Récord de fiestas clandestinas y detenidos
Los más “porfiados” tienen entre 23 y 27 años y se concentran en ocho comunas. La duda es si funcionan, y se aplican, las multas.
Esta semana el Ministerio de Salud informó que cerca del 70% de los casos de coronavirus afecta a las personas entre 20 y 59 años. El mismo porcentaje de los casos que llegan a la UCI corresponde a ese rango etario.
Y desde Carabineros presentaron ayer una cifra que pone en riesgo a los más jóvenes: el mayor porcentaje de los asistentes a las fiestas clandestinas tiene entre 23 y 27 años. Adicionalmente, este tipo de celebraciones nuevamente rompe récords.
Se han realizado 511 reuniones, con más de 14.000 participantes y hay más de 6.300 detenidos por esta causa. ¿Cómo detener este fenómeno que, pese a las medidas restrictivas, sigue en crecimiento?
Juan Pablo Donoso, profesor de Derecho Penal de la U. Andrés Bello, destaca que “hay que enfatizar que organizar o asistir a fiestas clandestinas, más en cuarentena, es un acto ilegal”.
“La autoridad sanitaria puede hacer sumarios, aplicar multas, y ese trabajo se está haciendo. El código sanitario también autoriza sanciones adicionales a la multa”, añade. “En Cachagua, por ejemplo, la multa fue de incluso 25 millones de pesos”, destaca el académico.
En esta línea, enfatiza que se tiene que reforzar el mensaje, transparentando las multas, cantidad de estas que se pagan y sanciones que se pueden alcanzar.
José Miguel Cabezas, doctor en política y académico de la U. Mayor, concuerda y destaca que “el mayor problema ha sido la incapacidad del Gobierno para concientizar a la población respecto a la pandemia”.
Ambos profesionales apuntan no sólo al tema de las multas (ver recuadro), sino que a ampliar los factores. “Se podría considerar el Articulo 318 o 318 bis, para que estos casos sean materia de conocimiento de la Fiscalía, y se haga una investigación en contra de quienes asisten u organizan”, dice Donoso. Da el ejemplo de un caso donde se condenó a un organizador a 541 días de cárcel.
Para Cabezas, se necesita “una trazabilidad de calidad, para poder decirle a los jóvenes que de cada 5 personas que asistieron a fiestas, 4 contagiaron a sus familiares y murieron. Ser más directos y que entiendan”, cerró.