Ojo con los chistes de mal gusto
Según Álvarez, estas conversaciones apuntan a detectar cómo las personas se relacionan con quienes consideran “distintos”.
“En algunas compañías se realizan campañas con afiches y folletos para apoyar la diversidad e inclu- sión. Nosotros quisimos ir más allá y generar una discusión y reflexión en la oficina que derive en una toma de conciencia de las actitudes discriminadoras, y a partir de eso un cambio de actitud personal orien- tado a la empatía y el respeto”, explica.
En estas instancias, trabajadores sin jerarquías comenzaron a darse cuenta de microdiscriminaciones que realizan, como chistes sobre otras culturas que afectan e incomodan a trabajadores extranjeros de países vecinos, bromas en contra de la estética o capacidades laborales de las mujeres o gestos de personas homosexuales.
Son comentarios cotidianos, muchas veces sin la intención de causar daño, que parecen graciosos y se normalizan.
“En los grupos de conversación o conversatorios se ha llegado a la conclusión que este tipo de bromas no son acepta- bles porque dañan a compañeros de trabajo. Esto invita a que las personas tengan cuidado al emitir comentarios que pueden resultar discriminadores, se responsabilicen de ellos y modifiquen su actitud, para mejorar los ambientes y climas de trabajo”, concluye el especialista.