Qué lamentable espectáculo
NO CONOZCO al honorable diputado Gaspar Rivas. Solo sé lo que algunos chilenos habrán reparado, que fue elegido dentro de un cupo de RN y que luego renunció a dicho partido. Esta vaga conciencia de su existencia cambió radicalmente después de las estrafalarias y ofensivas declaraciones que hizo respecto de un relevante empresario. La actuación del honorable diputado es merecedora de un análisis más profundo como acción que busca llamar la atención. La pregunta que surge es: ¿es esta una forma legítima o válida para lograr el objetivo de llamar la atención pública? La respuesta tiene dos ángulos: la forma y el fondo. La forma soez para referirse a una tercera persona no debería ser el lenguaje en que se discute en las instituciones republicanas. Una sociedad debería ir mejorando sus formas. La segunda dimensión es el fondo. El único punto posible de encontrar algo de esto en su histriónica declaración es la responsabilidad por las inundaciones en Santiago que le podría caber al citado empresario, de lo cual es absolutamente inocente a juzgar por la forma como se produjo la inundación, por declaraciones de la empresa a cargo de la inversión y, finalmente, por el hecho de que el empresario es un inversionista en dicho proyecto, tal como podrían ser las AFP o cualquier otro inversionista institucional. Lo anterior lleva a concluir que el diputado es ignorante de los hechos sobre los cuales asigna responsabilidades a este poderoso, pero para estos efectos pobre empresario aludido. Un amigo economista citaba una frase célebre: “Dime lo que pierdes y te diré lo que opinas”. Aplicada a este caso sería que entre tanta pérdida, la única ganancia es la publicidad obtenida por este honorable sediento de notoriedad. Lo logró a costa de denostar soezmente a un inocente y contribuir al desprestigio de una institución republicana. Pírrica victoria del no sé si a estas alturas tan honorable diputado Rivas. Le ha hecho un pésimo favor a Chile. Ojalá que con la demanda le hagan pagar parte de los destrozos causados con su lamentable actuar.
El autor es presidente de Seminarium.