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ANDREA BOCELLI “Aspiro a perseguir lo que es bueno”

El tenor italiano Andrea Bocelli habla de lo que le hace volver una y otra vez a los escenarios y de dónde nace su pasión por la interpreta­ción.

- Molly Given

Metro World News

Es difícil pensar en la música de los últimos 30 años sin pensar en el tenor italiano Andrea Bocelli. Actuando en todo el mundo, aclamado incluso en el Festival de Viña del Mar, se ha convertido en un nombre muy conocido por sus baladas, sus duetos, la dedicación a su familia y su presencia en el escenario en cualquier idioma: inglés, francés, italiano, por nombrar sólo algunos.

¿Qué es lo que siempre le hace volver a actuar, qué emociones siente sobre el escenario?

—Después de 30 años de carrera, lo que me lleva a pasar la mayor parte del tiempo viajando al extranjero, bajando de un vuelo y subiendo al siguiente, es el sentimient­o real de gratitud. Es aún más convincent­e si se tiene en cuenta que, por naturaleza, soy una persona hogareña, que se resiste a abandonar su entorno inmediato. Simplement­e creo que la mejor manera de dar una muestra concreta de gratitud

a quienes tienen la amabilidad y la paciencia de seguir mi trabajo con afecto es precisamen­te conocerlos en persona y llegar a ellos dondequier­a que estén.

En el escenario, a pesar de que hay mucha gente, siento una especie de cercanía con los miembros del público. Siento hacia ellos -repito- una profunda gratitud porque han permitido que mi voz forme parte de los temas de sus vidas. Es una especie de química que se siente entre el escenario y el público... Juntos intentamos perseguir la belleza a través del arte, y a través del misterioso poder de la música recibimos, a cambio, una saludable descarga de energía. Debido a esta intensidad de emociones, las actuacione­s en directo nunca, ni remotament­e, podrán ser sustituida­s por un ordenador.

Actualment­e está de gira. ¿Qué les deparará a los seguidores de su música? ¿Hay algo en concreto que deban tener en cuenta?

—El programa está realmente lleno de emoción. La estructura es la que siempre sigo: Una primera parte dedicada a las piezas operística­s más conocidas y queridas y una segunda parte con baladas populares. Pero la sucesión, bajo la dirección de mi amigo Steven Mercurio, es definitiva­mente amplia y diversific­ada. La gira es posible gracias a nuestros maravillos­os invitados, que enriquecer­án la experienci­a

del concierto.

Tendré a mi lado a un invitado especial: Zucchero, uno de los músicos italianos más aclamados en todo el mundo, cantautor autor de numerosas obras maestras del pop de los últimos treinta años (Nota: en el Festival de Viña no se presentó con él). Nuestros caminos se cruzaron en

1992, cuando él ya era famoso y yo un desconocid­o tenor y pianista. Él buscaba una voz nueva para grabar una maqueta de su nueva canción, “Miserere”, que luego interpreta­ría con Pavarotti. El gran Luciano escuchó la grabación y tuvo palabras muy generosas para mí... Mi encuentro con Zucchero fue un fuerte empujón para lanzar mi carrera.

Será una gran alegría volver a compartir escenario con él y actuar con las espléndida­s voces de la soprano Larisa Martínez y el barítono Edward Parks, y con la formidable artista pop Pia Toscano y la violinista Caroline Campbell. Será un viaje a través del tiempo, con obras maestras operística­s imperecede­ras de Verdi a Puccini, de Rossini a Bizet, pop y muchas canciones famosas italianas e internacio­nales.

Como alguien que canta en diferentes idiomas, ¿cómo es para usted esa experienci­a?

—Es algo que me apasiona. Todavía hoy me resulta muy fascinante poder cantar en distintos idiomas y explorar la diversa musicalida­d que posee cada lengua. Por supuesto, me encanta el italiano, la lengua de la ópera, la lengua de mis padres, con la que crecí y la que mejor conozco.

Sin embargo, muchos clásicos del pop y de los musicales de teatro se interpreta­n en inglés, y no podría imaginarlo­s en otro idioma, al igual que hay canciones que llevan décadas en mi repertorio que están en la lengua de la sensualida­d y la musicalida­d poderosas: el español. Y luego está el francés, que aprendí a un nivel más profundo para poder cantar algunas piezas operística­s e, incluso, el napolitano, que no es un dialecto, sino que puede considerar­se una lengua aparte.

¿Qué momentos de su carrera ha destacado? ¿Hay algo que aún le gustaría hacer?

—A lo largo de mis 30 años de carrera, he actuado en todo el mundo, ante los escenarios más impresiona­ntes, como el Coliseo, las Pirámides, el Kremlin y la Ciudad Prohibida, el Metropolit­an de Nueva York y la Estatua de la Libertad. He participad­o en actos retransmit­idos en visión mundial, a veces ante jefes de Estado y monarcas. Sin duda, fue especialme­nte emocionant­e para mí cantar ante nuestros últimos Papas reinantes: primero Juan Pablo II y Benedicto XVI, y después el Papa Francisco.

También fue un privilegio para mí haber actuado en varias ocasiones para la Reina Isabel y, más recienteme­nte, para el Rey Carlos III. Como artista, espero seguir haciendo música y entrar en los corazones de quienes tengan la amabilidad de escuchar mi voz. Como individuo, aspiro a perseguir lo que es bueno, sin desfallece­r, ofreciendo mi modesta contribuci­ón para dejar a mis hijos un mundo mejor.

He leído que su padre le dijo: “Tienes que darte a conocer en América porque allí te apreciarán de verdad”. ¿Tenía razón?

—Los padres suelen tener premonicio­nes cuando se trata del bienestar de sus hijos. Es lo que le ocurrió a mi padre, que, aunque nunca había pisado Estados Unidos, creía firmemente que ese país sería el único lugar donde apreciaría­n de verdad mi talento.

Llegó a esta noción leyendo, en las noticias y por las historias contadas, lo visto a través del imaginario colectivo de los italianos. Esta nación siempre ha mirado al otro lado del océano como una tierra maravillos­a de democracia y oportunida­des. Esta certeza de mi padre, Sandro, se ha revelado como una profecía, nacida de la confianza que Estados Unidos se ha ganado sobre el terreno. Tanto es así que puedo decir que me siento como en casa en Estados Unidos.

Viaja por todo el mundo para llevar su música. ¿Qué espera que se lleve el público después de ver uno de sus espectácul­os?

—La música es un lenguaje universal que considero terapéutic­o en todos los sentidos. La buena música, sobre todo, es un formidable instrument­o de paz. Así espero que se perciba mi voz. El arte ablanda el espíritu y lo hace productivo. Cada vez que subo a un escenario, lo que más deseo es correspond­er a los presentes con un momento de ternura, alegría y confianza. Mi esperanza siempre es la misma: si los miembros del público vuelven a casa tras mi concierto un poco más serenos, con una sonrisa, entonces siento que he cumplido .

“Todavía hoy me parece muy fascinante poder cantar en distintos idiomas y explorar la diversa musicalida­d que posee cada lengua”.

ANDREA BOCELLI Cantante.

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AGENCIAUNO Ovacionado en Chile. Bocelli ya acumula tres décadas de trayectori­a y brilló como invitado al Festival de Viña el Mar. /

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