Primera Mirada Isapres: una reforma postergada
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A REFORMA de las isapres se ha prolongado más allá de lo previsto, cumpliéndose ya seis años desde el fallo del Tribunal Constitucional. Al parecer, la razón para este retraso es la insistencia de una reforma estructural, auspiciada por el Minsal en el convencimiento de que el modelo que rige dichas instituciones es intrínsecamente perverso, y que favorece las fallas de mercado, lo que no ha sido comprobado por la Superintendencia de Salud ni la Fiscalía Nacional Económica, a pesar de múltiples intentos. Este argumento que favorece una intervención profunda del sistema choca con la realidad fiscal personalizada en el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, que ya había anticipado que el proceso daba para largo, debido a la falta de acuerdo entre ambos ministerios. Si bien es cierto que nuestro sistema de financiamiento es particular y que el mundo acostumbra un solo ente pagador generalmente estatal, no se puede negar que dicho modelo dista de ser perfecto e incorporarlo a Chile, aunque sea eliminando las isapres gradualmente, representa un cambio que debería ser aprobado por los cotizantes. O al menos comprendido en profundidad por ellos. Por ejemplo, la incorporación del fondo mancomunado significaría un incremento de impuestos a los cotizantes y el pago por primera vez de impuesto a la renta de los afiliados con ingresos entre $600.000 y $743.630. El fondo mancomunado significará el traspaso de $84.088 millones de los cotizantes de isapres a Fonasa, lo que representa el 1,7% del presupuesto 2015 del asegurador público. En forma práctica el monto representa tan solo seis días del gasto que Fonasa realiza en sus afiliados, por lo tanto, la medida responde más bien a la implementación de un camino para devolver las cotizaciones obligatorias a la administración del Estado, borrando la participación privada en dicho modelo de financiamiento. En este afán por partir todo de cero podríamos perder la oportunidad de rescatar algunas lecciones de los seguros privados en Chile, con el riesgo potencial de cambiar las fallas del mercado por las fallas del Estado. Lo único claro es que no lo sabremos en el corto plazo, y mientras eso no suceda las isapres se encarecen, pierden competividad y capacidad innovadora en un que solo da pie a su lenta desaparición en el tiempo.
statu quo