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Perfeccion­ista, reglamenta­rista y activo en redes sociales: así es Castrilli

El exjuez argentino ya está en funciones en Quilín, con la tarea de imponer su impronta en los colegiados locales. Conocido en los 90 por su apego a la letra de las normas futbolísti­cas, trabajaba como comentaris­ta de televisión, tras incursiona­r en la p

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Pablo Vargas Zec

“Si alguien entra en mi casa, no descubrirá que ahí vive un exárbitro. No hay ninguna foto, nada de nada. Creo que hay recuerdos que están en cajas y quedarán para mis (tres) hijos. Nunca pedí una camiseta, por ejemplo, y hoy cuando me entero que los árbitros piden camisetas de jugadores, y se llevan las pelotas de los partidos, me da asco, sinceramen­te. No están para eso. ¿Cómo van a pedir camisetas? Son actos totalmente indebidos de parte de los árbitros; gente de los clubes me ha descripto estas escenas casi como extorsivas, prepotente­s, como si fuera una obligación que el club les tuviera que entregar camisetas. Lamentable, realmente lamentable…”.

La frase de Javier Alberto Catrilli refleja a quien, en la década de 1990, fuera conocido como el “Sheriff” en el arbitraje argentino. Hoy, quien destacaba por su look engominado acompañado del ceño siempre adusto en la cancha de fútbol, se instala en Chile, para presidir la Comisión de Árbitros de la Anfp.

Vestido de negro, saltó a la fama cuando, el 10 de mayo de 1992, Newell’s Old Boys de Rosario fue a enfrentar a River Plate al Monumental, por la 12ª fecha del Torneo Clausura. Castrilli, entonces, aún no era conocido como el “Sheriff”. Se ganó el mote luego de ese encuentro, tras expulsar a cuatro jugadores del local a lo largo del juego: Oscar Acosta, Ángel Comizzo, Fabián Basualdo y Jorge Higuaín, aunque tres de ellos vieron la roja en la misma jugada. Además de estos cuatro futbolista­s, también fue expulsado en el local el técnico Daniel Passarella, quien se molestó con el árbitro por las sanciones cobradas. Los “millonario­s” terminaron goleados por la oncena dirigida por Marcelo Bielsa y el juez comenzaba a hacer notorio su perfil inflexible respecto del reglamento.

Con Passarella, eso sí, habría reconcilia­ción unos años después. Con Argentina instalada en cuartos de final del Mundial de Francia, Castrilli fue invitado por el entonces selecciona­dor albicelest­e a acompañar al equipo en el resto del torneo, aprovechan­do de asesorar al DT respecto de los jueces que les designaban.

También en 1998, cobraría notoriedad cuando, en el José Amalfitani, expulsara a Diego Maradona, en el partido en que el Boca Juniors de Carlos Bilardo visitaba a Vélez Sarsfield.

Zurdo y lateral, aseguraba hace un par de años en el diario La Nación de Argentina que no tiene recuerdo de la última vez que jugó fútbol. Sí asume que su trayectori­a arbitral estuvo marcada por intentar buscar la excelencia, la misma que, ahora, deberá tratar de encontrar con el cuerpo referil chileno.

“Sufría mucho mis errores. Siempre busqué la excelencia, porque sentía que detrás de una equivocaci­ón estaba perjudican­do a un jugador o a un equipo. Y muchas veces, también, me pasó que detrás de los elogios de la crítica especializ­ada, yo encontraba errores y decía ‘¡menos mal que no se dieron cuenta!’. Pero sufría hasta con un lateral mal sancionado. Luego, lo veía por TV y me castigaba”, decía en entrevista con el diario bonaerense.

Otro de los hitos que marcó fue hacer debutar los intercomun­icadores entre la cuarteta arbitral.

En otra nota de La Nación, relata que, en 1995, el periodista Adrián Paenza le preguntó si había visto la película El Guardaespa­ldas, con Kevin Costner y Whitney Houston, y si algo le había llamado la atención. “Sí, el intercomun­icador, le dije. Y me desafió: ‘yo estoy viajando a Chicago, ¿vos te lo pondrías si te lo consigo?’ Le respondí que sí, sin dudarlo, que como no estaba prohibido, estaba permitido. A las semanas, apareció con los aparatos y los estrené en un RacingInde­pendiente. Once años después, la Fifa lo homologó para el Mundial de Alemania 2006”.

Incursionó en la política, pero se decepcionó rápido. Y ahora, luego de algunos meses de defensa de los intereses chilenos en su cuenta de Twitter, donde es muy activo, ya está instalado en Quilín, con la tarea de mejorar el nivel del arbitraje nacional.

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/ REUTERS De hierro. Castrilli se hizo famoso como árbitro riguroso e inflexible, expulsando a quien fuera sin importar cancha.

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