Un Paul McCartney íntimo llega a las pantallas de Star+
La señal estrena un elogiado documental, donde el exBeatle narra su historia.
Un ícono.
Carolina Cerda Maira
La memoria de Paul McCartney es algo impresionante. Y, para quienes son seguidores de la música popular de las últimas seis décadas -y el origen de las composiciones-, esto es algo que se agradece. Porque gran parte del encanto de “McCartney 3,2,1”, la serie documental que debuta hoy en Star+, es el nivel de detalle con que el músico recuerda su carrera con The Beatles, Wings y su vida como solista.
Y, claro, también está el hecho de que McCartney comparte historias que van desde su niñez con -guardando las proporciones-, otro peso pesado en el mundo de la música. Se trata de Rick Rubin, productor que ha trabajado con bandas y artistas que van desde Johnny Cash a Red Hot Chili Peppers, pasando por Adele, Run DMC, Aerosmith, Slayer y una larga lista. A pesar de sus propias credenciales, Rubin escucha -y mira- embelesado al hombre de “Yesterday”.
En seis capítulos, Macca -como también es conocido el bajista- va narrando, por ejemplo, cómo “se graduó” al momento en que debió hacerse cargo de tocar el piano en las fiestas familiares o cómo se sintió al aprender un particular acorde que se convertiría en “Michelle”.
Ese, por ejemplo, es un dato que recuerda con lujo de detalles, incluso nombrando a quién se lo enseñó: Jim Gretty, un vendedor suplente en la tienda de música Hessy’s de Liverpool. Un lugar que hoy hasta tiene su propia placa recordatoria para el dueño, Frank Hessy, pues es ahí donde los Fab Four compraban sus instrumentos, pero no deja de ser llamativo el hecho de que recuerda tantas cosas. Eso sí, el hombre no es infalible: asume que no recuerda el nombre del acorde.
Pero este nivel de memoria es algo no menor para alguien de 79 años y que lleva más de seis décadas de vivencias únicas y muchas veces extremas, con discos superventas, además de interminables shows
Paul McCartney y Rick Rubin. Historias, música y más hay en esta serie documental. capítulos de 30 minutos cada uno componen la serie documental hecha por Hulu y emitida en la región por Star+. que lo han llevado a decenas de países.
Un factor que ayuda a esta íntima conversación es la falta de parafernalia o grandes escenarios. De hecho, incluso el blanco y negro de las imágenes -salvo contadas excepciones- permiten que el protagonismo sea de la música y las historias. De todos modos, la economía cromática del director Zachary Heinzerling -realizador nominado al Oscar por Mejor documental por “Cutie and the Boxer” (2013)-, no significa que la serie documental se vea plana o se vuelva lenta.
La serie no se trata de grandes citas o revelaciones polémicas, sino que de historias detrás de grandes canciones y encuentros. Esto es algo que se entiende especialmente si se recuerda que, tanto como McCartney como Rubin, tienen un doble rol. Son tanto estrellas como productores ejecutivos. Es decir, nada se ve en le producto final que no haya sido revisado y aprobado.
En el caso de los más melómanos, también verán con gusto cómo Paul McCartney responde a preguntas más técnicas de parte de Rubin o cómo ambos comentan y hasta juegan con los distintos sonidos y elementos de las canciones de las que hablan. Un gran ejemplo de ello es la desconstrucción del clásico “While my guitar gently weeps”. El célebre bajista toma a ratos una mirada casi pedagógica, pero siempre lúdica, de obras propias y ajenas de distintas épocas, dando dinamismo y puntos de referencia para distintas generaciones.
Todo esto condimentado con anécdotas sobre la dinámica con John Lennon, Ringo Starr y George Harrison. Además, entre muchas historias, habla sobre las expectativas que había sobre de la banda. Macca dice que fácilmente podrían haber durado 5 años y volver a trabajar en en un oficio alejado de la fama más acorde a un grupo de jóvenes criados en Liverpool. Pero, por suerte, no fue así.