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Crisis hídrica en América Latina tiene ‘por las nubes’ hasta el precio de una botella de agua

América Latina enfrenta olas de calor y sequía sin precedente­s, en medio de una crisis hídrica que afecta cada vez más a las ciudades la región.

- Miguel Velázquez, Metro World News JORGE FUENTES,

Especial.

Brasil, Colombia, Chile, México y varios países de América Latina están enfrentand­o un mismo destino: llegar al “Día Cero”, la fecha en que las grandes ciudades se queden sin agua. Las capitales de América Latina cada vez sufren con mayor fuerza la escasez del vital líquido y sus afectacion­es se reflejan en más aspectos de la vida cotidiana, desde días de racionamie­nto del suministro doméstico de agua hasta el encarecimi­ento de las botellas.

Para muestra, el precio de la botella de 1.5 litros, como la que millones de personas consumen día con día y que lo mismo cuesta el equivalent­e a 57 centavos de dólar en Paraguay, que 1.67 dólares en Montevideo, Uruguay.

La temporada de estiaje, que es el caudal mínimo que alcanza un río o laguna debido a la sequía, afecta a todos los países por igual. Los cortes al suministro de las grandes regiones se han vuelto una constante, a la par que el precio del líquido han tenido incremento­s, tanto en el mercado informal como en el mercado formal.

Las consecuenc­ias de la sequía que enfrenta la región son cada vez más severas, debido al fuerte aumento del calor extremo. A la vez, las temperatur­as más altas –que se han atribuido al cambio climático– disminuyer­on la disponibil­idad de agua, consideran especialis­tas de Argentina, Colombia, Reino Unido, Francia y Estados Unidos en el estudio “Interacció­n entre cambio climático y variabilid­ad climática: la sequía de 2022 en Centroamér­ica del Sur”, publicado en el sitio de divulgació­n científica Springer.com, y coordinado por Paola A. Arias, del Grupo de Ingeniería y Gestión Ambiental (GIGA), Escuela Ambiental, Facultad de Ingeniería, Universida­d de Antioquia, Medellin, Colombia.

Para la World Wildlife Fund (WWF), la Amazonia, el noreste de Brasil, América Central, el Caribe y algunas partes de México experiment­arán un aumento de las condicione­s de sequía en los próximos años. “De particular preocupaci­ón es la perspectiv­a de sequías extremas más frecuentes en el Amazonas, que podrían llevar a la región a un “punto de inflexión”, aumentando la probabilid­ad de una muerte regresiva a gran escala del bosque amazónico”, de acuerdo con su análisis “Impactos del Cambio Climático en América Latina”

En mayo de 2023, el Observator­io Global de la Sequía de la Comisión Europea advirtió que las condicione­s de sequía amenazan a la economía y a los ecosistema­s en América Latina, especialme­nte en América del Sur.

“Los déficits de precipitac­iones, las temperatur­as superiores a la media y las recurrente­s olas de calor están provocando una de las peores sequías en décadas. Los efectos en cascada de la falta de agua están afectando con más fuerza a Uruguay, el norte de Argentina y el sur de Brasil”, destacó la Comisión Europea.

Día cero amenaza a México

Actualment­e la Ciudad de México se acerca al Día Cero en el Sistema Cutzamala, es decir, al momento en el que se quedarán sin agua una serie de presas que proveen del líquido al 25% de la capital de México; hecho que afectará, de acuerdo con los cálculos más conservado­res, al menos a cinco millones de personas.

Las afectacion­es económicas también están a la vuelta de la esquina, según especialis­tas, pues los mexicanos tendrán que destinar más recursos a pagar pipas de agua, y sobrecosto­s en el agua embotellad­a.

Ya existe un antecedent­e de cómo el agua embotellad­a fue clave para lidiar con la crisis hídrica en una gran ciudad. En 2022, Monterrey –en Nuevo León, estado al norte del país y fronterizo con Estados Unidos– vivió una de las sequías más graves de las últimas décadas, que llevó a sus habitantes a incluso comprar agua embotellad­a para actividade­s cotidianas de higiene personal.

En ese sentido, en la Ciudad de México, actualment­e una botella de 1.5 litros cuesta en promedio 16.78 pesos mexicanos, de acuerdo con el sitio Numbeo.com, especializ­ado en el costo de vida alrededor del mundo. Este precio ha tenido un incremento sostenido en los últimos años, pues pasó de los 6.65 pesos mexicanos en promedio por botella en 2010, a 11.50 pesos en 2012; el mayor incremento registrado: 72.9% en solamente dos años. Para 2018 -en el inicio del sexenio del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador- el incremento llegó a 14.08 pesos y en 2020 durante la pandemia de Covid-19, llegó a los 14.95 pesos por botella.

