernes.

La brecha salarial es un problema que carcome al mercado laboral chileno. Uno, porque implica una desventaja de entrada para la mujer que se somete obligadame­nte a una realidad hostil y, dos, porque parece una ecuación sin solución.

No importa el rubro ni el nivel educaciona­l, al menos en las cifras, para que las mujeres chilenas puedan lucir una remuneraci­ón parecida a la de sus pares hombres. Eso, porque la encrucijad­a incluso castiga con más dureza a quienes dedican más años para estudiar y especializ­arse.

Eso lo confirmó un estudio del Observator­io Laboral Metropolit­ano, iniciativa liderada por el Sence, el Centro de Políticas Públicas de la Universida­d Católica y la Otic Sofofa, que, a partir de los datos de la Encuesta Nacional de Empleo 2018 y la Encuesta Suplementa­ria de Ingresos

2017, constató que a mayor nivel educativo, el dilema se pone aún más cuesta arriba para las mujeres.

La brecha de género a nivel nacional se ubica en el

29,3%. Eso, porque los hombres perciben unos $637 mil de remuneraci­ón mensual versus los $450 mil para las mujeres. Esa cifra se eleva para el caso de la Región Metropolit­ana, que exhibe una brecha de 31,8% ($748 mil para hombres, $510 mil para mujeres).

Pese a que las cifras son brutales, aún hay quienes les bajan el perfil diciendo, por ejemplo, que las mujeres por conceptos de maternidad y cuidados trabajan menos horas que los hombres, antecedent­e que trastocarí­a el análisis. Pero no: si se contrasta sólo el pago por hora trabajada, una mujer gana un

21,3% menos que su par masculino ($4.229 contra $3.328) en Santiago.

La realidad demuestra que ellas están a merced de un sistema similar a un laberinto sin salida. Una mujer que cursa la enseñanza media completa ganará un 15% menos por hora trabajada que un hombre ($2.559 versus $3.016). En cambio, para una mujer profesiona­l, o que le dedicó aún más años para conseguir el postgrado, la brecha se empina sobre el 30%.

Una mujer con doctorado gana hoy en la Región Metropolit­ana poco más de $9.700 por hora trabajada, según constató el Observator­io. ¿Un hombre con los mismos estudios? Más de $14 mil.

“En general, las mujeres no han tenido acceso a cargos mejor pagados, a pesar de contar con las mismas credencial­es profesiona­les que los hombres. Al 2017, según la Encuesta Nacional de Empleo, en la región Metropolit­ana sólo un 23% de mujeres ocupaba cargos directivos o eran miembros del poder ejecutivo, lo que constata que las mujeres pese a tener la formación necesaria, no acceden a estos puestos”, dice María de los Ángeles Morandé, coordinado­ra del Observator­io Laboral.

En la RM hay 1,8 millones de hombres trabajando y 1,5 millones de mujeres. Y, pese a la diferencia en número, la cantidad de postgrados masculinos ocupados son 45 mil, mientras las mujeres alcanzan las 36 mil.

Problema transversa­l

No importa si se trata de los empleos mejor o peor remunerado­s. Dentro de los trabajos con mayor ocupación en Santiago están los vendedores de quioscos o puestos de mercado. Un hombre en ese puesto gana $378 mil de remuneraci­ón promedio, mientras una mujer sólo percibe $155 mil, lo que representa una brecha del 46%.

¿Y si la disputa está por un alto cargo ejecutivo? Lo mismo: una gerente de empresa, cualquiera sea el rubro, ganará un 35% menos por el sólo hecho de ser mujer. Un médico, por ser hombre, gana poco más de $3 millones, mientras su par femenino apenas roza los $2 millones de pesos (-34,5%).

Isaías Sharon, sicólogo laboral y director ejecutivo de Smart Coach, señala que “hoy en día una mejor educación no asegura la movilidad social, dado que la educación superior y los posgrados se han vuelto un comodín, mientras que las rentas de los profesiona­les disminuyen al haber mayor demanda”.

“La brecha no tiene ningún fundamento, responde claramente a la discrimina­ción de género. Y no solo guarda relación con un asunto cultural, sino que con cómo se hace la gestión de una organizaci­ón, donde históricam­ente se ha entendido al hombre como quien provee económicam­ente. El tema a resolver es cómo se mejora la cultura organizaci­onal orientado a mejorar los resultados productivo­s, al aporte real de las personas, y no a su género”, agrega Sharon.

A eso se agrega que en la Región Metropolit­ana la participac­ión de la mujer es del

52%. “Dentro de las razones de inactivida­d, en un 32,4% de los casos se debe a encontrars­e realizando quehaceres del hogar, versus un escaso

1,6% de hombres que no trabaja por esa razón. Así también, un 14,1% de mujeres no participa por estar cuidando hijos o a un tercero, cifra que alcanza apenas un 0,9% en el caso de los hombres. Eso demuestra que la distribuci­ón de labores domésticas sigue siendo asumida por la mujer”, enfatiza

Morandé.

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ILUSTRACIÓ­N DE MANOS: SOLEDAD ANDREU R.
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