Ludopatía: un golpe desigual
Un estudio destacó que la cifra sobre esta adicción en el segmento D aumentó bastante en comparación al 2015 y que un 74,8% de los ludópatas pertenecen al nivel socioeconómico más bajo
Estudio demuestra que un 74,8% de los chilenos afectados por esta patología pertenece al grupo socioeconómico D y apenas un 1,5% corresponde al estrato A. Los juegos de azar, el raspe y las máquinas tragamonedas encabezan las preferencias de quienes sufren ese tipo de adicción.
Los ludópatas o jugadores patológicos llevan su adicción a un punto extremo. En los peores casos, pueden perder su casa por las apuestas. Pueden dañar sus relaciones familiares o, incluso, sufrir trastornos de ansiedad y depresión. En
2015 se hizo el primer estudio para definir cómo es el perfil de los ludópatas chilenos. En aquel entonces, el 49,3% pertenecía al segmento D, el más pobre de la población.
En una nueva medición, realizada en 2018 por la Corporación de Juego Responsable y la Universidad Andres Bello, y presentada recientemente, dicho porcentaje aumentó de manera considerable. Actualmente un 74,8% de los ludópatas chilenos pertenece a dicho segmento. Sólo un 1,5% pertenece al grupo ABC1. Un
13,4% es del al segmento C2 y otro 10,3%, del grupo C3. De acuerdo a Juan Carlos Oyanedel, sociólogo y ejecutor del estudio, “si bien la proporción de jugadores problemáticos y patológicos no ha variado significativamente respecto al estudio anterior, la proporción de jugadores en riesgo ha aumentado 1,9% respecto a
2015, siendo los hombres de una edad mayor y de segmentos vulnerables de la sociedad, los más expuestos”.
De los encuestados, un
67,5% dijo gastar dinero en boletos de lotería, un
46,9% en raspes, un 36,7% en máquinas tragamonedas (fuera del casino), un 13,6% en carreras de caballos, un
11% en eventos deportivos y otro 11% en máquinas de casino. Cabe destacar que la única de estas categorías que mostró un aumento en su porcentaje respecto a la medición anterior fue la de las máquinas tragamonedas fuera del casino. Pero los riesgos van más allá del juego en sí.
Oyanedel agrega que de aquellos jugadores en riesgo “se observaron variables sicosociales desfavorables, principalmente en términos de ‘poliadicciones’, ya que tienen mayor prevalencia al uso de tabaco o alcohol, sumado a estrés familiar y financiero. Esto lleva a la necesidad de evaluar a la población en riesgo como un problema de política pública”. Carlos Zúñiga, sicólogo de la Universidad Católica, explica que “estas situaciones de adicción traen consigo otros problemas asociados que exponen a las personas al desarrollo de otras patologías de salud mental como depresión o ansiedad”.
En esa misma línea, Ángela Carmona, sicóloga de la ONG Agrupación de Jugadores en Terapia (Ajuter) y vocera de la Corporación de Juego Responsable, hizo un llamado “a la acción para que los organismos públicos tomen conocimiento de esta problemática con el fin de generar una red de apoyo y también educar con respecto al juego”. En entrevista con Publimetro, la especialista enfatizó en la necesidad de abordar el tema desde el Estado.
“Deberían existir políticas públicas que aborden esta problemática, considerando los riesgos a los que se expone el jugador y su familia”, señaló. Respecto a los ministerios que deberían involucrarse en el tema, Carmona señaló al Ministerio de Salud y al Ministerio de Educación. El sicólogo Carlos Zúñiga agregó que “generalmente las personas que he tratado con esta problemática llegan derivados por ansiedad o depresión y después, en el trayecto, vemos que se trata de una ludopatía”.
“Muchos señalan que les genera incomodidad ir al consultorio y pedir ayuda por adicción al juego. Eso responde a un cierto tabú frente al tema, y estas cosas sólo pueden superarse con educación sobre el tema y campañas informativas”, agregó. La evaluación del experto cobra aún más fuerza con otro de los datos del estudio: sólo el 0,8% de los encuestados declaró que ha deseado recibir ayuda para dejar de jugar o apostar.