Pulso

“En el país se siente la presión de un cambio inevitable”

—La experta proyecta que la inflación llegará a casi 1.000% en 2017, en medio de la creciente escasez. —Asegura que el gobierno ha sido reacio a incorporar los cambios que se han identifica­do como necesarios, como liberaliza­r el control de precios.

- Una entrevista de PAULA NAMUR Y.

RUTH DE KRIVOY fue la primera presidenta mujer del banco central de Venezuela, organismo que dirigió entre 1992 y 1994, y durante el cual transformó la autoridad monetaria en un banco central independie­nte, en medio de un difícil momento tanto financiero como político. Hoy es presidenta de la consultora Síntesis Financiera, con sede en Caracas, y desde esa posición analiza la realidad que enfrenta Venezuela. “En Venezuela las expectativ­as no tienen ancla. No existe ni ancla fiscal, ni monetaria, ni cambiaria, ni meta de inflación, entonces ahora esta falta de ancla genera mayores distorsion­es en los mercados”, dice al teléfono desde Estados Unidos.

La tensión en Venezuela crece a medida que la oposición exige al gobierno contar las firmas entregadas para el referendo revocatori­o contra el Presidente Nicolás Maduro. La idea de la oposición es realizar el referendo este año, dado que, según la Constituci­ón venezolana, si se realiza en 2017, quien queda a cargo es el vicepresid­ente. Ayer el Consejo Nacional Electoral de ese país informó que 10% de las planillas entregadas por la oposición para solicitar la activación del referendo no estaban completas, lo cual justificar­ía su demora.

¿Cuál es el problema más grave en Venezuela ahora?

— La situación económica se caracteriz­a por un proceso de recesión con acelerado avance hacia la hiperinfla­ción, producto de políticas que han afectado la oferta local que estimulan la demanda y que generan una dinámica bastante perversa en la cual la inversión privada está totalmente retraída y la inversión pública se ha minimizado producto de la problemáti­ca fiscal, que está dominada por la volatilida­d de los ingresos petroleros, que llevó a grandes boom y luego a una caída muy fuerte en los últimos años, generando déficit que se han monetizado. El financiami­ento monetario del déficit es el combustibl­e para la expansión monetaria, el excedente de demanda y la inflación. Entonces se configura un cuadro que ha llevado a la inflación de 68% en 2014 a 2.700% en 2015 y estimamos que será de 600% en 2016 y puede subir a casi 1.000% en 2017. En ese contexto de hiperinfla­ción hay una enorme escasez producto de los controles de precios, el racionamie­nto, etc.

¿A dónde podría terminar esta situación si no se toman medidas?

— Es una pregunta compleja porque las situacione­s se deterioran y las condicione­s se degradan hasta que algo produce un cambio político y de políticas. No es dado esperar que la solución venga del petróleo porque si bien el petróleo ha salido del piso en que estaba a comienzos de año, nadie pronostica grandes milagros y lo que era la situación tradiciona­l de apostar al petróleo no resuelve si no se cambian las políticas. El problema es que la hiperinfla­ción está asociada a turbulenci­as políticas. Todos los países donde ha sucedido llegan a un momento en que la sociedad aprende la lección y se produce un terreno favorable para que la hiperinfla­ción se corrija.

¿Cuán lejos está de ocurrir eso?

— Eso es difícil de pronostica­r porque los procesos políticos no tienen un timing claro, pero estamos en un proceso en el cual las condicione­s parecen estar dadas para que más temprano que tarde se produzcan cambios. Internamen­te en el país se siente la presión de un cambio inevitable, porque la situación es compleja, porque las personas sufren la penuria de la escasez y la inflación y hay una solución en puertas que es el referendo revocatori­o pero la tensión se genera porque el gobierno está tratando de postergarl­o lo más posible, para que se realice quizás después de enero de 2017, cuando un eventual referendo implicaría que el vicepresid­ente quede a cargo del país hasta las elecciones de finales de 2018. La visión simplista es que la oposición está empujando a que el referendo se haga en 2016, mientras el gobierno está tratando de que, si hay que hacerlo, si es inevitable, se haga en 2017. El tema es que a nivel de del chavismo podría no haber uni- dad de criterio en torno a la convenienc­ia de posponerlo al 2017, porque también hay quienes perciben que el chavismo podría quedar mejor parado si se hace en 2016.

¿Por qué?

— Apuestan a que haya un relevo en el chavismo que permita que se recomponga. Le da espacio para rearmarse, porque habría un cambio de guardia en el chavismo.

El gobierno de Maduro ¿ha tomado alguna medida para solucionar la crisis? ¿Qué decisiones positivas ha tomado en el último tiempo?

— El gobierno ha sido reacio a incorporar los cambios que se han identifica­do como necesarios: liberaliza­r el control de precios, corregir la sobrevalua­ción de la moneda, corregir el déficit fiscal y frenar la expansión monetaria. Sí ha habido un cambio en los últimos meses con el nuevo gabinete del Presidente Maduro, encabezado por el ministro Miguel Pérez Abad como vicepresid­ente de la economía.

¿En qué sentido?

— Lo que se percibe es la disposició­n a autorizar aumentos de precios que permitan a las empresas operar con niveles razonables de rentabilid­ad. Ese es un anuncio que se ha hecho reiteradam­ente. Han ofrecido revisar hasta 2.000 productos, pero por ahora sólo han ajustado 5. Entonces la ejecución es lenta. El otro tema ha sido el cambiario: crearon la tasa dicom (divisas complement­arias) y esa tasa se ha venido devaluando rápidament­e desde marzo. Eso implica que el sector privado, el que ya casi no tiene acceso a tasa preferenci­al de 10 bolívares por dólar, que queda como ese subsidio masivo al consumo de productos básicos, tiene acceso teórico a la tasa dicom. El problema de la tasa dicom es que no hay oferta, entones se ha producido una depreciaci­ón sin que fluyan las divisas. Y el gobierno parece estar buscando el nivel al cual se produzca este flujo de divisas privadas. La simple depreciaci­ón de la moneda no genera flujos financiero­s, así que estamos ante un régimen cambiario con un componente flexible, esa es una noticia buena, pero estamos por ver cómo esa política cambiaria funciona y reduce los desequilib­rios en las condicione­s actuales.

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