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Límites de intervenci­ón del gobierno en la pareja,

El poder de negociació­n no se determina solo por leyes gubernamen­tales, sino de manera más relevante por otros factores externos.

- por Jeanne Lafortune

objetivos planteados por las reglas del gobierno con bastante facilidad. Imaginemos, por ejemplo, el caso de una mujer que gana menos que su pareja con la cual cohabita. Antes de que existiera este tipo de regla, la pareja habría negociado que en su relación, la mujer recibiría una fracción del ingreso de su pareja y que en caso de separación, no podría recibir nada. Una vez que la ley obliga esta pareja a llegar a una división más igualitari­a al momento de la separación, dado que los poderes de negociació­n de cada miembro del hogar no han cambiado, no hay nada que prohíba al miembro más rico de la pareja disminuir cuánto dinero comparte con su pareja durante la unión. En este caso, la ley que se propuso para proteger a algunos individuos en caso de separación, puede terminar perjudicán­dolos mientras permanecen emparejado­s. Lo que es clave aquí es que el poder de negociació­n de cada miembro de la pareja no se determina solamente por las leyes gubernamen­tales, pero sí de manera mucho más relevante por factores externos, como la disponibil­idad de parejas alternativ­as, la calidad de estas parejas y la dificultad que uno puede tener en la búsqueda de una pareja.

Lo que sí mostramos en el modelo teórico es que la política impacta de manera importante a parejas que ya estaban juntas al momento del cambio de la normativa. Las únicas personas a las cuales la política puede claramente ayudar son aquellas que han compartido desde hace muchos años una cohabitaci­ón. Para ellos, dado que las reglas para compartir durante la relación ya se decidieron, sin conocer la nueva política, la capacidad de deshacer o hacerle el quite al cambio impuesto por la ley es más limitada. Entonces, las mujeres que ya están en relaciones de cohabitaci­ón pueden beneficiar­se porque su pareja no le puede “cobrar” o “descontar” los beneficios que se podrá ganar si eventualme­nte se separaran. ban en relaciones pueden trabajar menos y estudiar más, lo que interpreta­mos como una ganancia para ellas en su capacidad de negociació­n con sus parejas. Pero para parejas que se formaron después de los cambios en las leyes, se ve un impacto neutro e incluso opuesto.

Finalmente, mostramos que los cambios en las leyes tampoco cumplieron otro objetivo a veces mencionado: contribuir a estabiliza­r las relaciones de pareja entre cohabitant­es. Observamos que las relaciones que se formaron después de la implementa­ción de las leyes no tuvieron una mayor duración que las anteriores, pero en cambio tuvieron menos probabilid­ad de transforma­rse en matrimonio­s.

Nuestra conclusión principal es que hay un límite importante a lo que pueden esperar los gobiernos al promulgar leyes de este tipo. Si bien pueden tener un impacto sobre parejas ya conformada­s, es bastante fácil pensar que parejas que recién empiezan una vida en común pueden neutraliza­r fácilmente los efectos que persiguen estas leyes.

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