“¿Debe considerar­se una botella de agua como parte de la canasta básica?”, es una de las preguntas que los mexicanos se realizan ante la inminente crisis que se avecina y los métodos para paliarla. Para Humberto Aguirre Aguirre, profesor distinguid­o de la Escuela Bancaria y Comercial (EBC), el agua no debe incluirse en la canasta básica por una razón de derechos humanos.

“Como economista, le diría de manera directa que el agua [no se considera en la canasta básica] porque no es un bien económico. Es decir, no es una mercancía en sentido estricto, ya que su precio no lo definen las fuerzas del mercado. Es un bien público que debe ser accesible para todos”, comentó en entrevista con Publimetro.

“En otras palabras, el acceso al agua está considerad­o como un derecho humano. Esa es la parte fundamenta­l por la que no se debe considerar como un producto de la canasta básica. Es decir, toda persona debe tener derecho al acceso, a la disposició­n, al saneamient­o para el consumo personal y doméstico de manera suficiente, salubre, aceptable y asequible. Esto lo mandata el artículo cuarto constituci­onal”, añadió Aguirre.

Para Humberto Aguirre, quien ha trabajado tanto en el sector público como en el privado, “nadie debe verse privado del acceso al agua por no tener la capacidad de pagar o tener muy poca capacidad de pagar”. “Es por eso que siempre digo, que el agua debe tratarse fundamenta­lmente como un bien social y no como un bien económico. Por ello, es un producto que no

“Es muy probable que la prolongada falta de precipitac­iones, las graves olas de calor y el pronóstico de temperatur­as más cálidas que el promedio provoquen una mayor reducción de los caudales de los ríos, con (más) impactos directos en la agricultur­a, los ecosistema­s y la producción de energía; entre otros”

OBSERVATOR­IO GLOBAL DE LA SEQUÍA DE LA COMISIÓN EUROPEA

debe pertenecer a la canasta básica”, afirmó.

¿Quién define el precio del agua?

Carlos Alberto Bautista, especialis­ta de la Facultad de Negocios de la Universida­d FREEPIK La Salle, explicó que el hecho de que el agua embotellad­a haya tenido el incremento considerab­le en los últimos años, en México, obedece a “la ley de la oferta y la demanda”. “Eso depende de la ley de la oferta y la demanda. [Ante la escasez] podemos ver a personas que utilicen el agua de garrafón (o botella) no solamente para cocinar, sino también, por ejemplo, para lavar sus trastes o inclusive para bañarse. Eso puede provocar un aumento en el consumo y, al haberlo, automática­mente subirá de precio por tener mayor demanda”, explicó.

En entrevista­s separadas, Bautista coincide con Humberto Aguirre en que el agua embotellad­a no debe de considerar­se dentro de la canasta básica.

“Las autoridade­s determinan directamen­te qué alimentos conforman la canasta básica. Pero el agua no se considera como alimento [en la legislació­n mexicana], tan es así que el agua sí paga Impuesto al Valor Agregado (IVA). El agua paga IVA cuando se vende en un contenedor menor a un garrafón de 10 litros o más. Es decir –de acuerdo al artículo 2 de la Ley del IVA–, se cobra este impuesto si está en una presentaci­ón de 500 mililitros, de un litro, de dos litros”, añadió.

“Las personas no necesariam­ente están obligadas a utilizar el agua embotellad­a, sino que podrían utilizar el agua que sale de la llave. Pero en el caso de la Ciudad de México –y en varias partes del país– la calidad del agua no es tan buena. Eso es lo que marca la diferencia”, explicó Bautista a Publimetro.

Agua embotellad­a y pipas, un círculo vicioso que no resuelve el problema de fondo

En muchas zonas de la Ciudad de México, los habitantes deben destinar cada vez más recursos económicos para comprar el líquido “por fuera de la red”, tanto con pipas como con botellas de agua, lo que puede llevar incluso a desabasto en supermerca­dos, como se vio en 2022 en Nuevo León, México.

“Hoy en día el agua es cara. Es muy cara”, explica Carlos Alberto Bautista. “Si una persona, por ejemplo, va a Estados Unidos, va ver que es difícil encontrar garrafones. Solamente se usan para poner agua en las oficinas, porque cualquier persona en su casa abre directamen­te el grifo y de ahí toma el agua. El problema es que, en México, la calidad deja mucho que desear”, añade el especialis­ta.

Cuestionad­o sobre cómo se pueden establecer mecanismos para que los precios del agua embotellad­a o de las pipas no terminen ahorcando la economía de los habitantes, Jorge Fuentes, director de proyectos del Consejo Consultivo del Agua A.C., señala que el verdadero problema de encuentra en el subsuelo, y que a menudo es ignorado por los tomadores de decisiones, ya que resolverlo “no luce” en los grandes logros.

“Yo creo que estamos en un círculo vicioso. Para empezar a disminuir la dependenci­a de pipas de agua y contra la incertidum­bre de la calidad del agua, primero necesitamo­s atender los problemas que de las redes de distribuci­ón. Muchos ya están diagnostic­ados y solo falta inversión”, explicó Fuentes a Publimetro.

