Límites de intervención del gobierno en la pareja,
El poder de negociación no se determina solo por leyes gubernamentales, sino de manera más relevante por otros factores externos.
objetivos planteados por las reglas del gobierno con bastante facilidad. Imaginemos, por ejemplo, el caso de una mujer que gana menos que su pareja con la cual cohabita. Antes de que existiera este tipo de regla, la pareja habría negociado que en su relación, la mujer recibiría una fracción del ingreso de su pareja y que en caso de separación, no podría recibir nada. Una vez que la ley obliga esta pareja a llegar a una división más igualitaria al momento de la separación, dado que los poderes de negociación de cada miembro del hogar no han cambiado, no hay nada que prohíba al miembro más rico de la pareja disminuir cuánto dinero comparte con su pareja durante la unión. En este caso, la ley que se propuso para proteger a algunos individuos en caso de separación, puede terminar perjudicándolos mientras permanecen emparejados. Lo que es clave aquí es que el poder de negociación de cada miembro de la pareja no se determina solamente por las leyes gubernamentales, pero sí de manera mucho más relevante por factores externos, como la disponibilidad de parejas alternativas, la calidad de estas parejas y la dificultad que uno puede tener en la búsqueda de una pareja.
Lo que sí mostramos en el modelo teórico es que la política impacta de manera importante a parejas que ya estaban juntas al momento del cambio de la normativa. Las únicas personas a las cuales la política puede claramente ayudar son aquellas que han compartido desde hace muchos años una cohabitación. Para ellos, dado que las reglas para compartir durante la relación ya se decidieron, sin conocer la nueva política, la capacidad de deshacer o hacerle el quite al cambio impuesto por la ley es más limitada. Entonces, las mujeres que ya están en relaciones de cohabitación pueden beneficiarse porque su pareja no le puede “cobrar” o “descontar” los beneficios que se podrá ganar si eventualmente se separaran. ban en relaciones pueden trabajar menos y estudiar más, lo que interpretamos como una ganancia para ellas en su capacidad de negociación con sus parejas. Pero para parejas que se formaron después de los cambios en las leyes, se ve un impacto neutro e incluso opuesto.
Finalmente, mostramos que los cambios en las leyes tampoco cumplieron otro objetivo a veces mencionado: contribuir a estabilizar las relaciones de pareja entre cohabitantes. Observamos que las relaciones que se formaron después de la implementación de las leyes no tuvieron una mayor duración que las anteriores, pero en cambio tuvieron menos probabilidad de transformarse en matrimonios.
Nuestra conclusión principal es que hay un límite importante a lo que pueden esperar los gobiernos al promulgar leyes de este tipo. Si bien pueden tener un impacto sobre parejas ya conformadas, es bastante fácil pensar que parejas que recién empiezan una vida en común pueden neutralizar fácilmente los efectos que persiguen estas leyes.