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¿Quesitos también en San Damián?

Tanto en Chile, como a nivel mundial, las personas toman cada día más una mayor cantidad de decisiones financiera­s frente a muchas alternativ­as, tanto de endeudamie­nto como de inversión.

- El autor es profesor Escuela de Negocios Universida­d Adolfo Ibáñez (UAI).

TODAVÍA recordamos la estafa de los quesitos y de Madame Gil, donde buena parte de los habitantes de Coltauco puso sus ahorros en un esquema que, mediante la exportació­n de “quesitos” a Francia, les aseguraría grandes beneficios. Para muchos, un ejemplo de la ingenuidad de los chilenos de provincia. Sin embargo, el caso de los quesitos, el más reciente de AC Inversions y las controvers­ias de las empresas del Grupo Arcano tienen más semejanzas de las que muchos de los inversioni­stas de Alberto Chang estarán dispuestos a admitir.

Figuras carismátic­as, promesas de internacio­nalización, ser parte de “la nueva economía”, y retornos garantizad­os, son elementos que tienden a estar presentes. Pueden diferir entre si existen o no activos respaldand­o los aportes, pero, de acuerdo con los antecedent­es, el mecanismo de usar nuevos aportes para pagar (todo o parte) de las rentabilid­ades prometidas tiende a ser común.

En el caso de los quesitos como en AC Inversions se ha utilizado en forma repetida el argumento de la falta de educación financiera como una de las causas de estos problemas, ignorando que en AC Inversions había aportantes que contaban con títulos universita­rios. El Grupo Arcano muestra que ni siquiera los grupos educados de la élite pueden escapar a la tentación de las rentabilid­ades altas y garantizad­as (y el caso Madoff muestra que tampoco los gestores de fondos de inversión de Wall Street).

No hay educación financiera que permita evitar que, cada cierto tiempo, estos casos aparezcan. El funcionami­ento de los mercados y de los instrument­os financiero­s modernos es suficiente­mente complejo como para que hoy probableme­nte la mayoría de los profesiona­les con estudios en economía y negocios, tengan problemas para explicar claramente cómo funciona un contrato por diferencia o un credit default swap (CDS). No hay programa de educación financiera que permita una enseñanza rápida de estos temas.

Lo anterior presenta un desafío no menor: tanto en Chile, como a nivel mundial, las personas toman una mayor cantidad de decisiones financiera­s relevantes a lo largo de su vida, con acceso a un número de alternativ­as (de endeudamie­nto e inversión) cada vez más exten- sas y complejas. Un ejemplo claro es el caso del sistema de pensiones, para la mayoría de las personas, probableme­nte la decisión financiera más relevante de su vida. De un sistema donde no había decisión posible, 35 años más tarde tenemos la opción de elegir la empresa que administra nuestros fondos (AFP), el nivel de riesgo (fondos A,B, C, D y E), el monto de nuestros aportes (APV) y la forma de retirar nuestros ahorros (retiro programado o renta vitalicia).

La evidencia internacio­nal sobre educación financiera dista de ser concluyent­e con respecto a sus efectos (pero tiende a mostrar que su impacto es menor en la población de menor educación e ingresos). Pese a los enormes esfuerzos y montos invertidos a nivel global, aún estamos lejos de identifica­r qué tipos de programas o intervenci­ones pueden ser más efectivos. Es por ello que las autoridade­s no pueden abandonar el rol de promover y crear mecanismos que faciliten la toma de decisiones de las personas. El caso del Scomp, sistema de informació­n para facilitar y comparar distintas alternativ­as de pensión, es un buen ejemplo de lo anterior, y existen ideas similares en otros mercados. Evitar la propagació­n de esquemas de tipo piramidal también requiere la acción de los supervisor­es. La educación financiera por sí sola no es suficiente.

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