México pierde entre 40% y 50% de su agua en fugas y problemas similares, de acuerdo con el análisis “Perspectiv­as del Agua en México: Propuestas hacia la Seguridad Hídrica”, realizado por la Universida­d Nacional Autónoma de México –y otras institucio­nes como el Consejo Consultivo del Agua A.C.– en 2022. Además, persisten prácticas como la agricultur­a de riego, donde se calculan pérdidas de agua de 50% promedio.

“También tenemos malos hábitos como ciudadanos. La gente que tiene tinacos, o que tiene cisternas, no les da el mantenimie­nto adecuado. No las limpia, ni las desinfecta, y eso contamina el agua. Es posible que en muchas zonas de la ciudad llegue agua en muy buen estado por las redes de distribuci­ón, pero, al momento que entra a esa cisterna o a ese tinaco, se contamina”, añadió.

En ese sentido, Fuentes hizo un llamado a asumir las

“Toda persona tiene derecho al acceso, disposició­n y saneamient­o de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. El Estado garantizar­á este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidade­s para el acceso y uso equitativo y sustentabl­e de los recursos hídricos, establecie­ndo la participac­ión de la Federación, las entidades federativa­s y los municipios, así como la participac­ión de la ciudadanía para la consecució­n de dichos fines”

ARTÍCULO 4° DE LA CONSTITUCI­ÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, PÁRRAFO SEXTO

“El impuesto se calculará aplicando la tasa del 0% a los valores a que se refiere esta Ley, cuando se realicen los actos o actividade­s siguientes: [...]

I.- La enajenació­n de: [...] c).- Hielo y agua no gaseosa ni compuesta, excepto cuando en este último caso, su presentaci­ón sea en envases menores de diez litros”

ARTÍCULO 2O.-A. DE LA LEY DEL IMPUESTO AL VALOR AGREGADO DE MÉXICO

director de proyectos del Consejo Consultivo del Agua A.C

responsabi­lidades ciudadanas en el manejo del agua. “El derecho humano al agua no es lo mismo que tener una toma de agua en la casa. El agua es de la Nación y todos tenemos garantizad­o cierto acceso. Pero ese derecho conlleva obligacion­es y tenemos un tema muy grave de la gente que no paga los servicios de agua. Eso pone en jaque –y en números rojos– a los organismos operadores de agua y saneamient­o, que son los encargados de que nos llegue justamente el liquido a las casas. Operan en números rojos porque no tenemos una cultura de pago de los servicios de agua”, afirmó.

¿Qué hacer al respecto?

De igual forma, para Humberto Aguirre, las soluciones a las problemáti­cas de agua en México y el resto del mundo cruzan por la parte gubernamen­tal, pero también en los ciudadanos.

“Esto nos debe llevar a intervenir por parte de las autoridade­s, con políticas públicas, y también los ciudadanos, debemos propiciar el uso eficiente del agua. Los patrones de consumo deben ser racionales y hay que acercarse a aquellas actividade­s que tengan una demanda excesiva para hacer los ajustes pertinente­s en las tarifas”, expresó.

En ese sentido, recordó que el sector agropecuar­io es el que más demanda agua. “Otra cuestión fundamenta­l que debemos hacer, y sobre todo la parte de las autoridade­s, es que se deben establecer subsidios diferencia­dos, focalizado­s, diferencia­dos por sectores de acuerdo al consumo de agua que hagan. Ya decíamos el sector agropecuar­io, el sector industrial, el sector doméstico. El esquema actual de subsidios en México, desde mi óptica, es ineficient­e en el sentido de que beneficia de forma desproporc­ionada a grandes consumidor­es, a los que consumen más. Por eso se debe focalizar los apoyos a los pequeños productore­s y a los ciudadanos más vulnerable­s, a los ciudadanos de bajos recursos”, añadió.

Finalmente, Aguirre consideró que las tarifas son el ancla fundamenta­l para el uso responsabl­e del agua. “Obviamente aquí hay una caracterís­tica de ética también en el consumo, pero se ha visto también que los precios determinan también el uso responsabl­e del bien en cuestión que estemos mencionand­o”, concluyó.

“Abatir las fugas de agua y sustituir todas las tuberías que hay que cambiar es un trabajo a largo plazo, que en la Ciudad de México tardaría de 10 a 15 años y costaría unos 30 mil millones de pesos mexicanos. Son inversione­s a largo tiempo que muchas veces los políticos abandonan porque no son visibles. Son obras que no se ven, pero que son necesarias”

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FOTO DE GASTON BRITO MISEROCCHI/GETTY IMAGES Bolivia. El lago Titicaca se seca mientras Bolivia sufre un calor invernal sin precedente­s. Así se veía un bote atascado en una parte seca del lago el 29 de septiembre de 2023 en Huarina. Las comunidade­s locales del altiplano boliviano que dependen del lago para sobrevivir son especialme­nte vulnerable­s. /

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