COMPLEJAS TRAVESÍAS PARA DOS
Casi una década después de su debut como cineasta en el documental “I’m still here”, el actor Casey Affleck vuelve a incursionar en la dirección, en esta oportunidad desde la ficción, con “Luz de mi vida”, estrenada mundialmente este año en el Festival de Berlín.
Y este nuevo trabajo confirma que su talento no sólo pasa por lo interpretativo, sino además en la puesta en escena, porque sabe desarrollar con precisión y sensibilidad una historia post apocalíptica de dos personajes en permanente tránsito, como ya pasaba hace 10 años en “La carretera”.
Áspera, sombría y desoladora, sin duda no es para todos los gustos, ya que por su ritmo y por los, a menudo, extensos diálogos, se puede hacer complicada para espectadores impacientes o inquietos; pero a cambio consigue desarrollar una convincente atmósfera y tensión, y en especial destaca por su bella e invernal fotografía y la intimidad, calidez y complicidad que se percibe entre Affleck y la pequeña Anna Pniowsky, cuyas interpretaciones transmiten una conmovedora credibilidad como padre e hija.
Otra travesía para dos personajes es la que viven los protagonistas de “Al desierto”, primera película del director y guionista argentino Ulises Rosell que se estrena comercialmente en Chile. Todo parte en un casino en Comodoro Rivadavia, y tras un prometedor comienzo, se desarrolla una particular mezcla de géneros fílmicos que transita entre el thriller, road movie, el drama sicológico e incluso el western. Si bien el resultado final no convence del todo y por momentos le falta más fuerza y resolución, los escenarios naturales en contraste con las vicisitudes de los dos protagonistas y la buena interpretación de Valentina Bassi y Jorge Sesán ayudan a que funcione la compleja relación que se genera entre ambos. Y al tratarse de una coproducción con Chile, también hay que destacar el aporte surgido de nuestro país, incluyendo a Gastón Salgado en un rol secundario, el sonido y especialmente la atmosférica banda sonora de Miranda y Tobar.
“Áspera, sombría y desoladora, sin duda no es para todos los gustos, ya que por su ritmo y por los, a menudo, extensos diálogos, se puede hacer complicada para espectadores impacientes o inquietos”
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