Publimetro Chile

Silva Henríquez, el cardenal de la solidarida­d y la defensa de los derechos humanos

Muere el cardenal Raúl Silva Henríquez, quien condujo a la Iglesia Católica en una época muy convulsion­ada. Su defensa de los derechos humanos en la dictadura le generó una profunda admiración de los chilenos.

- Daniel Pérez Pavez

Mil biblias para el pueblo cubano le donó el cardenal a Fidel Castro.

Luego que en los albores de la dictadura el Comité Pro Paz se convirtier­a en único amparo para los perseguido­s políticos, Pinochet le pidió a la Iglesia Católica que disolviera esa oficina para evitar “males mayores”, pero el cardenal Raúl Silva Herníquez adujo que cerrarla “acarreará con toda probabilid­ad daños sensibleme­nte mayores a los que pretende evitar”. Al tiempo dio otro impulso a su obra para transforma­rlo en la Vicaría de la Solidarida­d, el organismo que representó a las víctimas del régimen y que se transformó en la obra más importante del sacerdote en la defensa de los derechos humanos.

“¡Cardenal, amigo / el pueblo está contigo!”, fue el coro con que la multitud despidió al llamado cardenal de los pobres, fallecido el 9 de abril de 1999. En tiempos de convulsión política e inmerso en los cambios de la sociedad, Silva alentó el diálogo entre Salvador Allende y Patricio Aylwin, para evitar el Golpe de Estado, pero la polarizaci­ón trabó un acuerdo. Más tarde encarnó su labor

Un personaje de la historia. El cardenal Raúl Silva Herníquez murió en 1999.

en la defensa de los DD.HH. y aunque entre la Iglesia y el Gobierno se abrió un abismo, el Papa Pablo VI lo respaldó.

Sacerdote salesiano, abogado, obispo de Valparaíso (1959-1961) y arzobispo de Santiago (1961-1983) fue un hombre público que siempre buscó el entendimie­nto

nacional. Más allá de su dimensión internacio­nal, un par de anécdotas reflejan su importanci­a histórica. Cuando en 1983 fue reemplazad­o por un obispo conservado­r, Lucía Hiriart expresó que “¡al fin Dios nos ha escuchado!”. Mucho antes, cuando Allende –reconocido masón

fue elegido Presidente, el cardenal le obsequió una biblia. “Cómo no la voy a aceptar, si aquí está la historia del primer revolucion­ario del mundo”, le respondió el mandatario. Con la visita de Fidel Castro a Chile hizo lo propio, donándole 10 mil biblias para el pueblo cubano.

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