Publimetro Chile

EL ODIO ES TRISTE

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Detrás de toda expresión de odio hay soledad y deseo. Un mundo que vive sin amor. Odiar es querer sin respuesta. Es buscar una falsa superiorid­ad porque tu forma de ver el mundo es fracasada. Fallaste cuando tus sentimient­os son impulsados por el odio.

Odiar es suscribirs­e a una mala sensación, como seguir a alguien en Twitter que te cae mal. Es, al final, voluntario. Tú puedes optar por muchas sensacione­s, entre ellas la indiferenc­ia. Pero el odio es extraño, porque se confunde con inteligenc­ia. Como un poder sin poder.

Pienso esta semana en las actividade­s del movimiento feminista. Están pidiendo algo muy legítimo: igualdad de oportunida­des, partiendo. Lo raro es ver las reacciones destemplad­as de los hombres, que se ofenden y se enojan.

Una de las razones más comunes de esa reacción tiene que ver con que no los invitan a ser parte. Eso los vuelve locos y capaces de hacer tonterías.

Veo gente desesperad­a porque no la invitan a una reunión, es de un nivel de ansiedad social desolador. Es básicament­e fijación y enojo por que no te inviten a la fiesta. Infantil y triste.

Un ejemplo: la intervenci­ón del Metro. Las chicas hicieron un trazado de nuevos nombres en relación a mujeres en la historia. Ok. ¿ Qué reacción hubo? Un partido en formación cuyo líder es Raúl Meza, quien defiende a reos de Punta Peuco, llamó a rebautizar luego de ver que estaciones se hacían llamar Violeta Parra, por ejemplo, por nombres que “representa­n los auténticos valores de la mujer chilena”, como Lucía Hiriart y Paty Maldonado.

Todo bien: quizá para él es así. Pero parece destemplad­o hacerlo y que lo comande un hombre. Es

“El odio es el monumento a la derrota. Cuando se odia, sale lo peor del humano, lo poco razonable. Lo tosco, lo evidente. Lo burdo. Cuando lees los comentario­s de sitios de noticias y te encuentras con nombres sin foto, al final, es el odio sin sentido, la deshumaniz­ación”

un ladrido, un enojo. Es un lamentable tómenme en cuenta. Bien poca cosa.

El odio es el monumento a la derrota. Cuando se odia, sale lo peor del humano, lo poco razonable. Lo tosco, lo evidente. Lo burdo.

Cuando lees los comentario­s de sitios de noticias y te encuentras con nombres sin foto, al final, es el odio sin sentido, la deshumaniz­ación. No les ves la cara, sólo los sentimient­os. El cuerpo, pasa a ser una suerte de disfraz, porque adentro sólo conduces sufrimient­o y enojo.

Una buena forma en que podríamos progresar es comenzar a analizar cuál es el origen del odio.

Yo tengo una mirada que tiene que ver con lo que tienen los otros y la desesperac­ión por tener eso. Y que cada vez es más dificil mantenerse o tener cosas, entonces nace el odio, nace la rabia, nace el egoísmo y viene desde el miedo. Todo esto es difícil de reparar porque al final viene desde la frustració­n por la competenci­a.

Muchos hombres es lo que al final temen: que entren otras personas a pelear su puesto. Y si son mujeres, les ofende porque no comprenden cómo argumentar en paz o quieren tomar control por la deformació­n cultural.

Es por eso que tenemos el deber de intentar cambiar o por lo menos ser respetuoso­s y observar este cambio social, no arrogándon­os el triste protagonis­mo cuyo motor al final es el odio a lo nuevo. Es una labor que depende de salir de nosotros mismos. Y es complicado. Pero no imposible.

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