Reír para no llorar: la dura realidad de los circos en la pandemia
Las carpas no han recibido público desde marzo, desequilibrando el mundo de estos artistas. La apertura alienta la esperanza de que a partir de enero vuelva la gente, con aforo reducido Espectáculos virtuales y la venta de productos en las calles han ayu
Marcelo González C.
La otra cara de la medalla, la que no se asocia a la alegría del circo, han vivido los integrantes de ese mundo en los nueve meses de pandemia de covid-19 en el país.
Cesantes desde marzo, payasos, equilibristas, magos, mimos, tragasables, contorsionistas, músicos y señores “Corales”, entre otros, han soportado un duro tiempo.
Y varias han sido las estrategias que han usado para sobrevivir, como cuenta Abraham Lillo, el payaso “Caluga Junior”, hijo del mítico “Tony Caluga” que personificó su padre Abraham Lillo Machuca, fallecido en 1997.
“Ni siquiera para el Golpe de Estado de 1973 estuvimos tanto tiempo sin actuar. Ha sido muy complicado, pese a que la gente del circo siempre ha sido ahorrativa, por la naturaleza de la actividad. Pero ahora hemos salido a la calle disfrazados a vender nuestros productos, para generar dinero”, dice “Caluga Junior”.
“Estos meses han sido complejos. Nosotros hicimos un show virtual y tenemos otro para mediados de diciembre, pero lo ideal es trabajar más, asumiendo las restricciones sanitarias”, agrega el “Tachuela Chico”, Agustín Maluenda, quien hace nueve años se separó de su hermano Joaquín -el “Tachuela Grande”y desde entonces trabaja junto a su hijo “Pastelito”, Agustín Maluenda Ríos.
La semana pasada, el Gobierno anunció que podrán recibir público los circos que funcionen en comunas que estén en la etapa 4 del plan Paso a Paso y que se espera que en enero empiecen a funcionar 60 de los 150 circos del país, en los que trabajan alrededor de cinco mil personas .
En esa fase 4 pueden operar teatros, cines y lugares análogos con un máximo de asistencia del 50% de su capacidad, con distancia entre personas de al menos un metro y sin consumo de bebidas ni alimentos.
“Estábamos en lugares análogos. Ahora nos consideran como corresponde”, dicen los trabajadores circenses, soñando con volver a escuchar risas y aplausos.
Larga temporada muerta.