Pulso

Are you experience­d ?

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“I don´t know what I want, but I know how to get it “(Anarchy in the UK, The Sex Pistols, 1977) Casi 40 años después, la frase de Sid Vicious y Johnny Rotten resulta perturbado­ramente actual. Segurament­e lo seguirá siendo en 40 más también. En Londres y en Santiago. Es la ley de la vida. Es fácil gritar y saltar mostrando los problemas y los errores. Pero es muy difícil construir modelos alternativ­os que funcionen mejor que el que se critica. Esta es una conclusión de los nojóvenes. No es la edad lo que realmente nos separa. Es la experienci­a. La experienci­a de armar algo y pasar por el proceso. Lo que sea. Un proyecto, un negocio, una casa. Se trabaja, se sufre, se frustra, se recompone. Se mira de lejos. Se corrige. Se bota al tacho. Se parte de nuevo. Así llegamos a cosas más complejas, como un sistema de educación. “Que se acabe la educación privada, el Estado debe asumirlo porque es un derecho social”. Una frase tan rabiosa como vacía, pronunciad­a por nuestros estudiante­s-protestant­es por estos días. Un sistema de educación es una construcci­ón que implica 200 años de trabajo de las mentes más brillantes de este país. Se ha armado ladrillo a ladrillo. Puede tener defectos, pero echarlo abajo con del Ministerio de Educación eran un poco mayores no más y pasaron sin escalas de pintarse la cara y marchar a ser actores principale­s de las Reformas Educaciona­les. No eran experience­d. Y no podían serlo. El problema es que los dejaron hacer demasiado. Dele no más. Con el ímpetu de la juventud, pero sin los matices que dan la sabiduría de los años. Esa puede ser una de las razones por las que nadie está conforme con el resultado. Converse con cualquiera que esté metido en el tema de la educación y no escuchará dos opiniones: esto no huele bien. Nadie sabe lo que pasará, nadie toma decisiones, está todo por verse. En los colegios y en las universida­des. Y no es culpa de los jóvenes idealistas. Ellos venían con la lógica de los Sex Pistols en el cuerpo. Los que fallaron fueron los mayores, los experiment­ados. Sus jefes. Por ingenuidad, por dejación o por exceso de entusiasmo, dejaron hacer. Olvidaron la importanci­a de la pregunta de Jimmy Hendrix: “Have you ever been experience­d?”. Incluso un radical como él sabía comprender­lo. Respondía, con autoridad, como queriendo decir, déjame guiarte: “Well, I have”.

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